1 jun 2025

1976 LA FACHADA DEL ASILO Y OTRAS COSAS DE URBANISMO LOCAL

La fachada del Asilo y otras cosas de urbanismo local
Por JOSÉ M.ª SOLER GARCÍA
El fallecimiento de nuestro buen amigo don Alejandro Ferrant, Arquitecto de la Dirección General del Patrimonio Artístico y Cultural que llevó a efecto varias campañas de restauración en el Castillo de la Atalaya, en la iglesia de Santiago y en el Palacio municipal, ha dejado pendientes algunos asuntos relacionados con nuestra ciudad, los cuales han sido removidos por la propia Dirección a principios de este año. Uno de ellos era la declaración de Monumento de interés histórico-artístico para la portada del Asilo, bello ejemplar de transición del barroco al neoclasicismo, con curiosos detalles ornamentales que lo singularizan.
Edificado a finales del siglo XVII o principios del XVIII, la actual residencia de ancianos fue al principio casa solariega de los Mergelina, quienes nos dejaron en «Las Fuentes» otro magnífico ejemplo de finca rural.
Del primitivo palacete del Asilo sólo se conservan las dependencias adjuntas a la fachada, que es de buena sillería, con dos cuerpos separados por una moldura. En el inferior, hay una puerta sencilla y tres ventanas enrejadas, con marcos simples interrumpidos en el lado inferior por los dinteles arqueados de sendos tragaluces abocinados provistos asimismo de rejas.
En el segundo cuerpo, hay cuatro balcones iguales, con jambas y dinteles ornados con molduras cónicas paralelas, motivo que se ha reproducido con acierto en la puerta accesoria recientemente construida.
El jambaje de los balcones va enmarcado por pilastras cuadrangulares estriadas, con baquetones en el tercio inferior y remate de capiteles corintios que inclinan sus bases hacia el exterior para que descansen en ellos los extremos resaltados de sendos guardapolvos curvos, a modo de frontón, sobre los que se apoyan tres flameros o pináculos con bases cuadrangulares que, en los laterales, inclinan también hacia el exterior como los capiteles, el lado de la base.
Bajo el alero, corre un friso de once huecos rectangulares: cuatro de ellos, abiertos simétricamente sobre el primer balcón; dos sobre cada uno de los restantes, y uno, entre el segundo y el tercero. El conjunto semeja un lienzo irregularmente almenado.
Detalle de la fachada del asilo
Protegido por otro guardapolvo o frontón similar a los descritos, pero con los extremos rehundidos, y no resaltados, y rematado por un solo pináculo, entre los dos últimos balcones campea el blasón de los antiguos propietarios, que es un escudo partido, con las tres lises y el león de los MERGELINA en el primer cuartel, y quinas, barras, cruz de Calatrava, brazo armado con espada, bandera y cinco bueyes en la segunda división, que lleva bordura de armiños y corresponde a las armas de los MUÑOZ El escudo va timbrado con corona marquesal y cruz de Santiago.
El noble linaje de los MERGELINA, originario al parecer de Tudela de Navarra, se extendió, desde Villena, por todo el reino de Murcia. En 1476, los Reyes Católicos, en premio a la valiosa intervención del bachiller Fernando de Mergelina en el alzamiento contra el marqués don Diego López Pacheco, le hicieron merced de cierta propiedad en el campo de la entonces villa.
El escudo de este palacete tiene que estar en relación con don Cristóbal de Mergelina Muñoz y Mota, quien, después de la entronización de Felipe V, fue investido caballero de la orden de Santiago y nombrado Alférez Mayor Perpetuo de la ciudad. A mediados del siglo XVIII, el cargo de Alférez Mayor lo ostentaba don Cristóbal de Mergelina y Pando, marqués de Colomer, al tiempo que don Cristóbal de Mergelina y Pastor era Alcaide del Castillo.
La «Casa de la Tejera» y su escudo nobiliario

Finca de «Las Fuentes» con idéntico escudo que el del asilo
Aparte de «Las Fuentes», otra finca, denominada «La Tejera», conserva un escudo de este apellido, y lo había también, enlazado con otros blasones, en la llamada «Casa de la Cadena» recientemente demolida, cuya declaración de Monumento Histórico-Artístico estaba asimismo incoado.
Hace tan sólo unas semanas, el nuevo Arquitecto para esta zona de la Comisería Nacional del Patrimonio Artístico, don Antonio Almagro Gorbea, en detenida visita a nuestra ciudad pudo contemplar detenidamente todos sus monumentos y, entre ellos, la fachada del Asilo, que ofrece algunas grietas en los últimos balcones a consecuencia de haber sido derribado el edificio adyacente. Bien seguros estamos de que, si solamente del Sr. Almagro dependiera, la declaración oficial de este monumento no se haría esperar.
Pero no fue solamente esta fachada la que incidió en la sensibilidad del joven arquitecto, sino todo el ámbito de la antigua «Placeta de las Malvas», dañado por el ya añejo desaguisado de la iglesia del Asilo y por el reciente del «palacio» de Comunicaciones, construido a expensas de uno de los más hermosos edificios que había en la ciudad.
Mucho se ha escrito ya sobre la moderna plaga de la especulación del suelo, que está destruyendo a velocidad escalofriante, no los grandes monumentos, que pocos se atreven aún a derruir, aunque algunos ya lo hagan, sino la personalidad y los caracteres diferenciales de cada población o comarca.
Villena, por ejemplo, no es una ciudad blanca, como pueden serlo las andaluzas o alguna que otra de nuestro litoral. El «encalijo» de las fachadas, cantado por tantos escritores y artistas locales, se limita a ciertos barrios altos o periféricos, y se aplica a viviendas modestas por lo general. No hay que esforzarse mucho para comprobar que el aspecto urbano de casi todo el casco de la población es multicolor, con muros estucados en amarillo, añil, verde o bermellón. El blanco se emplea únicamente para enmarcar huecos, en franjas continuas o recortadas, lisas o con adornos incisos o en relieve. En la misma plaza «de las Malvas» se conservan, en suficiente buen estado, dos casas azules que recuerdan el estilo «pompeyano».
Ofrecemos una página compuesta con viviendas de este tipo, alguna de las cuales puede que ya no exista cuando estas líneas vean la luz porque, como puede observarse, son en su mayoría edificios de dos plantas, incursos por tanto en la categoría de lo no «rentable», que es un concepto valorativo de gran peso en la actualidad.
Comprendemos muy bien, dentro de esta mentalidad dineraria, que quienes posean un solar traten de sacarle el mayor beneficio. Y también nos damos cuenta de que estas casas polícromas no son espectaculares, con lo que no es difícil predecir su total desaparición en un plazo más o menos largo si no se toman medidas para evitarlo.
El medio más seguro, puede que el único, sería la toma de conciencia de sus propietarios. Así lo han comprendido ya algunos de ellos, que han restaurado recientemente sus fachadas con absoluto respeto al estilo de las precedentes.
Estas casas de vivos colores responden a los gustos de esa clase de terratenientes acomodados que medró tras el triunfo de Felipe V en la Guerra de Sucesión. Muchas de ellas conservan la fecha de su edificación en el siglo XVIII, y constituyen hoy el más claro signo de la uniformidad alcanzada desde entonces por una extensa comarca que incluye las amplias zonas fronterizas de los antiguos reinos de Alicante y Murcia. Brindo a los ya numerosos universitarios de nuestros pueblos la posibilidad de trazar el mapa detallado de esta modalidad decorativa, que se extiende tanto por el ámbito urbano como por el rural.
Dejemos a quienes nos sigan el testimonio de unas edificaciones que reflejen el grado actual de nuestra sensibilidad. Pero esto puede hacerse con respeto e incluso agradecimiento a lo que nuestros antecesores nos legaron.
Villena y mayo de 1976.
Extraído de la Revista Villena de 1976

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