24 oct 2021

2011 LA SIRENA ANTIAÉREA DE VILLENA 1938 – 1939 VUELVE A SONAR

SONIDO REAL DE LA SIRENA

LA SIRENA ANTIAÉREA DE VILLENA 
1938 – 1939 VUELVE A SONAR
La sirena antiaérea, propiedad de Tomás Hernández Malpica, es la que se instaló en la Torre de Santiago desde finales de 1938 hasta poco después del 1 de abril de 1939, día en el que concluyó la Guerra Civil española iniciada el 17 de julio de 1936.
Cruzado el Rubicón y tras la aparición de mi libro titulado “¡Todos a los Refugios! Refugios Antiaéreos, Bombardeos y Defensa Pasiva: Villena 1935-1939!”, premiado con el Premio de Investigación 2010 de la Fundación Municipal “José María Soler” (Modalidad Científica y Humanística), van apareciendo asuntos que confirman lo escrito en base a las fuentes documentales de archivos civiles y militares. Según los documentos consultados sabemos que las campanas de Santiago eran las encargadas de dar la alarma antiaérea, ante el paso de aviones o ataques aéreos. Y gracias a los testimonios orales que también se escuchaban “sirenas”. Pese a no disponer de ninguna prueba documental escrita, lancé la hipótesis de que posiblemente se usasen las sirenas de las principales fábricas para estos menesteres (como así fue), no descartándose la posible instalación de una en lugar preferente (Ayuntamiento, Torre de Santiago o Santa María, etc.).
A mediados de diciembre me llamó Jerónimo Hernández “Chero”, amigo de mis tiempos Salesianos. La llamada me sorprendió porque según sus propias palabras, tenía en su casa la sirena que los republicanos instalaron durante la Guerra Civil en la Torre de Santiago.
A la posterior cita acudimos “Chero”, Tomás Hernández (padre del primero y propietario de la sirena) y el que suscribe. En animada conversación, Tomás nos contó que la sirena era la que estaba instalada en la fábrica “SILLAS MALPICA” (planta de 826 metros cuadrados), entonces situada en la actual calle “Constitución” (en frente de los Salesianos y al lado de “Mercadona”). La fábrica era propiedad de los hermanos Juan, Ana, Carmen y Pepita Malpica Cobo, siendo el primero el titular de la misma.
Una de las hermanas de Juan, la señora Ana, casó con Trino Hernández Albertos “Gasparón” y de su feliz unión nacieron Gaspar, Tomás (protagonista de este escrito), Trinidad y Filomena Hernández Malpica (un quinto falleció).
Tomás nació el 5 de octubre de 1931 y recuerda que en la Guerra Civil, la fábrica tenía una instalación que era una transmisión de un motor y justo debajo de la misma, había un sótano que utilizaron durante la guerra como refugio antiaéreo. También recuerda los ahora familiares refugios antiaéreos de “Juan Chaumel” y “José María Soler” (denominación actual), así como a los italianos de la División “Littorio” que se instalaron en Villena tras la guerra (en casa de sus padres oficiales).
Tomás y en relación a la sirena nos contó que al no tener su tío Juan descendencia, él era el encargado de tocarla con apenas 4 ó 5 años. Concretamente la tocaba a las 7.55 y 8.00, así como a las 14.55 y 15.00 horas, justo antes de entrar al colegio. Aquello de tocar la sirena entonces e incluso hoy mismo, le produce un verdadero torrente de emociones. La sirena es de viento (tambor central perforado que gira a mucha velocidad), funciona a 125 voltios y estaba situada en medio de la fábrica, colgada de un hierro.Al poco de empezar la guerra en 1936, la fábrica fue incautada a sus propietarios. El desbarajuste fue mayúsculo y un día de finales de 1938, la sirena se la llevaron los republicanos y la instalaron en la Torre de Santiago. Tomás lo recuerda perfectamente porque al ser el encargado de tocarla, a partir de su desaparición los toques se hicieron con un martillo golpeando un pedazo de raíl del tren. Tomás recuerda haberla oído sonar en Santiago pero no pudo identificar el lugar donde la instalaron (campanario o balcón del mismo). Y también que al poco de acabar la guerra, los nacionales le devolvieron la sirena a sus propietarios.
Cosas de la vida, al poco cambiaron la tensión de 125 a 180 y como no transformaron la sirena, tuvieron que seguir tocando las entradas y salidas de personal a golpes de martillo en el rail de vía. La sirena quedó arrumbada al lado de un montón de leña hasta que Tomás, debido al carillo que le tenía, se la llevó a su casa… hasta el presente.En la mañana de la entrevista, gracias a que la sirena funciona perfectamente, la probamos con un transformador. El ruido es ensordecedor y me atrevo a decir que si uno cierra los ojos, casi podemos sentir lo mismo que otros ciudadanos de Villena y España entera que, ante el peligro de los bombarderos y sus bombas de uno y otro bando, miraban al cielo rogando que terminase aquel tormento que llegaba del mismo. Mi reconocimiento a don Tomás y a su hijo “Chero” por la atención que han tenido con la historia de Villena, al contar su historia y rescatar del olvido a la hasta ahora desaparecida sirena antiaérea de Santiago.
JOSÉ VICENTE ARNEDO LÁZARO

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