4 nov 2022

1925-1956 LA HISTORIA DEL MONUMENTO AL TENIENTE HERNANDEZ MENOR

Ángel Hernández Menor (Villena, 1899 - Playa de Cebadilla (Alhucemas), 8 de septiembre de 1925) Teniente de Caballería, recibió la Cruz Laureada de San Fernando por méritos en la Guerra del Rif en 1928.Piedra. Busto de 0'53 alto, sobre pedestal esculpido de 1'62. Plinto: 40X74 sobre alberca de 0,45X2'32X1'47. Total 3 m. alto.
En la histórica gesta militar que dio fin a la larga guerra que España mantenía en Marruecos desde más de 20 años, conocida la acción como "El desembarco de Alhucemas", en la Playa de Cebadilla, hubo una sola baja entre la brillante oficialidad que inició el desembarco: la del Teniente Angel Hernández Menor hijo de la ciudad de Villena. Fue al amanecer del 8 de septiembre de 1925. El día mayor de los villenenses; el día de la fiesta de su Excelsa Patrona la Virgen de las Virtudes. La alegría de los ejércitos por la victoria no distrajo a las autoridades nacionales de rendir honroso homenaje al heroico militar adelantado en la hazaña de conseguir la anhelada paz a España y dentro de ello fue el traslado de sus restos a Villena, en un furgón de honor en tren especial, ascendido al grado de Capitán con la petición de la más alta condecoración, la Cruz Laureada de San Fernando, acompañado de un miembro del Gobierno y de jefes y oficiales compañeros de su Arma. Villena recibió toda unida en silencio y emocionada el cuerpo muerto de su joven militar, ofrendador valeroso de su vida por la paz en Africa y por el fin de aquella guerra que tantas lágrimas y lutos y dolor había producido en tantos años en tantas familias españolas.

ENTIERRO DE ANGEL HERNANDEZ MENOR.
Teniente del Arma de Caballería, muerto en los campos de Alhucemas, el 8 de Septiembre de 1925, a la edad de 25 años. Foto. 20 de Septiembre de 1925. Calle Corredera.
Foto extraída del libro. Villena 1900. Museo Etnográfico Jerónimo Ferriz.
Entre las ocho decisiones que adopta el pleno Municipal en su emocionada sesión del 12.9.25 dice la 8ª: Abrir una suscripción para la construcción de un busto que habrá de ubicarse en el Parterre". Navarro Santafé no recuerda cómo y por quien recibió el encargo. Lo relaciona con que por entonces el Ayuntamiento le había concedido el Primer Premio en el Concurso para una lápida en la casa natal del Maestro Chapí, que no se hizo por estimar su costo superior a sus previsiones presupuestarías. Bien por esto o porque lo recomendara algún familiar como joven escultor villenense trabajando en la Corte y ya avanzado en su capacidad artística. Con el boceto terminado viajó a Villena a presentarlo al Ayuntamiento. Consistía en el busto del Capitán Hernández Menor, de uniforme de Húsar de Pavía, sobre pedestal y ante éste una figura corpórea de mujer, vestida con túnica clásica, simbolizando a la Ciudad de Villena ofrendándole el laurel de la Inmortalidad. Rebasaba también el presupuesto económico. El Ayuntamiento le pidió se ajustara a las disponibilidades, cifra que no recuerda pero lo logró cambiando principalmente la figura corpórea de mujer en figura en alto relieve adosada al fuste. Así se aceptó y lo esculpió en piedra en el taller del cantero villenense Francisco Cerdán. Como en 17.1.1929 recibe el Ayuntamiento, con satisfacción que hace constar en Acta, la comunicación oficial de la concesión de la Laureada de San Fernando y cuando se le comunica al escultor ya está acabado el busto, este coloca la condecoración en lo alto del fuste. Se inauguró solemnemente, por nuevo acuerdo del sitio en sesión de la Permanente del 28.8.1930. Asistió en representación del Ejército, según comunicación al Ayuntamiento del Gobernador Militar, el Jefe del Regimiento de la Princesa de Alicante, también ilustre villenense, Coronel Don Eduardo Lobregad Estañ. Y en ella estuvo hasta que, se supone que forasteros vandálicos, lo destruyeron en los primeros días de la guerra civil. Pasaron más de 20 años y el destruido monumento de aquel Hijo Predilecto parecía olvidado, aunque se dice no fue así, sino causa de la pobreza del erario municipal. Y aunque se anhelaba y se comentaba con frecuencia la justa reposición, esta se iba demorando consolándose con su enmarcada fotografía en el Salón de Sesiones y su nombre a la antigua calle Mayor, conforme a los Acuerdos 2º, 3 y 6º del Pleno de 1925. Pero hay héroes que llaman a la puerta para servir y ganan, como se dice del Cid, batallas después de muertos. Porque... Durante una cacería en una finca de la Mancha, La Veguilla, a finales de 1965, propiedad entonces de un adinerado villenense, Salvador Amorós Cerdán, cuyas primeras tiradas anuales se hacían con asistencia del Jefe del Estado Generalísimo Franco, ocurrió que dos de los invitados asistían a la fiesta pero no iban a los puestos de caza y se quedaban charlando. Uno era el Capitán General Muñoz Grandes, que fue en Africa Comandante de la Harca a la que pertenecía el Teniente Hernández Menor y bajo sus órdenes estaba el día de su heroica muerte mandando él las fuerzas de la primera sección de desembarco y el otro, el hermano mayor del anfitrión, Cristóbal. Mientras paseaban charlando sobre diversos temas el General recordó a su joven e inolvidable amigo Villena. De algún modo Amorós le dijo que el Monumento que se le había levantado en 1930 (él había sido Alcalde en 1929) y fue derribado en los primeros días de la guerra civil no se había repuesto. Muñoz Grandes le comentó la alta figura del Capitán Hernández Menor, su ardorosa vocación militar, la pena de su muerte aún siendo tan heroica y cómo, de no haber sucedido, hoy llevaría el fajín de general, como llevaban sus compañeros, todos del grupo de africanistas al que pertenecía Angel, de quien dijo se acordaba frecuentemente y de quien guardaba como uno de sus objetos queridos su reloj de pulsera, que él mismo le quitó caído de la muñeca y le regaló, como recuerdo, José, su hermano mayor. Y le dijo a Amorós: "Cuando vaya Vd. a Villena dígale al Alcalde que lo reponga y yo mismo iré a inaugurarlo." Transmitió - según él mismo me contó - este recado del Capitán General al Alcalde, en la primera ocasión que fue a Villena ya a principios de 1956, y lo era, muy recién nombrado, Luis García Cervera, que ilusionado en su quehacer municipal, éste que bien resultó ser un eficaz Alcalde de Villena, llevaba en su programa como primer anhelado importante proyecto el de AGUA Y ALCANTARILLADO a toda la Ciudad, vio en tal información un posible buen asidero para el logro de su buen servicio. Comunicó a su pleno Municipal tal circunstancia y todos interesados en la conveniencia de aprovecharla en bien de la Ciudad se acordó la inmediata restauración del monumento, y ver de traer a su inauguración al Capitán General. Rápido se dio el encargo al cantero F. Cerdán, que tenía en su taller los restos que pudo rescatar de su destrucción. En pocas semanas lo tuvo dispuesto. Entonces marchó el Alcalde a Madrid, acompañado de relevante Comisión, a visitar al Capitán General, e invitarle a su inauguración y que él mismo fijara la fecha que le fuera cómoda. Efectivamente los recibió muy amable el Capitán General Muñoz Grandes, pero les dijo que él no podía ir al pueblo de Hernández Menor solo a levantar su estatua. Se lo afearía él desde el Cielo. El haría por su pueblo en su memoria ayudarles en algo tan importante que tuvieran necesidad de hacer, como el mismo Hernández Menor lo hubiera hecho. "Así que, Alcalde, está muy bien esa reconstrucción del Monumento a tan heroico y glorioso hijo de Villena; inauguren su restauración con toda solemnidad ustedes, pero a mí venga a verme en nombre del Capitán Angel Hernández Menor cuando tenga el proyecto de una gran obra para Villena y la conseguiremos en memoria de nuestro querido héroe, sirviendo a Villena como a él le hubiera gustado servirla." El Alcalde y sus compañeros de Comisión, tan afectuosamente atendidos y en modo alguno desairados, se despidieron, diciéndole en sus últimas palabras el Alcalde: "Vendré pronto con ese importante proyecto, mi General." "Tráigalo cuanto antes, Alcalde, y juntos trabajaremos por él." El Alcalde regresó eufórico a Villena, lleno de esperanza. El día 8 de septiembre de aquel año 1956, en el XXXI aniversario de su gloriosa muerte, en el día de la Virgen, con nuevas generaciones de ciudadanos a su alrededor, se repuso solemnemente el monumento a HERNANDEZ MENOR por el Alcalde y autoridades locales en la misma inicial plazoleta del centro de la población, llamada de la Religiosa Agueda Hernández. Meses después le volvía a pedir audiencia el Alcalde al Capitán General. Le citó Muñoz Grandes, con la llaneza que le era proverbial, en su propio domicilio. Le explicó el Alcalde el proyecto de AGUAS Y ALCANTARILLADO a todas las casas de Villena. Muñoz Grandes lo vio importante y le dijo: "Esto sí, Alcalde, esto sí que vale hacer por mí como por su pueblo lo habría hecho Angel." ¿Qué necesita, de momento?", "Que me reciba el Director General del Banco del Crédito Local, que admita el Proyecto y que nos dé el dinero para hacerlo". Sacó una tarjeta personal, escribió en ella unas letras y le dijo: "Vaya a verlo inmediatamente que, cuando usted llegue, yo ya le habré telefoneado desde mi despacho." Contaba el Alcalde Luis García que en la despedida ayudó, en natural gesto de cortesía, al para que lo hacía del Ayudante de Campo, a que se pusiera la guerrera el General y como éste, tocándole el hombro afectuosamente y animándole a que se diera prisa lo despidió. Marchó el Alcalde al Banco y entró en aquella antesala enorme en la que tantas horas había perdido en espera sin solución o alguna vez apuntándosele solución demorosa, solo atendido por algún segundo secretario tantas veces. Dio la tarjeta del Capitán General a un ujier que de muchas esperas le conocía y ¿pasaría el tiempo como en tantas ocasiones? Inmediatamente se abrió aquella enorme puerta del fondo y delante de ella, el Director General Sr. Fariñas, todo atención y afectuosidad: "Pero, querido Alcalde, le estaba esperando. No había necesidad de molestar al Capitán General. Estaba terminada la operación. Vamos a hacerla inmediatamente." 
En resumen, días después el Alcalde firmaba la Escritura del importante Crédito, y la obra para dotar a todo Villena de AGUAS Y ALCANTARILLADO se puso inmediatamente en ejecución y sin paralización pronto cumplió su anhelado y útil servicio al bien común. Obra, sin duda la más importante de Villena, cuyo beneficio perciben y gozan los villenenses. Su hijo heroico, el Capitán Hernández Menor, casi a 30 años después de su muerte, había ganado ésta batalla para su Ciudad. 
Realmente su monumento y su retrato enmarcado en el Salón de Sesiones del M.I. Ayuntamiento, si entonces dedicados por su abnegada y meritísima memoria, ahora por favorecer servicio a su pueblo, de nuevo están para siempre más que bien colocados. Pero esto que no nos hemos resistido a relatar aquí aunque no sea nada más que para que no se olvide, es anécdota valiosa relacionada con la reconstrucción de ésta primera importante obra de Navarro Santafé. Como hemos dicho, el Ayuntamiento, ya con prisa para reconstruir el Monumento, hace el encargo al marmolista Cerdán que guardaba, en depósito, los restos originales de busto y peana, así como los planos y maqueta en alto relieve de Navarro Santafé. Mas ni el Ayuntamiento, ni el marmolista Cerdán por no sabemos porqué, ninguno dijo nada a Navarro Santafé, y la obra se realizaba sin permiso de éste y naturalmente sin habérselo solicitado. Pero como todo se sabe, las noticias vuelan, ésta le llegó a nuestro escultor por medio de un hermano del héroe que le visitó en Madrid, que le habló de cómo por fin se había decidido el Ayuntamiento a reponer el Monumento, lo estaba haciendo de prisa el marmolista Cerdán, de lo que le suponía enterado porque le habrían pedido el permiso correspondiente como autor. Como no era así y como esto representaba llover sobre mojado, Navarro, indignado de que de nuevo le hicieran los de su pueblo víctima otra vez de olvido y daño como había ocurrido años antes con los Peregrinos de la Virgen (lo que contaremos en el relato referente a la Sagrada Imagen) lo primero que hizo fue hablar con su amigo Abogado que le dio nota de los derechos que como autor le asistían por lo que, se personó en el taller del marmolista Cerdán, a quien encontró trabajando en su obra, copiándola, sacándola de puntos, etc. Sorprendido Cerdán se excusó titubeante y reconoció su culpa. Ante esto Navarro desfondó su ira y se limitó a calificar bondadosamente lo que ocurría como falta de atención pero, en testimonio de su derecho y para defenderlo, le impuso pago de 10,000 pesetas para darle permiso, lo que aceptó pero para pagarle conforme él cobrara, por lo que le dio tres letras debidamente aceptadas que a su vencimiento atendió puntualmente y contra aquellas letras Navarro le entregó por escrito su permiso para aquella reproducción. Así el marmolista Cerdán, debidamente autorizado por el escultor Navarro Santafé, reprodujo el Monumento destruido en la guerra civil del Capitán Hernández Menor, con los modelos y planos de éste, agregándole por su cuenta las dos conchas con su fuente tal y como ahora lo vemos. Afortunadamente el Museo de Villena guarda una curiosa pieza muy significativa, y expuesta al público: Es el boceto en escayola que Navarro Santafé presentó al Ayuntamiento en 1928, que guardaba el marmolista Cerdán, de cuyo taller a su fallecimiento lo recogió Miguel Flor Amat y lo donó al Museo desinteresadamente según consta en Acta de la Junta de Conservación y Tutela fecha 7/11/1985.
Extraído de ...Biografía de Antonio Navarro Santafé.
Texto: Pedro Hernández Hurtado. (1918-1993 )

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