AL CORRO MANOLO
Que llueva, que llueva,
la Virgen de la cueva..."
En un corrillo cantaba
la niña que me ofuscaba
la razón.
La Virgen se divertía
con la ingenua petición.
Un arroyuelo corría
con el agua que vertía
el chaparrón.
En el nido que colgaba
del alero del balcón,
el pájaro no cantaba;
calentábale el plumón
UN POEMA
Un poema,
condensado
en una frase.
Como si nunca acabase
el chasquido
del beso, que el labio quema.
Un poema,
como un esbozado esquema
del amor, comprometido
a que el tiempo lento pase.
Un poema
para que nunca acabase
el encanto que acelera
del corazón el latido,
para que no se perdiera
el origen de su tema,
sumergiendo en el olvido
TARDÍO REGRESO
Soy la errante y oscura golondrina
que el romántico Bécquer conocía.
Acudo presurosa
a concertada cita
como el cáliz la etérea mariposa,
como el sol a la aurora matutina,
por si un alma, transida, necesita
que mi pico le arranque aguda espina.
No encontré, reflejada en los cristales,
la hermosa que de amor languidecía,
pero colgué, no obstante,
mi nido en sus desiertos ventanales,
dando prueba constante
de una intensa y veraz melancolía.
Ni rocé tu tupida
madreselva, antaño tan florida,
reseca, sin sus galas,
ni acaricié su savia consumida
con el vuelo rasante de mis alas.
Quise beber la lágrima, que un día,
semejando a una gota de rocío,
temblorosa, por ella resbalaba.
Petrificada perla parecía
y el fuego de su hielo me abrasaba.
Hasta olvidé su nombre
cuando volví radiante del exilio.
No hay nada ya posible que me asombre,
porque un humano idilio,
del corazón, voluble, de algún hombre
cercenó mi esperanza.
Gustavo no sabía
que a pesar del espacio y la tardanza,
henchida de nostálgica añoranza
yo siempre volvería.
Por JOSÉ MENOR VALIENTE
Extraído de la Revista Villena de 1997
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