Llegando
Más cerca, cuanto más ligero avanzo,
presiento mi descanso muy cercano y
el suspirado anhelo casi alcanzo al
extender los dedos de mi mano.
Atrás dejé el pasado y un esfuerzo
me supuso romper la ligadura,
hacia la luz del sol el rumbo tuerzo
y la calma al final llevo segura.
Traigo mucho de hiel y de amargura,
bastante de ternura y sentimiento y,
en el fondo profundo, un sedimento
formado de recuerdos y dulzura.
Beso de papel
Un beso.
Un beso en papel.
Me dejaste como una hoja caída,
temblorosa y arrancada,
arrancada de mi árbol,
separada de ti, mi árbol
y así te fuiste.
Te fuiste apresurado,
adiós,
sin verme en el suelo,
como una hoja llevada
por el viento,
y el otoño
me secó antes,
antes de tiempo.
De papel los labios,
de papel el beso,
arrugadita y marrón,
una hoja barrida
en remolino de mil hojas,
abrasada por la soledad,
flor seca,
mustia,
hoja de bajo volar.
Después de tu beso en papel,
después de tu adiós provisional,
yo también papel,
papel caído,
hoja voladora...
frío.
Pepa Navarro Ribera
Ausencia 1
Siempre pensaste, que llegado el caso, sabrías bien de qué modo superarlo. Pero ahora, cuando ya te resulta tan evidente, sientes el acoso mortal de la incertidumbre, como si fuese una desgracia irreparable.
Lo estás, lo estás sin quererlo, pero también sin rechazar el júbilo que te agita de los pies a la cabeza, que te embriaga, que te atormenta, que te aterroriza por su vigor.
Lo estás, de su carne y de su duende, de su sencillo mirar que te desarma por lo sincero y tímido, aún sin desengaño, aún sin cicatriz.
Lo estás, del polvo blanco de sus huesos, del ronroneo de su sueño, de su respiración tranquila, de las alas felices de su pensamiento.
Lo estás de su idealismo, ¡tan honesto! que temes verle un día llorando en un rincón algún destierro.
Así, quisieras penetrar en la honda entraña de su ser mismo, cobijarte allí callada y quieta, despacio abarcar hasta el más recóndito deseo, y complacerle con absurda rendición.
Sí, lo estás, de su verbo y de su duende, como abatido y rugiente, pero vencida aleteas en la superficie de la oscuridad que te atrapó un día.
Sí, lo estás, del polvo que serán muy pronto sus jóvenes huesos, del tacto de sus ojos, al mirar todo lo que tú no puedes ver.
Pepa Navarro Ribera
Indefinido
Soy nebuloso, difuso, frío,
no me condenso ni me diluyo,
hacia las sombras con prisas huyo
y hago una recta de mi desvío.
Hasta la tierra penumbra envío,
siendo venero, que oculto fluyo,
no soy arroyo, fontana, río;
soy larva, oruga, flor en capullo
no tengo aroma, no soy murmullo,
traigo la bruma, yo, que fui estío.
Soy hielo, escarcha, antes rocío,
y en los albores del ciclo tuyo
soy la experiencia, que siempre influyo,
aunque obedezcas a tu albedrío.
Extraído de la Revista Villena de 1994
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