5 ago 2022

1959 EL MEJOR ELOGIO DE UN PUEBLO

El mejor elogio de un pueblo
Por D. Manuel Lucas Pérez – Cura Párroco de Santa María
Inconscientemente y muchas veces sin mala voluntad y quizá promovido por el mundo material, que nos rodea. que convive con nosotros, que está dentro de nosotros, los hombres y la historia de los últimos tiempos, sobre todo del siglo XX nos hemos acostumbrado a juzgar y enjuiciar los hechos y las cosas desde una proyección totalmente humana, yo diría intrascendente, pues si es cierto y se ha afirmado que el hombre, además de ser por naturaleza un ser sociable, es también eminentemente religioso, todas nuestras cosas deben ir enjuiciadas y orientadas desde una proyección de lo eterno, de lo absoluto, de lo trascendental.
Para probar esta afirmación, bastaría con leer las biografías modernas, los periódicos o escuchar alguna audición de radio o de televisión. En todas ellas podríamos comprobar que en el personaje, pueblo o nación, que ocupa su biografía, su columna o su emisión, se resaltan mucho sus valores políticos, técnicos, artísticos o deportivos y muy poco los valores religiosos y morales, de los cuales no podemos prescindir, por-que además sería una adulteración consciente de la misma verdad.
Esta realidad tiene necesariamente que haberla provocado una mentalidad, que a su vez puede haber llegado incluso a ser impuesta por la circunstancia histórica que estamos viviendo, como fruto de un gran pecado colectivo, la ausencia de Dios de las estructuras humanas. Triste circunstancia y triste hecho, porque ellos por sí mismos indican el estado del mundo actual y cuáles son los valores que el mundo moderno cotiza y aprecia.
¿De qué y de quién se hacen grandes elogios?. De los hombres y de los pueblos que van a la cabeza en la técnica, en la industria, en la economía o en el deporte.
A veces a la vista de esta corriente que nos invade llegamos a pensar: ¿Será posible que los valores religiosos y morales de los hombres y de los pueblos no interesen ni a los hombres, ni a la historia del siglo XX?. ¿Es que acaso los elogios y la exaltación de ellos, no son superiores a estos otros?.
Nosotros, ni como hombres, ni como españoles, ni como católicos, podemos guardar silencio. Debemos ser conscientes de la realidad histórica que nos ha tocado vivir, actualizando estos valores y de esta manera podremos contrarrestar las tendencias y circunstancias que nos invaden.
Si alguien preguntase: ¿Qué elogio podemos hacer de Villena?. No dudaríamos en afirmar, que sin desvalorizar lo que ha hecho y actualmente hace grande a Villena, por sus continuos progresos industriales y culturales, —díganlo si no las grandes industrias en diversos ramos que poseemos y las manifestaciones artísticas y culturales, concretamente en este año, con motivo del cincuentenario de D. Ruperto Chapí, que han hecho grande a nuestro pueblo— sin embargo, hemos de decir que lo que realmente engrandece a Villena no son estos valores, sino los religiosos, en concreto su profunda y sincera devoción a su 'Virgen de las Virtudes. ¿Por qué?. Porque Villena y cada villenense lleva en el corazón a su « Morenica» y por Ella y con Ella se han emprendido esas grandes empresas que hoy son un honor para Villena y para España.
¿Juzgáis que si en Villena desaparecieran los valores eminentemente religiosos que existen, la industria y el arte triunfarían, como triunfan?. Creemos que no. La razón es porque Mena y su historia se han hecho al calor y cobijo de su 'Virgen de las Virtudes y nunca ha sido más grande Villena, que cuando ha estado más arraigada en sus hijos esa devoción a su «Morenica» y nunca se ha hundido más que cuando se ha querido prescindir de Ella.
Este es el mejor elogio que podemos y debemos hacer de Villena.
¿Cambiará este elogio?. De nosotros depende. Al decir de nosotros no me refiero sólo a la jerarquía Eclesiástica y u las Autoridades, sobre quienes recae, sin duda, más la responsabilidad, sino a todos y cada uno.
Es característico el sentirse orgulloso de lo que llamamos nuestra patria chica Todo hijo de Villena se siente orgulloso de serlo y de decir que en ella se profesa una devoción apasionada a la Virgen de las Virtudes, pero no olvidemos que han de ser nuestras vidas las que deben dar testimonio de ese amor a la Señora y de la verdad y sinceridad de esa devoción. Lo será si a pesar de este ambiente que nos rodea y de esta mentalidad que nos invade, luchamos y nos esforzarnos por hacer siempre resaltar en nuestras vidas y en nuestras relaciones económicas y culturales los valores religiosos, que poseemos, conscientes siempre de que si hasta este momento, la historia de Villena ha estado ligada a esa devoción que en ella se profesa, sería lamentable que nosotros, llevados de ese afán excesivo por los valores materiales, manchásemos su historia y dejásemos a nuestras generaciones venideras una historia de Villena, distinta de la que hemos heredado.
Extraído de la Revista Villena de 1959

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