30 ago 2022

1940 AGRICULTURA, INDUSTRIA Y COMERCIO

Agricultura, Industria y Comercio.
HE aquí las tres angulares piedras sobre las que descansa la Economía, no ya de un pueblo, un continente o una raza, sino del mundo entero, enumeradas en orden a su importancia esencial e intrínseca. Aquel país que mejor sepa equilibrarlas y hermanarlas en orden a su rango inicial, indefectiblemente ha de ser el más próspero y culto; y como consecuencia natural e inapreciable, el de más robusta independencia económica y política. Un pueblo, un Estado que no sepa crearse una economía sólida, ni podrá nunca acometer grandes empresas con sabor de continuidad y permanencia, ni llamarse y sentirse plenamente independiente y libre.
Pues bien; de estos tres sólidos puntales que sostienen la economía general y pública, ocupa lugar preferente indiscutible la agricultura, hasta el punto de que los otros dos son una consecuencia del mismo y nacen de su entraña y substancia.

La industria y el comercio—sin que ello sea restarles nada de su importancia y valor—son una creación artificial del hombre, son un producto de su inteligencia en su constante anhelo de prosperidad, comodidad y mejoramiento de vida. La agricultura en su acepción original y rotunda, es de creación natural, es innata en el hombre; nace, cuando él por designio divino abre sus ojos por vez primera sobre la tierra. La agricultura es la causa; el comercio y la industria sus consecuencias. La primera crea; las dos segundas transforman y acercan.
Ofrece el labrador el vellón de lana que criaron sus ovejas, el grano de trigo que recolectó en sus campos, la guedeja de algodón que sus tierras produjeron, para que el industrial y el comerciante nos lo ofrezcan convertidos en el rico paño que nos cubre y adorna, la suave manta que nos arropa en el lecho, y la rica hogaza que preside nuestra mesa. Pero sin vellón, sin grano y sin guedeja, nada de esto tendríamos.
Es la misión agrícola el laboreo y explotación de la tierra—de la madre tierra—para nuestro provecho, y nunca mejor empleado el nombre de madre, ya que todo de ella nace, y a ella vuelve todo, pues hasta el hombre que la utiliza y se titula orgulloso rey de la misma, de un puñado de tierra convertido en barro, fué por Dios creado. Y así como la dorada espiga al llegar el punto de su madurez y sazón dobla el tallo para mirar con añoranza, dulcemente mecida por el viento, el surco donde germinó el grano que le dió vida, en ademán de volver a él, así el hombre ya vencido y roto, logra únicamente su descanso en la madre que amorosamente le acoge de nuevo en su seno, para convertirle en tierra, en polvo, en leves cenizas de donde surge nueva vida.
Nuestro pueblo ha sabido dar el debido equilibrio a estos tres elementos que comentamos, y ello es el secreto de su prosperidad. Siendo eminentemente agrícola, supo crear una potente industria y un próspero comercio, sin que sea preciso que nos esforcemos en probarlo, pues infinitamente más eficaz que nuestras palabras, resultan sus campos extensos, su huerta admirable, sus modernas fábricas, sus ricos almacenes de gran tráfico.
Pero no olvide el buen villenense que me lea, lo fácil y pronto que puede perderse todo esto que tanto cuesta formar. Que hay un grave peligro que puede
colocarnos en tal trance. Que no es nuevo, que todos le conocemos y todos lo olvidamos como si nos molestase saberlo; y es sencillamente que Villena siente sed teniendo agua, y aun cuando parezca una paradoja, este pueblo donde el agua se encuentra por doquier, morirá de sed indefectiblemente si Dios no lo remedia... Y no digo más. Termino con esto, cuando realmente debiera empezar, por ser tema que lo merece, pero en fiestas estamos, y no quiero desempeñar el antipático papel de aguarlas.
Hoy, para estos días, no os deseo más que buen vino, y que sea bien y pacíficamente digerido: Primero, para que los paséis alegre mente. segundo, para ver sí se cumple el clásico refrán de que quien se acuesta con vino, con agua se levanta, y el día 10 os acordáis de mí advertencia.
Cristóbal Pérez.
Extraído de la Revista Villena Azul de 1940. Fiestas

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