Educación. Por JUAN FLOR HERNÁNDEZ
Nosotros, los mayores, vemos que las divisiones de la vida humana por edades, son un tanto arbitrarias dependiendo de criterios muy variables.
En general hemos pasado por todas las épocas hasta la senectud, pero ¿cuál es el límite entre una y otra? La verdad es, que nos encontramos como niños, pero algunos de éstos tienen más "madurez" que personas ya maduras y que pecan de "verdes o pasadas".
Particularmente me agrada mucho el uso de la frase "TERCERA EDAD", porque se sabe cuando comienza, al coincidir con el año de la jubilación, aunque no todos lo hagan a los 65 años. Considero que es un término educado que destierra los tonos peyorativos de: viejos y abuelos. En otra consideración, me agrada que en el "metro" y autobuses urbanos, hagan rebajas económicas a los jubilados.
En ciertos medios de comunicación, he visto en ventanillas al lado del asiento, un dibujo indicativo de reserva para ancianos o señoras con niños. La mayoría lo respeta y lo cede, pero otros hacen caso omiso a tales indicaciones. Entonces es cuando apreciamos la falta de educación hacia las personas mayores, al negarles el asiento que por su edad necesitan y que ellos agradecen: sin embargo, son muchos más los jóvenes que aceptan esta deferencia, cosa que consuela y da a entender que en general tienen mejores sentimientos de lo que pensamos, porque además ayudan en todo lo que pueden a los "mayores".
Es una pena que haya una minoría de jóvenes sin la suficiente educación para comportarse bien en la vida, pero... ¿cuantas veces no somos culpables los padres con nuestras negligencias y falta de celo en su educación?
Los padres, tenemos que dar buen ejemplo ante nuestros hijos, pues no basta sólo con quererlos mucho, ellos, tienen que asimilar lo que en su entorno familiar reine: buenas costumbres, mucho amor y respeto incrementado con una cordialidad sana y desterrando viejos prejuicios ya superados siguiendo una moral insoslayable.
Podemos hacer entre todos una sociedad más solidaria y sana, pues juventud hay inteligente y emprendedora, que hoy aspira a tener un trabajo estable. Esta sociedad de consumo actual, debe atender las aspiraciones nobles de nuestros jóvenes: trabajo digno, acceso a profesiones educativas y académicas, para poder ser libres y responsables a la vez que útiles, al mundo actual.
Sabemos que la prosperidad de los pueblos se alcanza con un buen nivel cultural y económico, al compás de una educación imprescindible, y nuestra juventud tiene que luchar por un mundo mejor para todos.
Extraído de la Revista Villena de 1996
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