11 sept 2022

1977 ANTÓN / EL JUDIO

ANTÓN/EL JUDIO
José Conejero Alcaraz
«Aquella mente lastrada y silenciosa que indiferente miraba alrededor... quisiera yo hacer blanco de mi prosa».
La noria de la existencia gira y gira inexorable y un reguero de recuerdos queda tras sus canjilones. Recuerdos que, de alguna manera, encadenan el presente y el futuro a un pasado que en ocasiones queremos olvidar... inútilmente.
Como consecuencia de ciertos imponderables de la vida, o.… por incapacidad de entendimiento entre los hombres, el camino que emprendí me alejó varios lustros del pueblo que me vio nacer. Desde aquella fecha, dos nuevas generaciones me han sucedido. Probablemente muy pocos de ellos habrán oído hablar de aquel tonto de mi pueblo a quien todos llamábamos Antón el Judío y cuyo verdadero nombre creo que muy pocos conocían.
Años después volví a mi tierra, pregunté por Antón y entonces supe que un mal día lo encontraron sin vida en el interior de su mísero habitáculo. De veras lo sentí y unas lágrimas sinceras brotaron de mis ojos. Al recibir la noticia, tuve la sensación de que algo en mi interior se desmoronaba. Como si uno de los eslabones que unían el presente y el pasado se hubiera roto en mil pedazos.

Hoy, cuando ya he cruzado el ecuador de mi existencia; cuando la lucha por la vida en busca de una situación estable, deja de ser un problema acuciante para mí; cuando desde el sitial de mi experiencia miro con serenidad cómo las banderas se agitan a todos los vientos; cuando veo a la juventud decidida, buscar el camino que ha de conducirle a un mundo más justo y equilibrado... todavía emerge desde el desván de los recuerdos, se agiganta y pide sitio... la figura desgarbada de Antón el Judío, al viento su velludo pecho y colgada al hombro su raída y sucia chaqueta, cuyas mangas atadas por los puños, hacían las veces de zurrón donde almacenaba los mendrugos que sus paisanos le daban.
La razón por la que Antón eligiera aquel mísero vivir, jamás logré conocerla. Siempre me incliné a pensar que aquel hombre tenía su pequeño secreto, que arrastraba por la vida como arrastraba su existencia... calladamente.
Antón el Judío, era para los niños de mi generación, una figura familiar, diríase que imprescindible. Cuando en nuestras correrías no tropezábamos con él, sentíamos que algo nos faltaba. Que en el encerado de nuestras incipientes vidas se notaba la ausencia de una pieza importante para completar el conjunto.
Las agujas del reloj han dado muchas vueltas. Es cierto que algunos aconteceres duermen el triste sueño del olvido. Es cierto que existen otros personajes que con mayor relieve reclaman nuestra atención. También es cierto que estos pobres mendigantes hacen poca historia... Pero yo no puedo olvidar la figura tristemente cómica de Antón el Judío, acaudillando a la grey infantil en un preámbulo de Fiestas Villeneras.
Creo que por nuestra parte merece aunque no sea más que un compasivo recuerdo, quien llegadas las fiestas en conmemoración de la Morenica, se lanzaba a la calle el primero con un fervor festero que servía de ejemplo y acicate a todos sus paisanos.
Extraído de la Revista Villena de 1977

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