CÓLICO «NEUFRITICO» DE UN MASOCA. Por PABLO LAU
Según recuerdo he asistido desde los comicios de la nueva democracia en nuestro país hasta hoy solamente a dos o tres sesiones plenarias del M.I. de nuestra muy noble y leal, y —os lo aseguro, mis queridos lectores asiduos y demás viIlenenses inquietos— eran de película estilo Cantinflas, Mac the Knife, Robin Hood, Curro Jiménez, Ronald Reagan; claro, faltaba la música adecuada de fondo, algo de Julio Iglesias, José Carreras o Manolo Escobar. La película del jueves pasado cuatro de julio («El desentierro de a mona») me la perdí, pero hubo quien me la contó. Bueno, algo es, pero las buenas películas tiene que verlas uno mismo y en pantalla grande. Por la noche y a la mañana siguiente me crucé con caras muy alegres que no disimulaban cierta expresión de satisfacción en las comisuras de sus labios; por sus ojos salía un brillo de supernova con posibilidad de perdurar hasta Sevilla y Barcelona del noventa y dos.
A la pregunta «Pablo, ¿podemos contar con tu colaboración?, ¿vas a escribir algo?», no supe qué contestar, y a la otra, «Pablo, ¿qué piensas tú?, ¿cómo o ves, bien o mal, que salga la Revista de Fiestas?», respondí: «Las palabras bien y mal no están en mi diccionario particular; e dilema está teñido de muchos grises dentro de la escala de blanco y negro. Se trata de una historia que comenzó ya hace más de tres años; vosotros sabéis que yo era del consejo de redacción». Y les hablé un poco de nuestras peleas (nosotros = consejo de redacción) con los responsables correspondientes del Ayuntamiento, buscando apoyo para nuestras ideas de reforma y mejora para la revista «Viena». No se trataba de problemas económicos, de la falta o del exceso de colaboración = aportación del pueblo, que era bien pequeña, de modo que había que publicar casi todo o que se nos entregaba, a pesar de que los textos en buena parte no deberían haber pasado por nuestra «censura» de calidad y contenido. Aun así quedaban muchas veces páginas en blanco que había que rellenar, y nos preguntábamos unos a otros «¿puedes escribir tú algo sobre cine?», o «le apetece a ti entrevistar a fulano de tal?», o «¿quieres hablar tú con mengano, a ver si tiene unas poesías suyas recientes?», o «por qué no hablas tú con los fotógrafos por si tienen unas fotografías buenas?, sino, habrá que poner unos dibujos humorísticos, pues aún quedan dos páginas en blanco». Claro, la imprenta necesitaba un enmaquetaje de cuatro en cuatro páginas para sus hojas dobles. Les hablé —noté que habían recibido informes sobre la cuestión de segunda o tercera mano— de que nosotros concebíamos la Revista de Fiestas como un número más de la mensual «Villena», como un número extraordinario; del acuerdo entre nosotros y el Ayuntamiento, que se tomó en primavera del año pasado, de acabar con el número 100 a edición mensual y... dividir para no confundir: cada quince días un boletín informativo del Ayuntamiento y por otra parte tres o cuatro revistas «Villena» por año con temas monográficos, literatura, ilustraciones en color, etc., etc., haciéndose cargo de la Revista de Fiestas el Consejo Superior de Moros y Cristianos al poder englobaría en su «Día 4 que fuera...». A pesar de este acuerdo y por causas y razones nunca sabidas ni aclaradas, salió otro número mensual, el 101, de «Villena», apareciendo nuestros nombres como responsables sin haber intervenido en nada y sin nuestro permiso —pues nadie me consultó a mí, por ejemplo— en la relación del consejo de redacción; y que de boletín municipal nanay, ascuas moladas, pues hasta hoy no he visto ninguno por ninguna parte. «Bueno», comenté al final de mi pequeño discurso, «contando con lo masoca que soy es probable que escriba algo, pues ya veo que vais y obráis de buena fe».
Un día después, que es hoy, y delante del resto de papel blanco aún no ensuciado por la palabra siguiente (tiene gracia eso de escribir: olvidas el tiempo pero actúas en el tiempo, recuerdas el tiempo pasado y piensas por delante de la pluma y lo unes con el futuro; es como si quisieras anular el tiempo o por el contrario ganarle en su carrera. De ante de mí, en la calle, hay una raya horizontal que divide sol y sombra, en la ventana una reja; cada vez que levanto la cabeza ya no coinciden las coordinadas entre la cabeza loca de vuestro amigo Pablo y las rejas fijas y la í-neo móvil producida por el sol. «¿Es esto el tiempo?», me pregunto, pues ahora soy yo mismo mi único interlocutor), es ahora cuando me interrogo sobre qué tema me apetece escribir.
A mi izquierda tengo una fotocopia de la moción que presentó este jueves Izquierda Unida, que habla de «cultura», de «identidad como villenenses», de «chauvinismo» no, de «personalidad histórica», y me sugiere escribir un artículo sobre «lo positivo y negativo en la tradición», o sobre «Patriotismo y Nacionalismo», preguntándome a mí primero: «Pablo, ¿tú qué...?», contestando: «Primero yo, pues siento mi cuerpo; segundo: mi cama, pues casa no necesito por soler vivir en la calle de mi pueblo que es Villena; cuarto: soy alicantino borracho y fino; después: del país valenciano; luego: de España; después: europeo; y por fin: ciudadano del mundo que es de todos y para todos». Pero, reflexionando, no estoy nada seguro de mi manifiesto, puede que esté contando una mentira, creo que la cosa es al revés: sobre todo soy ciudadano del mundo y muy al final de Viena y de mi cama y yo. ¡Menudo lío!: ¿mi yo tiene que quedar al final? Ni hablar. Pero sí. ¿A cuántas personas conozco que tienen por extraño, extranjero, a su vecino de la puerta de al lado, como si aquél estuviera en el Congo o en Honolulú? ¡Qué asco! Debería escribir sobre «Xenofobia en la sociedad actual», recordando celos y envidias de tantas peleas no sólo verbales, los gestos y ceños de odio y rencor. Pero eso sería demasiado largo, pues casi no me queda papel. Para quitarme de encima la colitis verbal y el cólico neufrítico mental, más vale que intente «traducir» unos versos de una poetisa judía, para goce y deleite de aquellos que han aguantado mi verborrea hasta este punto.
ELSE LASKER-SCHÜLER nació en 1869: Vivió durante muchos años en Berlín. Su casa eran los cafés literarios de la ciudad, Los jóvenes poetas la adoraban, para los pintores era mucho más que una musa, los músicos le dedicaban sus canciones y los compositores se inspiraban en su flauta mágica, en sus gestos y su andar, Los nazis la odiaban, tuvo que emigrar en 1933, Murió en 1915 en Jerusalén, duerme ahora en una ladera del Monte lelos Olivos. Según Benn, Else es la poetisa más Importante en lengua alemana.
MADRE
Una estrella blanca entona canciones de muerte
en esta noche de julio,
como campanadas de agonía en esta noche de julio.
Sobre el tejado una mano de niebla,
el roce húmedo de una mano umbrosa,
busca a mi madre.
Siento mi vida desnuda,
violentamente arrancada de la tierra maternal;
mi vida nunca ha sido tan desnuda,
tan desperdiciada a lo largo del tiempo,
igual que una flor que se hubiese marchitado
al fin de todo un día,
hundida entre largas noches,
presa entre soledades.
¡Mi Dios! ¡Los dolores salvajes de la niñez!
... Mi madre se ha ido.
CRONICA
(para mis hermanas)
Madre y padre están en el cielo,
y esparcen su fuerza
—por lejanías musicales,
por estrellas que juegan-
sobre mí.
Un firmamento de pasión vibrante
despliega su hermosura.
¡Oh, todo mi deseo se desgarra
para deslizarse en la sangre dorada del sol!
Siento que padre y madre brotan de nuevo
en mis tristes augurios maternales.
Tres almas prolongan sus almas doloridas
desde los apacibles sueños del despertar
hasta el país divino.
Pues somos tres las hermanas,
y las que soñaban antes que yo,
en tiempos del Faraón, en figura de esfinge.
A mí aún me estaba modelando, en el más hondo regazo de los mundos,
[los mundos,
la mano exigentísima del artista.
¡Y sabed quiénes son mis hermanos!
Eran los tres reyes que marchaban hacia Oriente
tras la estrella blanca,
por el viento inflamado del desierto.
Pero de nuestra sangre brotaban, salvajes, ocho destinos,
y nos acechan detrás de nuestros cielos:
cuatro nos azotan en el atardecer púrpura,
cuatro nos ocultan las llamas de la aurora.
¡Nos traían miseria,
aflicción y muerte!
Y he aquí que
seguirán viviendo sobre nuestra última tumba,
para tejer su maldición sobre nuestros mundos
y regocijarse en su maldad.
Mas llegará el día en que los vientos rehúyan su polvo.
¡¡Satanás, miserere eorum!!
Extraído de la Revista Villena de 1991
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