Las calles de Villena, en otro tiempo, eran diariamente testigo fiel del trabajo de las gentes del campo. Como aquellos agricultores decían, después de cultivado, hay que recoger “el esquimo” y prepararlo para ser vendido en los diversos mercados nacionales o incluso del extranjero y de esta faena, se encargaban aquellos que ya tenían “muchos caballones a las espaldas”.
Y en el Rabal o en la ciudad, cuando el sol lanzaba su calor por todas las calles, en la puerta de la casa, el viejo agricultor limpiaba “las cabezas de los ajos” con una delicadeza tal como si estuviera haciendo una obra de arte. ¡Y a fe cierta que lo era!
Foto... Miguel Flor Amat - Fecha sin confirmar años 60.
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