29 abr 2022

1928 EL TRONO DEL AMOR

EL TRONO DEL AMOR
A VILLENA
Te dedico mi poesía:
Modesto ramo de rosas
que a ti llegan ruborosas,
porque saben ¡Ciudad mía!
que tendrás, en este día,
otras más frescas y hermosas.
Mi trabajo, no lo niego,
es monótono y vulgar;
va a tus puertas a cantar
la canción del pobre ciego…
A tus bondades lo entrego,
hazle en tu alma un lugar.

***
Hace años, yo buscaba
y no lo pude encontrar,
ese soñado lugar
en donde la lucha acaba.
En todas partes hallaba
ira, duelo e impiedad;
y aprendí que, en realidad,
mientras vivamos en guerra
no puede haber en la Tierra
ní armonía ni equidad.
Por doquiera oía el clamor
de la lucha ¡qué tristeza!
¿En donde la Paz empieza?
—me dije— ...Miré una flor
y al ir a olerla, traidor
entre sus hojas hundido,
vi a un vil insecto escondido,
que acechaba por dar muerte
a otro, más débil o fuerte,
que allí fuera con descuido.
Paz no existe en la ciudades
do la Sociedad se apiria,
ni en la graciosa campiña
con sus dulces soledades;
ní en esas profundidades
del mar, en donde se agita
otro mundo, que palpita
y que acecha a toda hora
al débil, a quien devora
con una furia inaudita.
Ni está en las tierras heladas
de los desiertos glaciales,
ni en las zonas tropicales
con sus arenas doradas
o sus selvas perfumadas;
que en donde hay vida, cela
el águila cuando vuela,
la serpiente al pajarillo
el halcón al ratoncillo,
el león a la gacela...
¿Oyes a esos ruiseñores,
que en la hermosa primavera
del arroyo en la rivera,
entre aromas y entre flores
cantan sus trinos mejores?
Cuando buscan su alimento
son fieras para el tormento
de insectos que, en sus guaridas,
pierden sus débiles vidas
a miles, en un momento.
¿Ves la linda mariposa
de tan variados colores,
que revuela entre las flores
y en la delicada rosa
suavemente se posa?
En un día no lejano
era un inmundo gusano,
que estropeó, codicioso,
el fruto dulce y jugoso
del peral y del manzano.
Mira la clara corriente
que a la llanura florida
lleva riqueza y da vida:
A impulsos del sol ardiente,
su líquido transparente
se transforma, se evapora;
en nube obscura y traidora
allá arriba se convierte,
y sobre el valle se vierte
en tromba desoladora.
Y esas azulinas olas
que al acercarse a la orilla
besan a la blanca barquilla,
donde el pescador, a solas,
canta bellas barcarolas...
En días de tempestad,
con terrible majestad
se agitan impetuosas,
y a las naves más hermosas
despedazan sin piedad.
***
¡Qué mundo este, Dios Santo!
Yo comprendo que Tú hicieras
para la lucha las fieras;
que fuerzas que dan espanto
traigan el duelo y el llanto,
(Tú sabes con qué provecho)
pero el hombre, que fué hecho
a tu Imagen ¡Santo Dios!,
cuando va del mal en pos
pierde del hombre el derecho.
¡Que elementos y animales
cumplan su ley o destino...
Más el hombre, que es divino,
debe al mundo, en vez de males,
darle bellos madrigales,
y como ser superior
esparcir en rededor
la Virtud y la Bondad:
cualidades que, en verdad,
SON EL TRONO DEL AMOR.
J. Emilio Puche
Extraído del periódico Villena Joven septiembre de 1928

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