15 ago 2022

1964 VILLENA, 5 DE SEPTIEMBRE 1963

VILLENA, 5 DE SEPTIEMBRE 1963
Sesenta salesianos, de los Colegios cercanos, fueron huéspedes del Colegio Salesiano de nuestra ciudad el 5 de Septiembre de 1963, y presenciaron los festejos del día. Uno de ellos, licenciado en Historia, describe así sus impresiones de la memorable fecha.
Nunca había estado en Villena; me pesaba. No hay Salesiano que no haya escuchado este nombre mil veces. Y cada cual se forma una imagen de la ciudad y del colegio a su modo. ¿La última Tule? ¿La tierra de promisión? ¿Una de tantas?
5 de Septiembre. Fiesta de la Virgen. Fiesta en Villena.
Nuestro coche, trepidando por la ancha carretera, nos va acercando a golpes la lejana Villena. En mi interior se desmoronan las viejas paredes imaginarias con que había edificado la ciudad falsamente entre eriales. Villena se nos presenta real, rodeada de amplios círculos de manzanos con rodrigones para no reventar ele tanto fruto. A la derecha, montañas austeras, difíciles; al fondo, el castillo secular, bravío, testigo de luchas de moros y cristianos. Cerca, a un paso, la ciudad... Ya estamos.
La mañana está joven y fresca. La lluvia de la víspera la ha lavado para la fiesta. Todo es color y luz en las calzadas; el sol brilla chillón sobre los amplios parasoles redondos de las cafeterías. El río humano desciende lentamente con blando cabrillea murmullo de olas que se rompen de alegría blanca.
La primera visita, al Colegio. Nos espera el P. Director con la Comunidad, al son de los altavoces. Nos encontramos con salesianos de otros colegios de Levante, llegados como nosotros para vivir un día de santa hermandad. En todos, las mismas afirmaciones: ¡Bonito! ¡Bien!
Luego, visita al magnífico Templo gótico de Santiago, al Museo Prehistórico, a la Feria de Muestras.
A las doce, el río humano se abre; la gente se apiña en las aceras para dar paso a las bandas de música que inician el desfile La última banda de música es la cremallera que cierra de nuevo la calle con gente bulliciosa.
"Cuando llegan a nuestro balcón, el capitán de cada bando..."
Al mediodía, comida de hermandad en el amplio comedor. Todo al estilo de Villena, con gazpacho y tinto encorchado. Y la alegría salesiana que se desborda en la sobremesa.
Breve oración ante la Virgen Auxiliadora, salve cantada con entusiasmo de hijos... y un hasta luego, pues nos vamos a ver el desfile de Moros y Cristianos.
Nos han reservado el balcón de la Biblioteca Popular de la Caja de Ahorros del Sureste de España, gentilmente. El corto trayecto tiene para mí sabor desconocido. Nos detienen muchas veces para saludarnos, para darnos explicaciones de las fiestas, para agradecernos la educación que han recibido, para recordar salesianos de otros tiempos, Todo sabe a salesiano, a simpatía salesiana, a cariño salesiano.
Nuestro balcón da a una calle ligeramente empinada que termina en el castillo montado para estas fiestas, donde se celebrarán embajadas, batallas y la victoria final.
Una invisible resaca ha orillado a las personas a la acera; unos sentados en sillas, otros de pie, amurallan el cauce vacío. En los balcones, tras las colgaduras, hay gestos prietos de espectadores impacientes.
"Ya vienen, ya están", surge un clamor. La música lejana se encajona en la calle y asciende como un aroma a los balcones... Las largas filas de balcones se cimbrean de alegría, igual que las aceras
Ya llegan los moros y cristianos, en largas filas, con sus bandas de música; son grupos de Nazaríes, de Árabes, Bereberes, Piratas, Estudiantes . Al frente de cada grupo, el capitán; detrás, dos, tres, diez filas de combatientes en rítmico balanceo.
Villena es un pueblo de artistas. En un momento nos han sumergido en plena Edad Media. Ahí en la calle, al alcance de la mano nos amontona siglos de Historia. Nuestros índices señalan los triunfales' paseos de victoria que los antiguos dominadores de España y nuestros viejos antepasados aplaudieron con el mismo entusiasmo nuestro de hoy.
Van pasando los moros y los cristianos. Cuando llegan a nuestro balcón, el capitán de cada bando. siente una extraña animación en todo su cuerpo; arquea las piernas, dobla el cuerpo hacia atrás, mueve los: brazos como serpientes y apendola la cabeza con singular energía, obligando al grupo a abrirse en abanico frente a nosotros. Le recompensamos con un aplauso y un recuerdo conservado celosamente en nuestra' cámara fotográfica.
Las comparsas van pasando, espaciadas por jinetes y carrozas alegóricas.
Oscurece. Villena, en esta noche, es como un fragmento de estrella desprendido al azar: tiene luz propia y chisporrotea por la boca de mil arcabuces. El gentío se arremolina frente a la iglesia de María Auxiliadora. Por fin aparece la Virgen de las Virtudes, la Morenica de Villena. Y como un símbolo más de estas fiestas, cargadas de verdad, la Virgen de las Virtudes sale del Colegio Salesiano a hombros de cuatro directores de Colegios salesianos para dejarla en los corazones de los villenenses...
La procesión desfila bajo una larga bóveda de luz. La muchedumbre está salpicada de Moros y de Cristianos...
Nosotros nos quedamos en el santuario, viendo alejarse entre el gentío a la Virgen
Dejamos Villena con nostalgia; nuestro coche apenas rasga con sus faros la noche.. Detrás, todo es luz.
Fermín Goicoechea, S. D. B.
Fotos de FLOR
Extraído de la Revista Villena de 1964

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