RUPERTO CHAPÍ, JOSÉ ZORRILLA Y LOS GNOMOS DE LA ALHAMBRA. Por... José Sánchez Ferrándiz
La cosa se fraguó durante el año 1888. El Liceo artístico de Granada lanzó la iniciativa de organizar diversos actos para homenajear y coronar a José Zorrilla, el veterano y prestigioso poeta y dramaturgo vallisoletano, autor de D. Juan Tenorio, quien había mantenido a lo largo de los años una dilatada y estrecha vinculación con aquella ciudad. El agasajado, que se había resistido en un primer momento al homenaje, en parte debido a los achaques de salud asociados a su avanzada edad, acabó por aceptar, aunque a regañadientes, el multitudinario reconocimiento que se verificaría (coincidiendo con las Fiestas del Corpus) a lo largo de varias semanas durante los meses de junio y julio del año siguiente. El momento cumbre de los festejos tuvo lugar en el transcurso de la gala de más de tres horas de duración celebrada la tarde del 22 de junio en el Palacio de Carlos V, dentro del conjunto monumental de la Alhambra. La prensa de la época cuantificó en unas 16.000 las personas concurrentes a este último acto y en 923 las coronas entregadas entonces al poeta para su simbólica coronación, la mayoría de laurel, aunque también las hubo de un importante valor material, al estar realizadas de plata, oro, y algunas incluso engastadas con brillantes.
De lo que pasó después se hicieron amplio eco los periódicos de la época, generándose un gran debate habida cuenta de que el premio musical quedó finalmente desierto, ya que a juicio del jurado, ninguna de las partituras tenía la suficiente calidad. Escoció especialmente en los círculos más cercanos al músico villenense que uno de los integrantes de aquel jurado era su “íntimo amigo” Tomás Bretón, que con Ruperto había obtenido tiempo atrás y al unísono, el premio extraordinario de composición el curso académico en que ambos finalizaban sus respectivos estudios en el Real Conservatorio de Música de Madrid.
El 9 de noviembre de 2015 el periodista José Luis Delgado en un artículo publicado en el periódico Granada hoy escribía:
“En 1889 el Liceo de Granada ofreció 5.000 pesetas a la mejor obra musical que se presentara al certamen, basada en el poema de Zorrilla Los Gnomos de la Alhambra (primera parte de su obra Gnomos y Mujeres). Al premio concurrieron ocho obras y todas ellas se rechazaron porque al jurado no le parecieron suficientemente buenas y el premio quedó desierto. El Liceo se ahorró los mil duros. Estamos en Granada.
Entre las obras presentadas al certamen estaba el poema sinfónico Los gnomos de la Alhambra del maestro Chapí, el consagrado autor de El rey que rabió y La Revoltosa que tantos aplausos habían cosechado. El jurado de 'expertos' lo formaba, entre otros, el cronista Francisco de P. Valladar; el maestro de piano de García Lorca, Antonio Mesa Segura; el guitarrista Francisco Rodríguez 'El Murciano'; el maestro de capilla de la Catedral Celestino Villa y el condiscípulo de Chapí, Tomás Bretón que desde Madrid emitió también su veredicto adverso a la obra de su 'amigo' Ruperto. La partitura fue interpretada solo al piano; sin darle oportunidad al rumor de bombos, timbales, violoncelos ni contrabajos; sin oír violines, ni trompas ni clarinetes; sin saborear la dulzura del arpa ni la melancolía del oboe…
Tras el anuncio de que el certamen había quedado desierto y filtrado el hecho de que Ruperto Chapí era uno de los que habían optado a él, el prestigioso crítico musical y taurino Antonio Peña y Goñi publicó un encendido manifiesto en defensa de la obra de su amigo Ruperto, que no hizo sino arreciar la polémica que alcanzaría su cénit cuando varios meses más tarde y con gran éxito de crítica y público, el Teatro Real de Madrid acogió el estreno de esta partitura que sería la última que el músico villenense dedicaría al género sinfónico. Retomando el citado artículo de José Luis Delgado en Granada hoy, este autor finaliza diciendo:
Pasados los fastos de la coronación de Zorrilla, la obra Los Gnomos de la Alhambra del maestro Chapí fue estrenada en Madrid con un clamoroso éxito; interminables aplausos hicieron salir varias veces al autor a saludar al público entre el que se encontraba la reina María Cristina. La prensa nacional de forma unánime valoró muy positivamente el poema sinfónico, a pesar de que fue escrito en muy pocos días y no se ajustaba demasiado, según el jurado, al proceso cronológico y argumental del poema original del poeta Zorrilla. Mientras todos los periódicos, El Globo, La Época, El Imparcial, La Iberia, etcétera, piropeaban la obra y aclamaban a su autor, el Liberal de Granada se limitó a calificarla de "estimable intento".
Cuanto menos resulta curioso el hecho de que todas de obras interpretadas aquel día en el liceo madrileño correspondían a autores extranjeros, excepto la de Ruperto Chapí. Además, el director de orquesta que dirigía al grupo de profesores que integraban la Sociedad de Conciertos y a la vez director artístico del Teatro Real, era el prestigioso músico italiano residente en España, Luigi Mancinelli, quien poco antes había sustituido como máximo responsable de aquella agrupación musical a un Tomás Bretón que desde algunos sectores venía siendo cuestionado desde tiempo atrás por la dirección musical y elección del repertorio de la Sociedad de Conciertos, y no es en modo alguno descartable que al elegir Mancinelli entre el programa de partituras de aquel día la citada obra de Chapí, tratara de realizar un simbólico acto de desagravio hacia el músico villenense, por la posible injusticia de la que meses atrás habría sido objeto en Granada.
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