3 ene 2022

1968 LA FIESTA DEL PASODOBLE

LA FIESTA DEL PASODOBLE por Vicente Prats Esquembre
Cuando menos, siempre es curioso e interesante conocer el origen de las cosas. De nuestras Fiestas y de sus actos, que como quien dice están a la vuelta de la esquina, todavía existen muchas lagunas y puntos oscuros que aclarar por el investigador, y podemos afirmar que, gracias a los estudios de nuestro paisano D. José María Soler García, quien nos distingue con su amistad, sabemos hoy tanto o más de nuestra prehistoria local que de nuestra época contemporánea.
Hay en nuestras fiestas un desfile simpático y alegre, preludio y prólogo de todos los demás, en el que, por ser la iniciación, los rostros brillantes y expresivos de los festeros están frescos y gozosos. Es la «Fiesta del Pasodoble», a la que me voy a referir para desvelar sus orígenes.
Precisamente hasta el año de 1917, los programas oficiales nada nos dicen de la mañana del día 5, y es en este año cuando vemos mencionado por primera vez el acto a que nos referimos. Hasta entonces, las músicas solían presentarse en sus comparsas respectivas a distintas horas, con tal de que estuvieran reunidas a las 4 y media para hacer la «Entrada». Algunas, más rezagadas, acudían directamente a la Losilla. Pero, a partir de dicho año, el punto de concentración es la Plaza de Santiago, en donde, a las 12 en punto, se iza la bandera española, se interpreta el Himno Nacional, se disparan tracas y cohetes y la «campanica de la Virgen» suena vibrante y emotiva, mientras músicas y festeros dan comienzo al primer pasacalle de nuestras Fiestas septembrinas.
Nos consta que el Alcalde de dicho año 1917 fue don Miguel Esquembre Fita, y ya que por entonces no existía una Comisión de Fiestas tan organizada como las actuales, en el primer ciudadano, secretario y algunos concejales recaía toda la responsabilidad del desarrollo de los festejos.
Don Miguel Esquembre tenía un comercio de tejidos en la calle Mayor, en donde prestaba sus servicios como dependiente Vicente Prats Nadal, oriundo de la ciudad de Onteniente, la cual, como es sabido, celebra también fiestas de Moros y Cristianos con singular esplendor.
Si en los hogares de nuestro pueblo, cuando se acerca el mes de septiembre es tema obligado de conversación el de sus tradicionales Fiestas, con mucho más motivo lo era en el domicilio del que, por aquellas fechas, ostentaba el cargo de Alcalde y tenía sobre sí buena parte de su organización. Y en una sobremesa dominguera del verano de 1917, se comentaba la pobreza de actos de esa mañana del día 5. El dependiente de la tienda, que tomaba parte en la conversación junto con los demás miembros de la familia, sugirió que podía hacerse en Villena lo que ya se hacía en su pueblo, y explicó los pormenores del desfile. A don Miguel le agradó la idea, y comentada con el resto de sus compañeros, tomó carta de naturaleza y, desde aquel día 5, a las doce en punto riel de todos los años, festeros y músicos inician alegres y bullangueros el recorrido tradicional a los acordes de un castizo pasodoble.
De esta manera sencilla y natural se estableció el pórtico de unas Fiestas que son el orgullo de cuantos nos llamamos villenenses.
Extraído de la Revista Villena de 1968

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