17 oct 2025

2025 50 AÑOS BUP. UNA VERSIÓN

50 años BUP. Una versión. Por M. Esperanza Esplugues M.
En 1975, en los primeros días de octubre, que era cuando empezaban los cursos en los Institutos en esos años, alumnos de Onil, Castalla, Biar, Caudete, La Font de la Figuera, Banyeres de Mariola, Beneixama, El Camp de Mirra, La Canyada, algunos de Salinas, Sax, incluso de Ibi y Yecla, otros de La Encina y La Zafra y los de Villena, seis o siete clases a una media de cuarenta alumnos por aula, nos juntamos en el Instituto Hermanos Amorós para estrenar el BUP (Bachillerato Unificado Polivalente). En ese primer curso de 1975, cuatro aulas no fueron mixtas, había dos de chicas exclusivamente y otras dos de chicos de igual manera, a partir de segundo ya siempre estuvimos chicas y chicos. Cuando entró el BUP, en el Instituto quedaban alumnos de quinto y sexto del antiguo bachillerato y del PREU (Preuniversiario) y llegamos nosotros, que llevábamos ya unos cuantos años de estreno con la EGB (Educación General Básica) de la famosa ley de 1970 del ministro José Luis Villar Palasí, una ley que había conseguido, más o menos, unificar cursos por edad, organizar un itinerario general, una formación profesional y situar la educación obligatoria hasta los catorce años, aunque recuerdo compañeras que, antes de su aplicación total, se salieron y se pusieron a trabajar, con doce o trece años, en fábricas, telares, máquinas de coser, comercios,... también clases en las que se juntaron compañeros nacidos en hasta cuatro diferentes años. 
Allí estábamos, en esos primeros días de octubre de hace cincuenta años, con las tonterías de la edad; con el acople de valenciano y castellano; con las preocupaciones de los desplazamientos en autobús, dos horas diarias de media repartidas en cuatro viajes; la búsqueda de los libros en La Imprenta del Paseo y La Papelería Coro que, a veces, no llegaban hasta bien entrado el primer trimestre del curso; la equipación para la gimnasia, para algunos era la primera vez que utilizaban chandals y zapatillas, sin hablar de los maillots y las mallas de las chicas; con la música que escuchábamos; con los libros que leíamos y nos intercambiábamos,…
Si la EGB había sido sorprendente para muchos de nuestros padres, con esas primeras lecciones en Matemáticas de conjuntos, en BUP empezar con Combinaciones, Variaciones y Permutaciones de la mano de un libro de la editorial Marfil de Alcoy que se había impreso unos días antes del inicio del curso, no lo fue menos, era una nueva forma de abordar las Matemáticas. No menos curiosos les habían resultado los árboles de análisis sintáctico en Lengua o las fichas, de una parte, que llamaban Composición en las clases de Lengua y Literatura, que nos explicaban desde como rellenar el impreso de Correos para un certificado o un acuse de recibo hasta redactar una instancia o un currículum. Después se añadieron los comentarios de texto de fragmentos de obras famosas de autores como Clarín, Pérez Galdós, Delibes,.... que para algunos fue el origen para buscar y leer los libros completos en las escasas Bibliotecas Públicas de aquellos tiempos. Y qué hablar de los primeros ensayos científicos con los escasos recursos de los laboratorios y el miedo a alguna explosión no controlada; las colecciones de piedras y minerales, o las de plantas, que todas ellas servían de excusa para pequeñas visitas por los alrededores; o las curiosas clases de francés (en la primera promoción de BUP solo hubo un aula de inglés) que aplicaban gramática y vocabulario y dejaban el oral, con mucha suerte, para escuchar canciones de Jacques Brel, Georges Brassens, Moustaki,… en las clases de Música que impartía una bióloga a falta de horas en su asignatura; o un profesor de Matemáticas que ejerció de bibliotecario; o una profesora de Historia que nos dio clases de Filosofía; o un profesor, que en clase de Literatura, montaba unos curiosos debates filosóficos y de la vida cotidiana; o las excursiones a “La Mina de los Colores”, o a la Central Nuclear de Cofrentes, o al Museo de Bellas Artes de Valencia y al “Miguelete”; o el aula de dibujo con unas mesas enormes, o la de Hogar que contaba incluso con una pequeña cocina, o la de Historia con un proyector de diapositivas; o, en Educación Física, las clases de gimnasia para las chicas, con las tablas gimnásticas a final de curso en la explanada donde aparcaban cada día los autobuses, y de deporte para los chicos acompañadas de los campeonatos de futbito en el recreo; o el salón de actos que igual servía para separar a los alumnos en un examen que para montar un Disco-Fórum con música de Llach, Joan Manuel Serrat, Ovidi Montllor, Jarcha, Raimon,…o para las representaciones de obras de teatro como Marat-Sade, Historia de una escalera,…; o la cafetería con los bocadillos de caballa con mahonesa del recreo y una especie de trenza con crema como alternativa de bollería; o las visitas a las conserjerías a por fotocopias, a por tiza, a por folios, a curarse algún roce o pequeño corte,… Imágenes que han quedado en la retina y almacenadas en los archivos de la memoria de un tiempo de inicio que iba a ser de cambio general en menos de dos meses, con una semana de vacaciones en noviembre, unas celebraciones en la iglesia de Santiago y, después, a seguir adaptando las novedades y la evolución de la vida. Así nos conocimos compañeros de los pueblos de la zona que, actualmente, hemos dejado las cartas que entonces nos servían para no perder el contacto y hemos incorporado las nuevas tecnologías, con el whasapp como medio principal de comunicación, para seguir juntándonos a compartir mesa y mantel y “charraetes” o “charraicas”.
M. Esperanza Esplugues M. Yecla, 17 de octubre de 2025

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