LA COMPARSA DE CRISTIANOS
Por Alfredo Rojas
El alférez de la Comparsa de Cristianos en 1911, con la nueva bandera inaugurada aquel año. (Foto Archivo)
Por Alfredo Rojas
El alférez de la Comparsa de Cristianos en 1911, con la nueva bandera inaugurada aquel año. (Foto Archivo)
Es evidente que la comparsa de Cristianos constituye la más representativa e importante agrupación de cuantas intervienen en nuestras fiestas de septiembre. Es el prototipo de los motivos que justifican la celebración anual de nuestra más famosa efemérides local; ostenta, con los Moros Viejos el titulo de comparsa más antigua; ocupa siempre el lugar de honor, junto a la Virgen de las Virtudes, en los actos festeros en que interviene la imagen de nuestra Patrona; posee la natural jefatura del bando a que da nombre y, por tanto, tiene el principal papel en guerrillas y embajadas. Por último, sus componentes siempre resultan gallardamente victoriosos en el fraternal pugilato que sostienen anualmente con las huestes contrarias.
Si aceptamos como válidos los argumentos que un simple análisis subjetivo nos proporcionaría como justificación de la causa y pervivencia de nuestras fiestas, podría llegarse a la racional conclusión de que la comparsa de Cristianos sería la más nutrida; y de que a su lado todas las demás quedarían pálidas, reducidas al cometido de gravitar alrededor de la mas representativa de ellas. Inútil es decir que, no es así. Esto lleva al planteamiento de que las fiestas de Moros y Cristianos poseen muchas más facetas de las que supondría un ortodoxo enjuiciamiento. No es desdeñable el estudio que intentara desentrañar cuántos y diversos aspectos intervienen en ellas e influyen en los individuos que nutren las comparsas. Pero sería tarea nada fácil, compleja y tal vez poco agradable en alguna ocasión; y, finalmente, alejada del propósito que nos mueve hoy a trazar estas líneas, que no es otro que romper una lanza -el símil viene solo a la punta de la pluma- por la comparsa de Cristianos.
Hablar de los Cristianos de otrora, como casi de todas las antiguas comparsas de nuestras fiestas, supone apoyarse exclusivamente en testimonios orales. La carencia de datos escritos es uno de los principales motivos que nos ha llevado, precisamente, a intentar reunir los que quedan para evitar su definitiva pérdida. Las dificultades halladas, numerosas en otras comparsas sobre las cuales hemos escrito anteriormente en estas páginas, se han acrecentado con Ios Cristianos, y es muy poco lo que podemos ofrecer sobre ellos. De la fundación de la comparsa, de su intervención en las fiestas del pasado siglo, incluso en las correspondientes a las primeras decenas del actual, apenas nada se sabe. Los más antiguos eran niños en 1900. Uno de ellos, Francisco flor Camarada, «Posete», con 75 años en la actualidad, y que empezó a desfilar como Cristiano en 1905, nos cita los nombres de los que entonces figuraban como elementos más representativos de la comparsa: José Hernández, «el Ruso», presidente; «el Rojo Crespo», embajador y cabo; Perico Centeno, Gaspar «Candileja», José Ferriz, Blas «Catarrillo». Me cuenta que pagaban una cuota de cinco o seis pesetas anuales, las cuales daban derecho a recibir la polvora y una vela, con la que acudían a la procesión, formados en dos filas, en vez de hacerlo con la marcial formación que hoy se acostumbra.
La banda de música costaba entonces unas quinientas pesetas. Consignemos que en el presente año, el presupuesto total destinado a la comparsa de Cristianos, va a ascender a setenta mil. El traje, que ha sido mantenido hasta los años cincuenta sin más variaciones que la sustitución de algunos; materiales por otros de más actualidad, constaba de una chaqueta color «marrón» con cintas y cordones, sobre la cual se colocaba una especie de puntilla, a modo de un gran cuello; una capa larga de igual color; pantalón de un rojo oscuro, sombrero gris con pluma y lazos azules, zapatilla rojo oscuro con media azul y los aditamentos de un pico, una pala o una destral -la «estral» o «astral» del lenguaje típico villenense- y la mochila, sobre la cual, como es costumbre igualmente en otras comparsas locales, se llevaba en ocasiones la capa, cuidadosamente recogida y sujeta.
Hemos encontrado datos sobre la marcha de la comparsa durante el año 1924. El secretario y gallardo cabo de escuadra, a la vez, Blas Estevan, «Escucha», dejó reflejados cuidadosamente nombres y cifras. Es entonces embajador Francisco Hernández Lillo, el cual proferiría las rituales bravatas hasta el año 1933. Antes, desde 1917, lo ha sido Antonio Tomás Conca, que hasta hace muy poco ha desempañado importantes cometidos en la comparsa de Moros Nuevos. En la relación de Cristia¬nos de 1923 se advierte la condición de hombres del campo en casi Iodos los componentes, pues se nutre la lista con apellidos y nombres inconfundibles. Paquico «el Puntalero»; Pedro Serrano, «Culebro»; Martín «Cebolla»; José «el Perero»; «Rojo el Marqués»; Belando «el Herrero»; Antonio, «el de la Casa el Pino». Hace cuarenta y cinco años, la comparsa recibe del Ayuntamiento 493 pesetas, que unidas a las 785 que recaudan, y a un remanente de 150, dan como resultado un efectivo de poco más de 1.400 pesetas. Con ellas hacen las fiestas los Cristianos. La banda de música cuesta entonces 850 pesetas; «cera», una misa en los «alesianos», llevar la farola, y unos pequeños gastos más, bastan para los días de fiesta. El saldo «pa igualar» es, todavía, de 150 pesetas. Y con esta parquedad de gastos, ingresos y conceptos, para detallar los cuales basta un tercio de la hoja del libro, hacen los Cristianos sus números en las fiestas de 1924.
En 1939 se rehace la comparsa. 62 socios efectivos y 67 protectores le aseguran una vida próspera. El presupuesto registra 6.091 pesetas de entradas y 5.035 de gastos. Otros nombres van modificando la lista de 1939, relación nominal que no se había reproducido desde 1924: Juan y Martín Hernández Hernández, Leopoldo Hernández Tomás, Pedro Juan Gil ... Sin embargo, la caja muestra en ocasiones, años después, importantes deudas, que son enjugadas por uno o varios miembros de la comparsa. Lentamente va disminuyendo el número de festeros, que ha llegado a ser hoy de 34 socios efectivos y 36 protectores, cifra que en nuestra ciudad, a causa de los cuantiosos gastos que lleva consigo el hecho de tomar parte en los festejos, resulta exigua de todo punto.
Hoy es presidente Francisco Hernández Hernández, al que auxilian el secretario, José Torró Hernández, y Juan Hernández Hernández como tesorero. Los Cristianos han hecho grandes esfuerzos por vigorizar la comparsa, entre los cuales ha sido uno de los más importantes y ostensibles la modificación del traje. Este consta, hoy, de una túnica negra con cruz y banda plateada; un pantalón de tisú de plata; capa verde, con forro blanco; unas guerreras botas altas, casco circular, con cruz, y la lanza, el pico, o la pequeña hacha como simbólicas armas que esgrimir en los desfiles o en los actos de carácter bélico.
Hoy es presidente Francisco Hernández Hernández, al que auxilian el secretario, José Torró Hernández, y Juan Hernández Hernández como tesorero. Los Cristianos han hecho grandes esfuerzos por vigorizar la comparsa, entre los cuales ha sido uno de los más importantes y ostensibles la modificación del traje. Este consta, hoy, de una túnica negra con cruz y banda plateada; un pantalón de tisú de plata; capa verde, con forro blanco; unas guerreras botas altas, casco circular, con cruz, y la lanza, el pico, o la pequeña hacha como simbólicas armas que esgrimir en los desfiles o en los actos de carácter bélico.
Se puede asistir con cierta indiferencia al debilitamiento o incluso a la desintegración de una u otra comparsa. Algunas hay que nunca han poseído verdadero arraigo en nuestras fiestas y han pasado por eIlas, una o varias veces, sin apenas dejar huella de su efímera presencia, como condenadas de antemano a cumplir un anodino cometido. Otras ya desaparecidas, perviven en el recuerdo de los villenenses con una tenacidad no exenta de melancólica nostalgia: tal es el caso de los Romanos. Pero la de Cristianos es distinta a las demás en este aspecto, pues es la más firme base del sentido de nuestros festejos en cuanto atañe al importante cometido que en ellos desempeñan estas agrupaciones. Es deber de villenenses en general y festeros en particular, apoyar a los Cristianos y remozar con nuevas energías a una comparsa que, en realidad. está sostenida en su armazón por unas pocas familias. La dignidad de nuestras fiestas, y Ios altos valores en que están sustentadas, así lo demandan.
Extraído de la Revista Villena 1969
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