1990 LA HERENCIA QUE ME DEJÓ MI PADRE

LA HERENCIA QUE ME DEJÓ MI PADRE

Allá por el año 1918, tenía mi padre una promesa: La de, después de pedir a la Virgen, el día 9 de septiembre, en las afueras de Villena, acompañarla en romería junto a los demás villeneros, que la habían colmado de promesas durante las fiestas septembrinas.

Camino del Santuario, mi padre, solía llevar a hombros durante los diferentes relevos, a la MORENICA, hasta lo último del recorrido. Esto lo estuvo haciendo hasta que llegó el día, ingrato para él, en que mermadas sus facultades físicas, se vio impotente para seguir realizándolo. No podía seguir el ritmo de los romeros que portaban la imagen a hombros. Como sus fuerzas no le respondían, se vio obligado a desistir de lo que tanto respetaba y le hacía feliz; sentado a la orilla del camino... veía alejarse a su MORENICA, su Virgen querida, inundado de tristeza y sus ojos nublados dejaban escapar algunas lágrimas furtivas. No pudiendo ya cumplir su promesa, regresaba a casa solitario y triste, desandando el camino.

La amargura que sentía, no la puedo describir. Era, a su Virgen morena a quien había abandonado.

Yo observaba... a su regreso, que no era normal la hora en que llegaba de vuelta a casa, y le preguntaba «que porqué tan pronto». No podía contestarme inundado de emoción.

Una vez enterado, me ofrecí para ocupar su puesto sucesivamente y en las mismas condiciones que él. El resultado fue... un inmenso respiro de mi padre que recuperó pleno de satisfacción, su tranquilidad.

Hasta ahora, voy siguiendo su tradición. Además soy su hijo mayor.

Pero se da la circunstancia, que sólo tengo una hija, y ella, no puede seguir acompañando a la Virgen. Por eso ruego a cualquier joven villenero, que para que no se rompa nuestra tradición, se ofrezca a continuarla él; tomando las primicias de este homenaje a nuestra MORENICA, sin necesidad de dar su nombre si así lo prefiere.

Si alguien atiende mi ruego, mis más expresivas gracias; con la confianza de que la Virgen no le defraudará y le guiará por buen camino.

José Hurtado

Extraído de la Revista Villena de 1990