31 mar 2024

1994 EL PASODOBLE «LA ENTRADA»

El pasodoble «La Entrada» Por ALFREDO ROJAS
Todas las poblaciones, o casi todas, porque pocas cosas en este mundo pueden ser establecidas categóricamente, y aún añadiría yo que de estas expresiones trasciende cierto tufillo pretencioso y petulante, poseen determinadas composiciones musicales que se consideran como propias u obran como tales. Músicas enraizadas en el alma popular, que el pueblo siente profundamente como suyas, que tienen la virtud de hacer vibrar ciertas fibras sensibles y llenan el ánimo de emoción, pueril y sensiblera si se quiere, pero sincera y espontánea siempre.
EN este orden, Villena cuenta con tres composiciones que destacan sobre una numerosa nómina cuya relación debe llenarnos, si no de orgullo, que aunque disculpable fuera desmesura, sí al menos de satisfacción. Tales tres obras, todo buen villenero lo sabe con absoluta certeza, son el «Himno a Villena» y dos pasodobles singulares: «La Morenica» y «La Entrada».
Sigue a este notable trío de música referida a Villena, una larga relación compuesta por pasodobles y marchas moras escritas especialmente para las comparsas villenenses de moros y cristianos, buena parte de ellos debida a la inspiración de D. Manuel Carrascosa. Y numerosas y diversas composiciones más, desde las de elevado rango sinfónico, como las de Luis Hernández, a las obras menores de tantos otros: Antonio Ferriz, Alberto Pardo, Sebastián Rubio, Francisco Domene o la nueva generación entre la que podría citar a Antonio Milán y Gaspar Tortosa. Sé que hay más nombres que cabría encontrar pero cuya búsqueda no efectúo porque, contando con la disculpa de quienes podrían anotar omisiones injustificadas, no es mi intención ahora llevar a cabo un recuento exhaustivo de composiciones y autores que han contribuido a formar este acervo musical exclusivamente dedicado a la ciudad.
Vuelvo, pues, a estas tres composiciones a las que antes aludía. El Himno a Villena, como es sabido, es obra, letra y música de D. José Serra Dalmau. Sobre él ya di una breve nota en el número de 1989 de esta misma Revista, con ocasión de exhumar otro himno a Villena cuya memoria se había perdido, escrito en 1927 por Quintín Esquembre, el autor de «La Entrada». D. José Serra, injustamente olvidado en nuestra ciudad, hizo también la música y la letra de un notable «Himno al Árbol», que se cantaba anualmente por los escolares villenenses en la celebración de la Fiesta del Árbol y otro himno a la memoria de Chapí con ocasión de la muerte de nuestro ilustre compositor. Serra desarrolló una actividad intelectual y profesoral en nuestra ciudad que merece el reconocimiento de los villenenses. Afortunadamente, Vicente Prats Esquembre, a quien debo los datos que expongo sobre D. José Serra, está realizando, con el minucioso rigor que le caracteriza, una detenida investigación acerca de las actividades extraescolares desarrolladas por Serra en nuestra ciudad; y esperamos que con su publicación podamos conocer mejor la personalidad y la obra de aquel notable profesor.
En cuanto a «La Morenica» respecta, ya hice una amplia exégesis de todo lo referente a esta composición de D. Manuel Carrascosa en esta misma revista del año 1975; y añadí nuevas consideraciones en la de 1990 con ocasión del cincuentenario de su estreno. Sabido es que la letra la escribió, muchos años después de la creación del pasodoble, Elena Montiel. Y conviene citar que el éxito de «La Morenica» entre los villenenses, y la identificación de todos ellos con sus melodías, no oscurece la existencia del resto de las composiciones de Carrascosa dedicadas a nuestra ciudad: las destinadas a las comparsas a las cuales antes aludía y, entre otras muchas, el «Himno al Cincuentenario del Colegio Salesiano» o el «Canto a la Virgen de las Virtudes», ambos con letra de Pedro Hernández Hurtado, recientemente fallecido. O bien el «Canto a las Fiestas de Villena», para cuya letra confió en mi colaboración.
Y llegamos a «La Entrada», el famoso pasodoble de Quintín Esquembre. De todos es conocido cómo se gestó: Francisco Bravo creó una nueva banda de música en Villena, tras un paréntesis de varios años sin ella, compuesta casi exclusivamente por niños; la Banda debía hacer su debut en 1922 el día cinco de septiembre, y para esta ocasión, Bravo pidió a su amigo Quintín Esquembre, componente entonces de la Orquesta Filarmónica y de la banda Municipal de Madrid, un pasodoble muy sencillo, que pudiera ser interpretado sin dificultad por los bisoños componentes de la banda, que solamente contaban con un año de estudios musicales. Y Esquembre escribió el pasodoble sin otra pretensión que buscar la facilidad en su ejecución. Como buen villenense, y sabedor de que se iba a estrenar en el acto de La Entrada, le dio el título de este episodio de nuestra Fiesta. Y para todos, para él mismo también, pues yo oí de sus labios este relato poco antes de su muerte, resultó una agradable sorpresa la difusión que alcanzó la obrita, pues se la considera hoy como una de las más importantes del género y se interpreta asiduamente en España y aún fuera de nuestro país.
Tal como «La Morenica» y el «Himno a Villena», el pasodoble «La Entrada» tiene letra. Y cuando nadie prácticamente la recordaba ya, la Coral del Club del Pensionista la ha sacado del olvido y de vez en cuando la incluye en sus conciertos. Pero, fuera de sus componentes, apenas nadie la conoce hoy. Mi madre la cantaba y aún la recuerda, bien que con algunas lagunas; he contrastado su versión con la de otras personas de similar edad, y el resultado lo hago constar al final, aunque algún verso me lleva a sospechar que la transcripción no debe ser totalmente fiel. Pero así la recojo para evitar el riesgo de que pueda perderse definitivamente.
La letra es amplia; salvo los ocho compases de la introducción y el fuerte de los graves, que sigue a los dos temas iniciales, el resto puede cantarse. A este fuerte sigue un trío poco convencional, con letra para la primera vez y otra distinta para la repetición.
Y finalmente, resta conocer al autor de estas estrofas. Un día, hace ya no pocos años, me detuvo en la calle D. Cándido Soria Jiménez, que fue Jefe de Telégrafos en nuestra población y que fallecería pocos años después de este encuentro. D. Cándido, sin mediar ningún otro asunto, me preguntó directamente si yo sabía quién había escrito la letra del pasodoble «La Entrada». Contesté que no; hasta entonces, nadie me había hablado de ello y creo que hoy no hay nadie ya que conozca este dato. Me dijo, ante mi negativa, que el autor era un empleado de la imprenta de Marcos y Vicente, aquélla que estuvo en La Corredera, en el mismo lugar en el que radica hoy el establecimiento de Alfonso Calvo. Añadió que se llamaba Amérigo González Requena, y que era natural de Yecla. La rotundidad de las palabras de D. Cándido, y la prolijidad de los datos, me llevan a considerarlos ciertos; quede todo ello, letra y autor, fijados aquí con el deseo de evitar su pérdida y con la solicitud de que se corrijan o aumenten por quien pudiera hacerlo. Estas pequeñas cosas son trozos de nuestra menuda historia ciudadana; bueno es que la vayamos reconstruyendo en la medida de lo posible y que dejemos previsoramente recogido lo que está en peligro de desaparición.
Letra del pasodoble 
«LA ENTRADA»

Como flor saturada de abril que 
de fragancia y frescor se llena, 
son tus mujeres, noble Villena que 
las colmaste de encantos mil.
Y a esa raza que abrigas, gentil, 
quiere ofrendarle un triste coplero 
su canto henchido de amor sincero 
que fue inspirado en tu pensil.
Un pasodoble para ti creado
mi alma se ha llenado
de honda inspiración;
porque sus notas parecen clamores
lanzados con flores
del jardín de tu mansión.

Villena...
puedes ostentar orgullo por 
tener el suelo tuyo la mujer 
más noble y buena. La 
mujer que por su encanto 
ni una estrella fulge tanto.
Y aunque anidas bajo el cielo 
los vergeles más gentiles, yo 
me afano con desvelo por 
brindarle flores miles a tu 
hermoso y santo suelo.
Extraído de la Revista Villena de 1994

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