La Cena de la Sardina
El día siete por la tarde,
al terminar la corrida,
aún comentando el alarde
del hombre, que con su vida,
juega sin darle importancia,
enfrentándose a la fiera
con pundonor y arrogancia.
Cuando ya la tarde muera,
o el brillo la esté matando
de mil ascuas de cristal,
cuando al volver caminando,
te pares en el portal
donde mora la Señora,
y con las pupilas fijas
en el rostro que enamora,
una oración le dirijas.
Cuando acabado el murmullo
con que tu amor manifiestas,
volvamos hacia el barullo,
de nuestra ciudad en fiestas,
¡vente conmigo, paisana!,
porque ha llegado el momento,
de cenar de buena gana.
¿No conoces al Pimiento?,
nuestro «chef» o cocinero,
el que la cena prepara,
con tanta gracia y salero,
¡que nadie se le compara!
El, como un nuevo Vulcano,
se ocupa de las hogueras,
ya que es el más veterano,
de nuestras huestes festeras.
Mas, vente para las cestas
que llenas están de pan,
y no vengas con protestas,
Te voy a dar un consejo,
y es que durante una hora,
no te acuerdes del complejo
de tu línea seductora.
Puesto que un día es un día,
disfruta con la cenica,
que aunque está ya un poco fría,
está, ¡humm...! la mar de rica.
Para entrar en situación,
hay que empezar con un trago,
¡pero con moderación!,
que puede causar estragos,
si en el trasiego se abusa.
Tu híncale el diente ya,
y no te manches la blusa,
si no tu madre dirá...
La mezcla es apetitosa,
un huevo y una sardina,
longanicica sabrosa,
y puesto que bien combina,
y en el sabor es parienta,
de cebolla, la morcilla,
que con su tufillo tienta,
al asarse en la parrilla.
Si te cansa estar plantada,
apóyate en el castillo,
porque creo que sentada...
¡como no sea en el rastrillo!
Si acabaste de cenar
vámonos a la retreta,
que Iglesias va a amenizar,
con una broma discreta.
Y después amiga mía,
¡a la Troya de jarana!
hasta que se haga de día,
que hay que ir a la diana.
Porque quien siente en festero,
no desperdicia ocasión,
de mostrar al mundo entero
lo grande de su afición.
¡Viva mi pueblo, paisana!
¡Viva la comparsa mía!
La de más sal, la más sana,
¡La que derrocha alegría!
Pero esta tarde ha faltado,
el buen Pimiento a la cita.
¡No pienses que ha desertado!
Es solo que estaba escrita,
una fecha, y le ha llegado.
Pero allí donde se encuentre,
y por mucha paz que goce,
es fácil que le retoce,
hoy, la nostalgia, insistente.
ESTEFANIA MENOR DE PALAO
Extraído de la Revista Villena de 1976
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