20 abr 2023

1961 DESPEDIDA

DESPEDIDA. Por Juan Herrero
Cuán difícil me parece poder expresar con todos sus matices los sentimientos y afectos del corazón de un padre que por fuerza ha de arrancarse de sus hijos entrañablemente queridos, y decirles el adiós emocionado de su despedida.
Per Evangelium ego vos genui. «Yo os he engendrado por medio del Evangelio», se complacía en exclamar el Apóstol San Pablo. Es el engendro espiritual de las almas para Cristo, que constantemente realiza el sacerdote a quien se le ha encomendado singularmente esta misión y este cuidado. No ha sido otra, queridos villenenses, mi preocupación constante por vosotros desde que por vez primera puse los pies en esta bendita tierra, que la de vigorizar vuestra vida sobrenatural de la Gracia, que es la misma vida divina en nuestros corazones, para conseguir de cada uno de vosotros otro Cristo. Y, entre los momentos más preciosos de conmovedoras intimidades, he podido observar las acciones y reacciones de vuestra actividad interior, de vuestras inquietudes y preocupaciones, de vuestros engendros y crecimientos en esta misma vida sobrenatural por el logro de las virtudes cristianas. No ha sido otra mi ambición, ni otros mis anhelos, que formar a Cristo en vuestras almas, habiendo empleado para ello todos los medios que el deber apostólico pone a disposición del sacerdote: predicación de la divina palabra, administración de los Sacramentos, visita a los enfermos, enseñanza del catecismo a los niños, la oración al Señor por todos y sobre todo por los más necesitados, etc., etc., y aun el trato de amistad con todos, que de todos he querido ser el padre, y el hermano, y el amigo, con el oficio propio y cordialidad propia que sincera y lealmente a cada uno de estos títulos corresponden.
Pero, si algunas veces en el ejercicio de mi misión y en el trato con vosotros, habéis notado en mí alguna aparente displicencia o falta de atención, no lo atribuyáis a mala voluntad; pero sí a mis deficiencias y defectos que me habréis de perdonar con vuestro gran corazón. Los grandes defectos del padre los disimula y perdona el amor y el cariño de los buenos hijos. ¡Gracias por vuestra benevolencia, gracias por vuestro perdón!
Si de todos he querido ser el padre, el hermano y el amigo, he procurado serlo especialmente de los niños, de los enfermos y de los pobres. Constituyen el tesoro de Cristo, y han de ser los predilectos del Sacerdote. Esos niños en los que, por la blancura de sus almas, por su candor e inocencia, promete germinar la semilla del Evangelio. Entregadlos al Sacerdote; llevadlos a la Parroquia, porque ello es entregarlos a Cristo que nos dice: «Dejad que los niños vengan a mí, porque de ellos es el Reino de los Cielos». Esos enfermos y esos pobres que tanto se parecen a Cristo porque llevan en su cuerpo y en su alma las huellas del dolor, las espinas y la cruz de Cristo. Todavía me queda para ellos una palabrita de consuelo. Escuchadla: Sin dolor y sufrimiento no se va al Cielo. Estas son las seriales inequívocas de las. misericordias del Señor. ¡Qué Cielo más hermoso para el que sufre por el Señor!
Pero me he de despedir de todos, de los pobres y de los ricos, de los enfermos y de los sanos, de los pequeños y de los mayores; pues para todos es mi afecto, mi gratitud y mi recuerdo, sin exceptuar de este volcán de puros y fraternales amores a ninguno de los hijos de Villena.
Mas en esta riada de afectos en que mi corazón se ha convertido al intentar hacer su despedida,. debo tener una alusión obligada para las dignísimas Autoridades de la Ciudad, lo mismo que para todas. las Asociaciones parroquiales, Acción Católica y Militantes de Cristiandad, por el valioso apoyo y aportación de su ayuda apostólica que tan eficazmente me han prestado. ¡Gracias muy sinceras a todos!
Y compenetrado íntimamente con todo lo que es Villena, que son sus campos feracísimos, que son sus calles y sus casas, que es su historia y su castillo testigo de luchas y victorias, que son sus fábricas con su industria organizada, que son sus frutos y productos de renombrada fama en el extranjero, que es su prestigioso Colegio Salesiano y los demás Colegios y Comunidades Religiosas, con la Comunidad Trinitaria de las monjas encerradas, que es, finalmente, su Virgen de las Virtudes, su queridísima Morenica que constituye para el villenense su alma, su vida, su realidad e ilusiones y la razón de ser de toda su existencia; digo, que de todos me despido, llevándome de Villena estos entrañables recuerdos, estos amores y cariños.
¡Adiós, villenenses! ¡Adiós, Villena! Seré siempre vuestro, no olvidando esa trabazón inefable de corazones que la caridad y el amor de Cristo los ha hecho a todos uno, engarzados con las virtudes de nuestra Reina y cobijados bajo su manto maternal.
Un pedazo de Orihuela, que es la casa Abadía de la Parroquia de Santiago de aquella misma ciudad, donde me tendréis siempre a vuestra entera disposición, será también Villena, invitándoos a recordar allí conmigo mis más felices días, presididos por la imagen de nuestra Patrona, nuestra amadísima Morenica de las Virtudes.
Extraído de la Revista Villena de 1961
Cedida por... Avelina y Natalia García

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