12 ago 2021

1960 PEQUEÑA HISTORIA DE LA CASA DE LA CIUDAD

PEQUEÑA HISTORIA DE LA "CASA DE LA CIUDAD"
PorJosé Mª Soler García
Nomadismo concejil en la baja Edad Media.— Compra del actual Ayuntamiento por millón y medio de maravedíes. — Ambrosio de Cotes, uno de los grandes compositores del siglo XVI, firmante de la escritura de venta como Maestro de Capilla de Santiago.
Portada del Ayuntamiento (Foto Iñiguez)
Según se desprende de documentos de la época, a mediados del siglo XIV no tenían los componentes de la corporación municipal de Villena lugar fijo para efectuar sus "ayuntamientos". En 1351, por ejemplo, se reunían los "oficiales", como entonces se llamaba a los concejales en la "corte del escribanía", es decir, en el patio o "corral" de la casa en donde el escribano ejercía sus funciones. Esto para los concejales ordinarios, pues para los extraordinarios o generales, que se convocaban por pregón y a campana repicada, era costumbre utilizar la iglesia de Santiago.
Durante el último tercio de aquella centuria, se efectuaban las reuniones en las torres que defendían las puertas de la villa: "...estaban juntados en la torre de la Fuente a campana repicada, segunt que lo avemos de uso, e de costumbre de nos juntar...", dice un documento de 1386. Este hábito perdura durante todo el siglo XV, pues en documentos de 1484, 1485 y 1489, se cita como lugar de reunión "la cámara e torre de en somo de la puerta de la villa... onde antigamente se acostunbran a juntar a concejo para las cosas necesarias a la dicha villa". Quizá se trate en este caso de la misma torre que, más circunstanciadamente, se nombra en otro documento del último de los años citados (1489), donde se expresa que el ayuntamiento se ha celebrado "en el rincón de la plaza, junto con la torre de las Cigüeñas", lugar que vemos utilizado para el mismo fin en 1491.
En el transcurso del siglo XVI, parece cesar definitivamente aquella especie de nomadismo concejil. La Corporación dispone ya de edificio propio y los documentos citan simplemente "la cámara de ayuntamiento" o la "sala del común ayuntamiento" de la Ciudad. No hemos podido averiguar con certeza en qué edificio de la población estuvo aquella "cámara". Quizá pudiera localizarse en la casa de "Entrefuentes", en donde, hasta no hace mucho, un bello friso de piedra mostraba, esculpidas, las armas de los Reyes Católicos. Es por lo menos seguro que allí estuvo alojado el "pósito" de que más adelante se hace mención.
Un aspecto del patio claustral del Ayuntamiento
Pronto se mostró insuficiente aquella primitiva "Casa de la Ciudad", por lo que el Concejo solicitó de Felipe II autorización para enajenarla y poder, de este modo, adquirir "unas casas que la yglesia del Señor Santiago desa ciudad tenía y quería bender con facultad apostólica, que heran muy principales y quales conbenían para casa de Ayuntamiento, cárcel y depósito de pan."
Con todo, el Concejo no tenía posibilidades económicas para tan costosa adquisición, y hubo de solicitar al mismo tiempo autorización para arrendar por el tiempo necesario las dehesas concejiles denominadas "las Hoyas", "el Campo" y "Hoyas de Ponte", todo lo cual le fue concedido por provisión real fechada en Madrid, a 10 de Mayo de 1567.
Nueve años hubieron de transcurrir hasta llevarse a cabo la autorización otorgada en la disposición real. Después de muchas conversaciones y tanteos, el 19 de junio de 1576, se reunieron en la iglesia de Santiago los cabildos eclesiástico y seglar de la Ciudad para firmar la escritura de compraventa del hermoso edificio que, en los momentos actuales, alberga todavía las dependencias del Ayuntamiento.
Es sumamente interesante la lectura del acta en que se especifican las condiciones de enajenación. Se fija en ellas el precio de venta en "un quento y quinientos mil maravedís" (millón y medio, en el lenguaje actual), aun cuando la Ciudad no se obligaba a pagar sino un millón cuatrocientos mil, ya que los cien mil restantes quedaba al arbitrio del Concejo darlos o dejarlos de dar. El pago se efectuaría por anualidades de cuantía indeterminada, dependiente de lo que rentaran en cada año las dehesas citadas.
El Salón de Sesiones en la actualidad
Por su parte, el cabildo eclesiástico se obligaba a fundar cuatro nuevas capellanías con los réditos que produjera el importe de la venta, que habían de servir, además, para proporcionar habitación decente a los titulares se los tres "beneficios calificados" de Gramática; Lógica y Maestro de Capilla, con el fin de que pudieran ejercitar cómodamente las obligaciones de sus cargos, según lo dejó establecido en su testamento el tesorero D. Pedro de Medina, fundador del monumento y creador de los citados "beneficios". Descubrámonos reverentes ante la sensibilidad cultural que revela la disposición testamentaria de este ilustre mecenas villenense del Renacimiento.
El cabildo seglar o concejo se hallaba constituido en aquella ocasión del siguiente modo; Francisco Rodríguez Navarro y Hernández de Medina, alcaldes ordinarios; Antón Alpañés y Bartolomé Rodríguez Navarro, jurados; Pedro de Segovia, Ginés Ximeno, Bernard Ximeno, Cebrián Oliver, Pedro Díaz y Alonso Pardinas, regidores, y Diego de Selva, alguacil, todos los cuales firman el acta de referencia.
Constan asimismo las firmas autógrafas de los componentes del cabildo eclesiástico, que son los siguientes: bachiller Diego de Valera, comisario del Santo Oficio y teniente de arcediano; Juan de Vergara; Bartolomé Rodríguez Navarro; maestro Juan Segura; bachiller Juan Pardinas; maestro Francisco Martínez Lorenzo; Alonso Rodríguez Navarro y maestro Ambrosio Cotes.
La lectura de esta última firma constituyó para nosotros una gran sorpresa y una estupenda revelación. Ambrosio Cotes, uno de los más grandes compositores del siglo XVI, ejercía en 1576, sin lugar a dudas, el cargo de maestro de capilla en la iglesia arcedianal de Santiago.
En una de las cláusulas de la escritura de venta, se establece que "...el uso útil de la dicha casa que al presente tienen los señores beneficiados, que son los estancieros que al presente tienen Ambrosio Cotes, maestro de capilla y maestro Francisco Martínez, que enseña la gramática, lo han de tener y tengan sin pagar alquiler a la dicha ciudad hasta en tanto que la mayor parte del precio de la dicha casa sea pagado y entregado a los dichos señores beneficiados."
No es mucho lo que se sabe acerca de Cotes, e incluso se ignora todavía el lugar de nacimiento. Consta que, en 15 de marzo de 1594, fue nombrado maestro de capilla de la Metropolitana de Valencia, después de haber ejercido el mismo cargo en la corte de Granada. Permaneció en Valencia hasta el 22 de septiembre de 1600, fecha en que fue destinado a la catedral de Sevilla, donde falleció tres años después (9 de septiembre de 1603). Su estancia en Villena debió, pues, ser anterior a su destino en la corte granadina.
Lope de Vega, gran catador de esencias artísticas, tuvo a este compositor en gran estima, como se desprende de la siguiente estrofa, intercalada en el "Auto del Hijo Pródigo:
"Habla doña Ana de Zuazo y canta
que todo encanta, cuanto canta y
habla. Puede doña María de los Cobos
mover las piedras otra vez en Tebas,
con las Perazas, singulares hombres:
lsasi vive por la tecla insigne y, en la
música, Riscos, Lobo y Cotes."
De este insigne músico, más conocido por Ambrosio Coronado de Cotes, son pocas las obras que nos han quedado: una célebre misa de "Plagis" que se conservaba, y no sabemos si se conserva todavía, en el archivo de la Basílica de Valencia ("Libro de Atril" n.° 150, con traducción en el Libro n.° 210), y seis libros de Motetes que se guardaron en la Catedral de Sevilla.
Consideramos misión casi obligada la de investigar el paradero actual de estas composiciones, que podrían resultar un magnífico contrapunto a las bellísimas melodías pétreas de ese incomparable templo de Santiago, en donde ejerció su magisterio el ilustre compositor.
Extraído de la Revista Villena de 1960

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