10 abr 2024

1994 DON FRANCISCO AZORÍN BAUTISTA (1853-1915) PÁRROCO-ARCIPRESTE DE VILLENA

Don Francisco Azorín Bautista (1853-1915) Párroco-Arcipreste de Villena. Por FRANCISCO CANDEL CRESPO
Una vez más mi querido y viejo amigo Juan Bta. Vilar Ramírez, Catedrático de la Universidad de Murcia, me pide que glose brevemente la vida de un ilustre sacerdote que ejerció su ministerio en Villena, admirado e imitado por D. Ceferino Sandoval Amorós (del que me ocupé el pasado año), pero con la diferencia de que a éste tuve el gusto de conocerle personalmente y, en cambio, para bosquejar esta semblanza he tenido que recabar la ayuda inapreciable del Cronista Oficial de Yecla, Miguel Ortuño Palao, acudir a las páginas del Boletín Oficial del Obispado de Cartagena y recordar las elogiosas referencias que de este ilustre Arcipreste oí en los albores de mi sacerdocio a algunos ancianos presbíteros que estuvieron con él de coadjutores. DON FRANCISCO AZORIN BAUTISTA nació en Yecla en 1853, hijo de José Azorín Ortega y María Rafaela Bautista Toda. Tuvo dos hermanos, Juan de Dios, farmacéutico y Miguel, y dos hermanas, Juana María y Antonia, que fueron los ángeles de su hogar sacerdotal, sirviéndolo con verdadera abnegación y al mismo tiempo siendo testigos de su vida de austeridad y caridad, muchas veces heroica.
CURSÓ con gran brillantez los estudios en el Seminario murciano de San Fulgencio hasta que éste cerró sus puertas en 1868 con motivo de la Revolución, permaneciendo cerrado durante diez años, si bien los seminaristas cursaban los estudios con sus párrocos (entre los que entonces abundaban los Licenciados y Doctores) examinándose en el Palacio Episcopal al final de curso y recibiendo las Ordenes Sagradas correspondientes, después de practicar diez días de Ejercicios Espirituales. Estas circunstancias nos explican que, AZO¬RIN BAUTISTA recibiera sin duda parte de su formación eclesiástica e iniciación en el apostolado con el famoso CURA OBISPO —como todavía se llama en Yecla— al benemérito D. Antonio Ibáñez Galiano (1829-1890) personaje entrañablemente estudiado por Ortuño Palao.
Ordenado sacerdote en 1878, fue destinado como Cura Rector a Peña-Rubia (Albacete) pero bien pronto regresó a su Yecla natal, como coadjutor, con una actuación muy destacada en el cólera de 1885, mereciendo ser propuesto para la Cruz de Beneficencia. Fue asimismo vicepresidente de la Cofradía de la Purísima y primer Cura Rector de la llamada Iglesia Vieja, hasta 1900 en que fue destinado como capellán del Colegio-Asilo de Blanca (Murcia), y en 1905 se le designó como ecónomo de Santiago de Villena, Parroquia que ocupó como «Cura Propio», como entonces se decía, en el' Concurso Parroquial de 1913.
En Villena desarrolló Azorín Bautista una gran labor pastoral, destacando la erección de una nueva iglesia en La Encina, para la que sin duda tuvo el acuerdo de proponer al villenense D. Ceferino Sandoval; tuvo parte muy principal en la fundación del Colegio de los Padres Salesianos, a cuyo fundador, San Juan Bosco, había visitado años antes en Barcelona. En 1908 el Ayuntamiento de Villena le había declarado Hijo Adoptivo y Predilecto... pero oigamos a Ortuño Palao:
«Se le nombró Asesor de la Sagrada Congregación de Sacramentos, y hubiera podido alcanzar altos cargos, pero su humildad les rehusó siempre. La nota más característica de su espíritu y de su actividad fue una caridad sin límites. Cuéntense de él hechos tales que resultan heroicos y milagrosos».
Falleció el 28 de febrero de 1915, siendo enterrado en el cementerio de Yecla. Toda la prensa regional se hizo eco de su pérdida, y D. Ceferino Sandoval predicó su Oración Fúnebre, que mereció los honores de la imprenta. El Boletín del Obispado le dedicó una larga y sentida semblanza encabezada por este párrafo:
«Día de luto fue para esta Diócesis, y en especial para el pueblo de Villena, pues la primera perdió en él uno de sus más ilustres hijos y el segundo un padre amante y un pastor celoso».
Y líneas más adelante añadía:
«Esta riqueza espiritual se traducía en su vida privada en el ejercicio de todas las virtudes, en especial en aquella bondad dulce, afable, atrayente en extremo, que se reflejaba en su semblante».
Al ocuparse de su gran caridad para con los enfermos daba estos detalles:
«Cuanto más repugnantes fueron las enfermedades, con más gozo servía a los enfermos, llegando hasta el punto de estar junto a la cabecera de los atacados, sin tomar alimento y sin permitirse descanso aún por espacio de tres días».
Cerraba este coro de sinceras alabanzas con la frase de un sacerdote amigo y profundo conocer del Cura Azorín: «Su vida heroica se condensa en esta frase: D. Francisco fue el Kempis practicado»...
Pocos días después de su fallecimiento, el 3 de marzo, el Ayuntamiento de Yecla acordaba dar su nombre a una plaza de la ciudad y erigirle una estatua, comunicándolo oficialmente al Obispo de Cartagena, el austero Padre Vicente Alonso y Salgado, quien el 13 del mismo mes contestaba al Ayuntamiento yeclano, congratulándose de sus sentimientos de veneración y gratitud, y meses después, en junio del mismo año de 1915, al efectuar la Visita Pastoral a Villena y La Encina, tenía un emotivo recuerdo para el desaparecido Arcipreste.
El día 29 de octubre de 1915 se le dedicaba, en efecto una plaza en Yecla (la actual de España) y en 1939 al dedicar aquella a la Patria se daba su nombre a la calle actual, que une la de los Peligros con la Avenida de la Paz.
Del proyectado monumento nadie volvió a ocuparse, no dejando de ser providencial que no se le erigiera, porque en 1936 hubiera corrido sin duda mala suerte, convertida —como tantas otras estatuas— en materia prima para la fabricación de cañones...
Por su parte la ciudad de Villena honró al Párroco Azorín con la céntrica calle que todavía lleva su nombre, adyacente al templo de Santiago, principal testigo de sus desvelos cristianos y filan-trópicos.
Extraído de la Revista Villena de 1994

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