18 abr 2024

1992 VILLENA, CIUDAD ESTATUTO (II)

Villena, ciudad estatuto (II). Por FAUSTINO ALONSO GOTOR
Tras la expulsión de los moriscos villenenses en 1476, quedaron en Villena los cristianos viejos: jornaleros, pecheros, hijosdalgo, clero, estamento nobiliario, y aquellos residentes pero no empadronados.
DEL Islam sólo quedó el recuerdo que proporcionaban algunos objetos y utensilios, construcciones y enterramientos, y la toponimia de algunos parajes como «La parada del moro» (1) y «El rincón del moro» (2) aún existente. Asimismo en el inventario del Santuario del año 1524 se observa (3), la existencia de artesanía morisca que suponemos procedía, de los moriscos avecindados en poblaciones de la comarca, que como veremos posteriormente, venían al «mercado de los jueves» o bien a la feria tanto de la ciudad, como a la del santuario. Por lo cual no es de extrañar que los villenenses compraran: paños de riza, tovallolas, seda de grana labrada, ceñidores, gorgueras moriscas, alforjas, delantecamas, colchas, etc..., cuyo destino fuese al ermitaño o a residentes junto a la casi recién construida ermita, o bien como ex-votos de los devotos de la Virgen. Sobre la feria que se hacía en el santuario, tenemos noticia de que el año 1577, el Ayuntamiento acordó que «La víspera de Nuestra Señora de septiembre y el día después sean francos de todo lo que se vendiere en la dicha CASA por menudo y no en junto (y no al por mayor), o en cien pasos alrededor; entiéndese que se exceptúa por francos de alcabala: sombreros de fieltro y seda, zapatos, chapines, cintas, y todas cosas de tienda y confitura, y la fruta verde o seca, y vino por menudo, y todas las demás virguerías» (4).
Una mujer morisca con su típica indumentaria: la falda es muy corta y llevan velo, que al mismo tiempo les cubre todo el cuerpo.
Proximidad de los moriscos a Villena
Según Reglá (5), los lugares de moriscos más cercanos a Villena era: Elda y Petrel con 700 casas entre ambas: Monóvar, con 450; Novelda, 560; Aspe, 570; Crevillente, 400; y la morería de Elche con 400. Mientras que eran lugares de cristianos viejos: Fuente la Higuera, 190 casas; Caudete, 410; Biar, 500; Castalla, 400; Onil, 250.
En cuanto a las poblaciones castellanas: Almansa, en la década de los años 1580, tenía solamente 26 ó 27 moriscos (6); Sax, Yecla y Jumilla, también eran lugares de cristianos viejos (7); en Jumilla, cuando la expulsión general en 1609, asentábase algún morisco en pequeño número, pero preocupábanle «los moriscos de Monóvar que como más cercanos podrían ser los primeros en atacar a la villa».
Según Hernández Guardiola (8), la población morisca estaba localizada fundamentalmente en Novelda, Elda, Petrel, Monóvar, Aspe y Crevillente, con las morerías de Elche y Cocentaina.
Son varios los autores que destacan la preponderancia numérica de los moriscos en el valle de Elda. El historiador eldense Navarro Pastor (9) afirma que durante alguna época, fue superior a la de los cristianos viejos, e incluso, nos informa: aún persisten algunos parajes de la toponimia morisca: Jaud, Alfahuara, Tafolera, Almafrá, Cámara... Por nuestra proximidad, y por el secular asunto de las aguas, fueron los mudéjares y después los moriscos eldenses los que más relación tuvieron con Villena.
Relaciones con los moriscos comarcanos
• Bélicas: Tal proximidad de los moriscos a Villena, dio lugar a este tipo de relaciones bélicas ya durante rebeliones como las de la Alpujarra en 1569, o la del valle de Ayora en 1609, o bien los ataques turco-berberiscos al litoral alicantino.
Dicho año surgió la cruel guerra de la Alpujarra en las tierras de Almería y de Granada contra los moriscos sublevados y apoyados por los piratas turcos y de Berbería y otros países. La inquietud, el temor villenense, se acrecenta por doble motivo: la ineludible participación directa en dicha guerra, y su depauperada defensa ante la posible complicidad de los moriscos comarcanos o no muy lejanos a Villena.
Y así, el 24 de enero de 1569, el Marqués de los Vélez pide refuerzo de gente, ya «de a caballo como de a pié». El Ayuntamiento de Villena contesta, que su término «está rodeado de muchos valles de moriscos y sería peligroso disminuir su defensa». No obstante, dos meses después, el 14 de marzo, nuestra ciudad envió a la Alpujarra, un primer contingente de treinta infantes armados, conducidos por Martín Selva en nombre del concejo villenense.
En agosto del mismo año el Rey Felipe II, envió una provisión «por la que da licencia a la ciudad de Villena para que los vecinos de ella, de su tierra y de su jurisdicción, que están en fronteras y confin, y parten términos con muchos lugares de moriscos del Reino de Valencia, puedan tener y tirar con arca-buces (10).
Los frecuentes desembarcos en el litoral alicantino con la complicidad «quintacolumnista» de los moriscos levantinos, fue ocasión de averiguar el estado de las defensas de Villena de lo cual y a requerimiento del rey, informaron los villenenses con determinado número de testigos, ya de edad. Dos de ellos, al menos, testimoniaron sobre el mal estado en que se encontraban las murallas, y ambos aña-dieron:
«Si la reparación se hace, será gran beneficio de su Magestad, porque la ciudad no está más que a media legua del reino de Valencia y metida en él, porque confina con cinco lugares de dicho reino. Está también a tres leguas de lugares de moriscos y a siete de la mar».
«Juan Sánchez, de 50 años poco más o menos» dice entre otros asuntos: «Está la ciudad en frontera con Aragón y a siete leguas de la mar», y ha visto: «viniendo armada de moros a esta costa de Alicante, venirse a retraer a esta ciudad mucha gente y algunos déllos los a (sic) tenido por tres o cuatro veces recogidos en su casa». Estas informaciones fueron practicadas desde el 15 hasta el 29 de julio de 1563 (11).
En abril de 1566, Felipe II ya había construido el Castillo de Bernia, el motivo, él mismo se lo explica a los villenenses en una Cédula y Provisión Real: «Concejo, Justicia, regidores, caballeros, oficiales y hombres buenos de la ciudad de Villena. Ya sabéis como por excusar y obviar los daños que los turcos y moros enemigos de nuestra santa fe católica, hacían en las costas del reino de Valencia, y aún en la tierra adentro, viniendo cada día a ellas con sus fustas y galeras y otros bajeles cautivando y llevando muchos cristianos y haciendas, mandamos hacer...». El castillo mandado por Hernando de Villafañe, necesitaba su guarnición, por cuyo motivo añade, dicha Cédula Real:
«os encargamos y mandamos, proveais y deis orden que con toda brevedad y diligencia se le envíen de esa ciudad, hasta ochenta hombres que sean útiles y bien armados...».
El Ayuntamiento reunido con algunos «hombres-buenos» acordaron:
«con todo lo que esta ciudad pudiere como buenos vasallos, socorreran y favoreceran al dicho Hernando Villefañe, atento que esta ciudad es de pocos vecinos, y tiene pocas armas y está en frontera (colindante de moros) para tener que dar tanta gente...» «...enviaran toda la gente que esta ciudad pudiere al dicho capitán...» (12).
Esta situación habría de repetirse varias veces a lo largo del último tercio del siglo XVI:
En 1565, el regidor Jerónimo Vall, en representación del Concejo villenense, escribió una carta al Gobernador del Marquesado pidiendo armas, arguyendo que:
«Villena está a la raya de Aragón, y está de la mar a cinco o seis leguas, adonde ordinariamente los moros saltan a tierra y hacen cabalgadas, y si no fuesen socorridos de mis partes los que viven en Alicante, Elche y otros pueblos más cercanos a la mar, los cautivarían y tomarían los pueblos, en cuya causa mis partes tienen necesidad de estar proveídos de armas y traerlas de día y de noche para se ejercitar en ellas...» (13).
Es en 1569 cuando, a causa de la guerra de La Alpujarra, a primeros de año, se pide, con mayor poder por la Corona, a través del capitán Villafañe, «80 hombres con sus armas» para reforzar la defensa del castillo de Bernia. El Ayuntamiento intranquilo, apela a la indefensión en que quedaría si enviara a alguien, pues «está en frontera y al rostro de los enemigos, a tres leguas de ellos». No obstante, pasados dos meses enviaron a 80 villenenses con sus «arcabuces, ballestas, alabardas, lanzas y rodelas». En fin de año, Villena se rearmó.
En 1571, precediendo a la batalla de Lepanto, el capitán del castillo de Bernia vuelve a instar refuerzos, y se le envían otros ochenta hombres villenenses (14).
Avanzada la guerra de Granada, a pedimento de la ciudad de Villena, Felipe II envió una ejecutoria, adaptada a una ley general firmada en Valladolid, por la cual se les permitía a las personas el llevar espada y puña «a excepción de los malamente conversos del reino de Granada» (15).
Vencidos los moriscos granadinos o alpujarreños, comenzó su destierro y dispersión. Entre otros capitanes, D. Alfonso de Carvajal condujo a Albacete a los moriscos de Almería, hasta Sevilla; pero otros se dieron tan mala maña, que se les fugaron: unos se fueron a África, otros se incorporaron a la vida civil, pero otros se dedicaron al bandidaje. Unos tres años más tarde, en 1576, el Gobernador del Marquesado de Villena ordena que «no se diesen pasaportes a los moriscos de Granada» (16).
Posteriormente, 1583, se lee en el Ayuntamiento una notificación «sobre el trato que se ha de dar a los moriscos de Granada que estén alistados» en Villena, acordando el Concejo «no hacer ninguna diligencia sobre tales moriscos» puesto que «no hay avecindado ninguno» (17).
Villena tras la citada guerra, según Ponce Herrero, perdió el 41'3% de su población entre 1591 a 1646, sin embargo no consta, documentalmente, que tras la guerra de Granada, se avecindase ningún morisco, coherentemente con su «estatuto de limpieza». Sin embargo en la vecina población de Almansa, la emigración en 1572, fueron más de cien vecinos los que partieron para repoblar la Alpujarra, dejando la villa sin braceros y numerosas casas vacías. Por tal motivo su Concejo solicitó a Felipe II «el establecimiento en Almansa de 70 casas de moriscos casados» (18).
En 1609 se inició la expulsión de todos los moriscos de España, decretada por Felipe III. El Reino de Valencia estaba manifiestamente alterado. Era Levante la zona más poblada de moriscos. Necesitaba una gran preparación para la salida de 117.464 moriscos según Lapeyre (Reglá).
El 24 de septiembre, los villenenses supieron que en el puerto de Alicante había una escuadra de galeras y otra de galeones. Todos los lugares de moriscos y los de cristianos viejos estaban muy inquietos:
Examinada la situación de Villena por su Ayuntamiento, reconocieron y declararon que:
«...porque a tres o cuatro leguas de esta ciudad hay lugares de moriscos como son Elda, Petrel, Monovar, Novelda y Aspe, Crevillente y Elche y otros lugares, y si estos huyesen de la gente de guerra que esta en la costa, es caso sin duda, han de venir para esta ciudad la cual está abierta y sin armas, y sería muy fácil entrarla y saquearla porque el número de moriscos son muchos; y deseando esta ciudad prevenir y acudir al reparo el daño que podían hacer, les parece se ordene lo siguiente...».
Las órdenes que se dieron fueron para reforzar la defensa y la vigilancia. Más, la inquietud era tan manifiesta, que deseando estar mejor informados, acordaron también:
«que el regidor Francisco Miño vaya a la ciudad de Elda con Carta Credencial de esta ciudad, a comunicar con el Conde de ella, el estado que tiene el negocio de los moriscos; y vaya a toda prisa porque dé cada día hay novedades».
Suponemos que los villenenses quedarían muy tranquilos cuando se enteraron de la pacífica expulsión de los moriscos del Valle de Elda, a quienes el mismo Conde los acompañó hasta el puerto para evitar las vejaciones que en tales momentos solían sufrir.
Sin embargo no debió durarles mucho la tranquilidad al ser informados de que los moriscos del, también cercano, Valle de Ayora se habían sublevado. El Ayuntamiento continuó con las órdenes dadas anteriormente en relación a la defensa y vigilancia. En este caso, incluso recibieron orden del Corregidor de Villena «para que la ciudad esté aprestada con el fin de acudir al cerco que el Tercio de Lombardía tenía hecho a dichos moriscos, en la Muela de Cortés» (19).
• Jurídicas: al margen de los temores villenenses en circunstancias «endécas» como los desembarcos turco-berberiscos, o «agudas» como las citadas rebeliones moriscas, Villena, inevitablemente, tenía relaciones habituales con los moriscos comarcanos, dándose, como es lógico en todo tipo de convivencia, casos en los cuales tenía que intervenir la justicia, autoridades, o señor, pertinentes.
La barata mano de obra morisca, «mano de moro, mano de oro», proporcionaba una enjundiosa riqueza al señor correspondiente, quien a su vez les correspondía con una amplia protección. Por tal motivo se originaba en los moriscos cierta posición social de prepotencia que, al menos en las aljamas del Valle del Vinalopó representantes de las dos terceras partes de población, acaparaban, según Juan B. Vilar (20), empleos concejiles y oficialías señoriales; y en modo alguno se dejan avasallar, e incluso se tomaban la justicia por su mano, conscientes de que el señor echará tierra al asunto; así aconteció cuando cierto morisco del val eldense dio muerte a un cristiano viejo de una puñalada en el curso de una discusión.
En julio de 1493, Joan Rok de Corella, Conde de Cocentaina y Señor de Elda, escribió a los regidores de Villena solicitando la libertad de Ali Moximi, moro eldense vasallo suyo, preso en el camino de Caudete bajo la acusación de fraude (21).
Posteriormente, el año 1542, sucedió que «con ocasión del asesinato en Pinoso de varios vecinos de Villena por unos moriscos, el Gobernador Pedro Maca escribió una carta, súmamente cordial al Concejo villenense, prometiendo "hacer cuanto estuviera en su mano" para castigar a los culpables» (22).
En 1576, un nuevo hecho relaciona a los cristianos viejos de Villena: por el mes de febrero dos transeúntes, mercaderes murcianos, caminaban desde Villena a Almansa; a nivel de los Alhorines les interceptaron su camino unos vecinos de Caudete quienes, con engaño, se apoderaron de cuatro libras y media de azafrán, unos dos kilos, junto a otras mercaderías, que se llevaron a Caudete pasándolos de contrabando. El Concejo de Villena denunció este hecho al Justicia de Caudete, e incluso al Gobernador de Játiva, estableciéndose entre las dos poblaciones el pleito que denominamos «del azafrán». En este pleito dieron su testimonio, «dijeron sus dichos», cuatro «moriscos de Monóvar». Simultáneamente al pleito del azafrán, se reagudizó el secular «pleito de los Alhorines» con un intenso movimiento burocrático (23).
Casi en sincronía al pleito del azafrán con Caudete, surgió otro con Yecla, de dos facetas posiblemente ligadas entre sí: una sobre amojonamiento de los lindes entre Villena y Yecla; y otra sobre la tala de pinos que hicieron unos vecinos de Yecla «encima de la fuente del Rocín», llevándose dos cherriones o carros, de Villena. A este pleito del amojonamiento acudieron, también, como testigos «a decir sus dichos», «cuatro vecinos de Monóvar», sin especificar que fueran moriscos, ni en el acta municipal, y ni en el Documento de Propios correspondiente a aquel año (24). Sin embargo Soler García (25) deduce que los cuatro vecinos de Monóvar: Ascar y tres compañeros, eran también moriscos porque el apellido Ascar aparece en la lista de moriscos expulsados de Novelda en 1609 publicada por Canelles en la Crónica de la Villa de Novelda. De cualquier modo hemos querido aclarar que son dos pleitos distintos: el del «amojonamiento» testimoniado por cuatro vecinos de Monóvar; y el del «azafrán» por cuatro MORISCOS de la misma población. Los primeros cobraron veintisiete reales; los segundos, seis reales.
• Mercantiles: No obstante, estos moriscos avecindados en las cercanías de la comarca villenense desde que fueron expulsados de Villena en 1476 hasta su expulsión de toda España en 1609, es decir durante un siglo largo, comerciaban en esta ciudad con normalidad. Traían y vendían sus mercancías en el mercado o las ferias sin otro obstáculo que el horario o la calidad de sus productos. El mercado y la Fuente del Chopo eran los dos principales núcleos de relación mercantil.
El domingo seis de julio de 1270, el señor de Villena, Infante D. Manuel, firmó en el Castillo de la Atalaya un documento otorgando a los villenenses el Fuero y Privilegios de Murcia y Elche. Simultáneamente, su hermano el Rey Alfonso X otorgó a Villena los Privilegios de Lorca.
Durante el año 1476, en las capitulaciones efectuadas entre los villenenses y Gaspar de Fabra, capitán de los Reyes Católicos, quienes las confirmaron, como asimismo en un documento firmado por Felipe II en 1558, otorgaron: «las mercedes que a esta ciudad tienen hechas los reyes sus antepasados en las cuales hay una que los días de jueves sea mercado franco en esta ciudad», y «que sus vecinos sean francos de no pagar Diezmos, ni Portazgo, ni Almojarifazgo», es decir que no paguen impuesto alguno en las aduanas o portazgos existentes entre los pasos de los «reinos de Castilla a los de Aragón y Valencia» sobre sus mercaderías y «cosas de labranza, crianza, y sus bestias y ganados» (26).
Referente al «negocio» de las aguas, el historiador eldense Navarro Pastor dice que en una carta expedida el 31 de julio de 1493 por el Conde de Cocentaina y señor de Elda, Juan Ruiz de Corella, al Concejo de Villena, agradece al ofrecimiento del agua de la Fuente del Chopo y del Carrizo Blanco «ya que los moros están en ayuno y antes de su Pascua no se les puede negar el agua de dicha fuente».
Cuarenta y dos años después, según el citado autor eldense, el Conde con el propósito de comprar un censo perpetuo sobre las aguas sobrantes de la citada fuente, concedió poder suficiente al moro Juan Farach, noble entre los de su raza y uno de los mayores propietarios de la huerta eldense, que acudió a Villena con los justicias o jurados de Elda, celebrándose el acto de la venta del agua de dicha fuente, el 30 de mayo de 1535 en Villena, reunido su Ayuntamiento «asistido por todos los vecinos de la localidad» (27).
Tal contrato de compra, al parecer, sólo tuvo vigencia hasta el año 1609, según se deduce por el acta municipal de Villena del dos de diciembre de 1624 en la cual se lee:
«...visto el contrato entre esta ciudad y la villa de Elda con aljama y moriscos de la dicha ciudad de Elda, y habiendo faltado los moriscos y aljama por la expulsión de ellos, y haberse deshecho, con su expulsión, los contratos por ellos hechos, este contrato tendrá poca fuerza...».
En algunas épocas, la franquicia del mercado-jueves no era total, pero sí atractiva puesto que, por ejemplo, en 1577, si de la alcabala o impuesto de las mercaderías vendidas en dicho mercado, se pagaba la mitad, no sucedía lo mismo con el almojarifazgo que lo dejaban exento de pago alguno. Las existencias de este mercado eran: frutas; obras de esparto, de vidrio, de junco, de hilo, de vidrio, de tierra; pescados secos; especias; cecinas, etc.; los pescados frescos estaban exentos de las alcabalas y del almojarifazgo (28).
Las alpargatas eran una de las mercaderías que solían traer los moriscos: mas generalmente se les exigía un mínimo de calidad. En 1588 el Ayuntamiento acordó:
«que se pregone, que todos los moriscos que los jueves traigan a vender alpargatas, lo declaren al alguacil para que las vea si son buenas o de ocho pasadas arriba» y no las puedan vender al por mayor, ni a vecinos, ni a forasteros, ni a tenderos hasta que no termine dicho mercado (29).
La relevante y sustancial riqueza que, día tras día producía la mercadería morisca de los valles cercanos y de los transportistas más lejanos, quedó manifiesta cuando en poco tiempo comenzó a disminuir el erario municipal tras la expulsión general de los moriscos en 1609, lo cual unos años más tarde, en 1620 obligó a reunirse al Ayuntamiento el día 1 de mayo, acordando comunicar al Agente de Villena de los asuntos de la ciudad, y residente en Madrid, para que fuera a la Corte con el fin de «pedir a su Magestad, en el Tribunal conveniente, licencia para adehesar un pedazo de término villenense», con el fin de pagar «la quiebra de las alcabalas», motivada:
«por haber faltado el trato y comercio de los moriscos que vivían en la comarca, y que de ordinario venían a esta ciudad a comprar y vender».
El caso del morisco Mombuy: La expresión más definitoria de tan intensa relación mercantil, queda simbolizada por la resuelta decisión de un morisco mercader, históricamente inédito, llamado Francisco Monbuy o Mombuey, quien en 1584, pidió vecindad en Villena. Esta insólita petición adquiere más relieve ante el periódico control villenense sobre probanzas generales de limpieza estatuida, tales como las efectuadas en 1577 y 1586, anterior y posterior a la petición de este morisco. En ambos años se ordenaba:
«que siendo así que han venido a vivir personas y gente forastera, las cuales no tienen probado si son cristianos viejos. Y a esta ciudad conviene que para conservar los privilegios se haga averiguación si tales habitantes son cristianos viejos o no, y los que no lo sean les manden vaciar la tierra y que no vivan en esta ciudad» (30).
Entre ambas órdenes de probanzas generales, entre el decenio expresado, el siete de octubre de 1584, reunido el Ayuntamiento:
«se leyó una petición de Francisco Mombuy, morisco en que pide se le dé vecindad y le libren de los derechos que le piden los alcabaleros, pues pagará su repartimiento; y se acuerda, que dando fianza, que pagará los repartimientos conforme a como pagan los vecinos, se le dé vencidad, sin perjuicio del Privilegio de esta ciudad.
Fianza de Francisco Mombuy: En la noble ciudad de Villena, once días del mes de octubre de 1584 años, de esta ciudad de Villena, y dijo que daba y dió por su fiador a Ginés Herrero, vecino de esta ciudad, para que los cuatro años, conforme a la Ley, estará y residirá en esta ciudad, y pagará los repartimientos que se le hicieren, así reales como concejiles, y pechará en todo aquello que los demás vecinos pechan, y para que el susodicho lo pagará, hizo de deuda ajena en propia, y para la ejecución dio poder a las Justicias de su Magestad, y renunció las leyes y la ley general, y lo firmó de su nombre, siendo testigos Damián Bellod y Pedro Micó y Mosen Serrano, clérigo, vecinos de Villena; y el otorgante lo firmó de su nombre y dijo así».
(Esta es la transcripción de la traducción paleográfica verificada por el villenense autodidacta Antonio Cuellar Caturla, cuya labor en el Archivo aún no ha sido justa y bien enaltecida).
Pensamos que el Caso Mombuy necesita un más amplio estudio si ello es posible. Por ahora se deduce que: la ley general de probanzas añade, sin tomar cuerpo el Privilegio de Villena, añade, decimos, una variante muy excepcional, para dar vecindad, sólo durante cuatro años, a este caso del moriso F. Mombuy, que incluso está avalado por un clérigo (31). Soler García presentó otro morisco, Zahed Abdón Bereberás (32), también mercader que estaba avecindado en Villena. Mas este caso estaba dentro de la normalidad puesto que su tiempo era en 1430, cuando en Villena estaban avecindados numerosos moriscos hasta 1476 en que los villenenses los expulsaron violentamente y para siempre.
Por el dicho motivo, la diferencia entre Berberás y Mombuy es absoluta, como también son las de Damián Alonso y Juan Martínez, alpargatero, citados por nosotros hace catorce años (33), quienes coetáneos de Mombuy, supuestamente eran descendientes de moriscos al menos en tercera generación y se vieron obligados a presentar probanza que ocasionó un largo proceso.
NOTAS
(1) AMV. Acta Cabildo: 1 de agosto de 1566; se cita este paraje con motivo de señalar los abrevaderos de la acequia que nacía en la Fuente del Chopo, seguía junto al Cabezo del Gato y pasaba por «la puente de la Parada de los moros».
Biblioteca particular F.A.G.: «Libro Cabildos», tomo 1, pág. 139.
(2) «El rincón del moro» es una partida rural, aun existente, de 12'25 km. c., situada entre las «laderas de Cabreras y la Hoya hermosa».
(3) José M.ª Soler García: «Villena, Prehistoria-Historia-Monumentos». D.P.A., Alicante 1976, pág. 159.
(4) AMV. Acta Cabildo: 27 de diciembre de 1577.
Biblioteca F.A.G.: «Libro Cabildos», tomo 2.º», pág. 187.
(5) Juan Reglá: «Estudios sobre los moriscos». Universidad, Valencia, 1971, pág. 115. José M.» Ros Biosca: «Historia de Fuentelahiguera». Centro de cultura valenciana, año 1922, pág. 196.
(6) Gabino Ponce Herrero: «Almansa en los siglos XVI y XVII... ». Cuaderno de estudios locales. N.» 5, pág. 12. Ed. Asociación «Torre Grande», Almansa, agosto 1987.
(7) Historias de Sax, Yecla y Jumilla.
(8) Lorenzo Hernández Guardiola: «Nuestra Historia». Colec. «La Verdad», pág. 22. Alicante, 1980.
(9) Alberto Navarro Pastor: «Historia de Elda», tomo 1, pág. 165. C.A.M. Alicante, 1981.
(10) AMV: Actas Cabildos: 2 de enero, 14 de marzo y 23 de agosto de 1569.
(11) José M.» Soler García: «La Relación de Villena de 1575», pág. 131. DPA, Alicante, 1969, pág. 131.
(12) AMV: Acta Cabildo: 15 de abril de 1566. Biblioteca FAG: «Libro Cabildos» tomo 1, págs. 124 y ss.
(13) AMV: Documento antiguo, año 1565. Biblioteca FAG; libro «Documentos antiguos», tomo pág. 4.
(14) AMV. Actas de Cabildos: 24 febrero, 14 de marzo y 3 de diciembre de 1569.
Actas de Cabildos: 26 de agosto de 1571. Biblioteca F.A.G.: «Libro Cabildos», tomo 1.º, págs. 260, 270 y 307.
«Libro Cabildos», tomo 2.», pág. 61.
(15) AMV: Documento antiguo, fechado en 23 de agosto de 1569.
Biblioteca F.A.G. Libro «Documentos antiguos», tomo 3, pág. 69.
(16) José A. Tapia: «Historia de la Alpujarra». DPA. Almería, 1964, pág. 203.
AMV. «Documento Cuenta de Propios de 1576», fecha 10 de octubre de 1577. Biblioteca FAG. Libro «Documentos Antiguos», tomo 3.», pág. 194.
(17) AMV: Acta cabildo de 10 de junio de 1583.
(18) Gabino Ponce Herrero: «Almansa en los siglos XVI y XVII...» Cuadernos Estudios Locales, n.» 5.
«La construcción de la presa del pantano de Almansa...». Cuaderno de Estudios Locales, n.º 1, Almansa, mayo 1986.
(19) AMV: Actas Cabildos, 24 de septiembre y 20 de noviembre de 1609.
(20) Juan Bautista Vilar Ramírez: «Orihuela, una ciudad valenciana en la España Moderna». Tomo IV, vol. 1.», pág. 130. Ed. Patronato Angel García Rogel. Murcia, 1981.
(21) José M. ª Soler García: «Prehistoria-Historia...», págs. 118-119.
(22) José M.ª Soler García: «Relación de Villena...», págs. 538-539.
(23) AMV: «Documento antiguo de cuentas de propios, fechado 10 de octubre de 1577», varias partidas.
«Pleito del azafrán», núm. 11, 26, 54, 93. «Pleito del amojonamiento», núm. 16, 22, 28.
AMV: Actas Cabildos, fechadas en:
«Pleito del azafrán», 28 de febrero, 4 y 8 de marzo. Año 1576.
«Pleito del amojonamiento»: 20 de febrero, año 1576.
Biblioteca FAG: Libro «Documentos antiguos». Tomo 3.», partidas de ambos pleitos, págs. 193 y ss.
(24) AMV: La dicha partida 22 en nota anterior dice: «Más, dio en descargo que pagó a Martín Ascar y otros tres compañeros, veinte y siete reales por razón de su trabajo, porque vinieron a esta ciudad a decir sus dichos en el pleito entre esta ciudad y la villa de Yecla, sobre el pleito de la mojonera...».
(25) AMV: José M.ª Soler García: «Sharq Al-Andalus». Estudios Árabes. Universidad de Alicante, 1984, pág. 73.
(26) AMV: «Registro de las Escrituras Antiguas». Legajo 16, n.» 5 y Legajo 1.», n.» 4.
(27) Alberto Navarro Pastor: «Historia de Elda», tomo 1, págs. 138 y 157.
(28) AMV: Acta Cabildo, del 27 de diciembre de 1577.
Biblioteca FAG: «Libro de Cabildos», tomo 2.», pág. 197.
(29) AMV: Acta Cabildo, de 28 de julio de 1588. Biblioteca FAG. «Libro de Cabildos». Tomo 4.», pág. 547.
(30) AMV: Actas de Cabildos, 31 de diciembre de 1577 y 14 de noviembre de 1586. Biblioteca FAG: «Libros de Cabildos», tomo 2.», pág. 198. Tomo 4.º, pág. 263.
(31) AMV: Acta Cabildo, del 10 de octubre de 1584.
Biblioteca FAG: «Libro de Cabildos». Tomo 3.», 619 y 635.
(32) José M.» Soler García: Vid., nota 25, pág. 72.
(33) F.A. Gotor: «El Marquesado». Rey. Círculo Agrícola Mercantil. Villena, diciembre 1980. N.» 3, pág. 5.
F.A. Gotor: «Villena», rev. anual de Fiestas. Ayuntamiento, septiembre de 1991.
Extraído de la Revista Villena de 1994 

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