Al año siguiente de la aventura del Camino de Santiago, en Septiembre del 2016, volvimos a experimentar otra convivencia distinta a la del Camino de Santiago, pero también cargada de ilusión y cariño hacia estas sencillas, y maravillosas personas discapacitadas, de la Asociación A.M.I.F. de Villena, a los cuales les estamos agradecidos por las lecciones de humildad y cariño que de ellos recibimos en su convivencia, por tanto este agradecimiento es mutuo, ya que a ellos se les ve dichosos y esto es lo verdaderamente importante.
En este viaje se montó el cuartel general en el Alberge de Calarreona, enclavado en el término municipal de Águilas, (Murcia), a unos cuatro km. del mismo, junto a una playa tranquila, con aguas limpias, ambiente relajante y pacífico, que invitaba a disfrutar del paseo y del baño, con sus aguas cristalinas.
El albergue se encuentra integrado en su entorno natural, en pabellones perfectamente distribuidos, bien cuidados y limpios, enclavados en una amplia explanada situado en la misma Cala que le da nombre, CALARREONA.
Yo me echo a temblar pensando que será de estas personas, cuando además de su incapacidad lleguen a viejos y se den cuenta de que les falta la libertad de movimiento, pero les quedará la libertad más hermosa que Dios nos ha concedido y es la libertad de soñar y seguir viviendo, no cabe duda que alentados por el rescoldo de sus recuerdos positivos y por la ternura que ponen en sus mismas esperanzas.
Si para nosotros, espectadores de la transformación que experimentamos por la vejez es impresionante, contemplar a una persona, cuya vida está en parte quebrada, deberá ser mucho más preocupante y doloroso, ¿qué no será para ellos que se saben condenados y víctimas de una discapacidad irreversible añadiéndole la vejez?, porque la vejez también es una enfermedad, física y moral, consecuencia no solo del desgaste de nuestros órganos vitales sino también de nuestros sentidos, por tanto debemos de comprender la impaciencia y hasta a veces, el desdén de los que les rodean y tienen la obligación de cuidarlos y atenderles, pero que en definitiva somos toda la sociedad la que nos debemos ayudar los unos a los otros, sin ánimo de lucro.
Porque en ocasiones cuando requieren una atención y nadie les pueda o quiera dar, por no tener familia, ni amigos, ni vecinos que puedan o quieran estar siempre pendientes de sus necesidades, tienen afortunadamente Asociaciones como en esta ocasión A.M.I.F. en la que encuentran un apoyo muy importante para ellos, como es, EL AMOR Y LA COMPRENSIÓN.
José Payá Valdés
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