5 mar 2023

1982 TRADICIÓN

Tradición
Conocer las razones por las cuales se realizan las cosas, es sin duda un gran avance en ellas mismas. Los estudios que sobre ellas nos hacemos, logran conocer el porqué de nuestra propia forma de proceder. ¿En cuántas ocasiones hemos escuchado decir a alguna persona: no es malo... pero tiene un genio muy fuerte, o aquella otra frase de... es un poco inocente pero un gran trabajador y buena persona? Esta introducción un tanto tópica tiene como finalidad el ponernos en circunstancia y predisposición de lo que a continuación quiero tratar.
En recientes visitas realizadas con motivo de los festejos de Moros y Cristianos, a distintas poblaciones de nuestra región, he podido comprobar algo que se hace patente cuanto más se observa, algo que estimo es tan importante como para ser tratado en profundidad por las personas que de alguna forma tienen la responsabilidad dentro de la fiesta. «La Tradición», sí, la conservación de una propia forma de hacer, de una propia forma de entender, se puede ver en esta entrañable y peculiar forma de hacer la fiesta de cada uno de los pueblos que celebran «tradicionalmente» fiestas de Moros y Cristianos; en algunos casos concretos conservan inalterables todos y cada uno de los actos que conforman su programa desde tiempo inmemorial, interpretando cada uno su papel con respeto a esta «tradición».
No soy contrario al progreso, que por sí sólo trasluce en la fiesta como si de un riego en una tierra seca se tratase, no, tampoco estoy tan aferrado a la tradición que quiera retrotraer a las gentes a actuar como en siglos anteriores, no, como simple espectador entiendo, que la función que aquí se da podría ser mejor si todos nos ajustásemos al libreto.
Viene a mi mente una poesía que en su día, en los años treinta, realizara ese gran poeta villenense amante de su pueblo D. GASPAR ARCHENT AVELLAN, que da la suficiente muestra de cómo un hombre espera el paso tradicional de la Patrona y que por motivos concretos no realiza su recorrido.
Esto no es más que un pequeño ejemplo de lo que significa para muchos ver cómo año tras año, todo va sucediendo de igual forma y manera, aunque los tiempos modernos hagan cambiar lo superficial o externo, pero manteniendo siempre su espíritu tradicional.
Esta es la poesía que a continuación con sumo agrado transcribo:
La Virgen no pasa...!
¡Qué malico que estaba el tío Pepe!
aquel buen anciano de blancos cabellos
que era fuerte lo mismo que un roble,
duro como el hierro,
querido de todos por su hombría de bien
y su fe arraigada de cristiano viejo,
ahora lleva dos meses corridos
postrado en el lecho,
soportando dolores agudos
y congojas mortales sufriendo.
Sólo una esperanza
mantenía los ánimos del anciano enfermo,
una sola idea su mente acaricia
que le infunde vitales alientos
y asido está a ella lo mismo que el náufrago
que se coge al flotante madero;
y es la idea de que están ya cercanas,
que ya se aproximan las fiestas del pueblo,
y confía le conceda la Virgen
la salud perdida, poniéndole bueno.
Ya hace días que le dijo a su esposa
y también a sus hijos y nietos:
«Escuchad, escuchad el encargo
que tengo que haceros:
cuando llegue el día de nuestra Patrona
y salga la Virgen con su manto nuevo
y su hermosa corona de oro
derramando sonrisas y besos,
avisad al alcalde, o al cura
avisad con tiempo
que vuelvan la imagen enfrente de casa
y la paren aquí un rato bueno,
y a mí me acercáis junto a los cristales
con la cama y todo; que tengo .
muchas ganas de verle de cerca
su rostro moreno
y decirle unas cosas que guardo
muy dentro, muy dentro;
que Ella fue en mi vida dorada esperanza,
de todos mis males fue siempre el remedio;
bálsamo oloroso para mis heridas,
de mi noche oscura el blanco lucero.
SI para curarme precisa un milagro,
Ella puede hacerlo
y lo hará cuando yo se lo ruegue
cerca del balcón postrado en el lecho;
más si no lo hiciera... también me conformo...
señal de que quiere llevarme ya al cielo».
Y llegó el día grande, el día de la Virgen
morena y graciosa, de rostro hechicero,
que en larga y grandiosa, procesión solemne
recorre esa tarde las calles del pueblo
con desfile de alegres comparsas
y millares de velas ardiendo.
Pasaban las horas. Ya la oscura noche
había desplegado su tupido velo,
cuando quiso otra vez el tío Pepe
tener a los suyos en torno del lecho
y con voz angustiada les dijo:
«La Virgen, yo creo
que hace ya dos horas saldría de la iglesia;
¿cómo tarda en pasar tanto tiempo?
ningún año ha pasado tan tarde,
ni siquiera las músicas siento...
Tan grande retraso me da mala espina;
tengo aquí una cosa, un desasosiego...»
Y la mano surcada de arrugas
la ponía temblorosa en el pecho.
Unos a otros todos se miraron
con un misterioso profundo silencio,
y bañados los ojos en lágrimas,
sin hablar palabra todos se salieron.
-Habrá que decírselo -exclamó una hija-
pero no me atrevo,
que la mala noticia lo mata,
lo mata de cierto;
aunque así tampoco nada adelantamos
con callar y callar tanto tiempo,
pues muy pronto tendrá que enterarse,
porque está en sus cabales completos.
No fue necesario
para conseguirlo hacer gran esfuerzo,
que una nietecilla con cara de ángel,
viva y retozona, más lista que el viento,
se acercó cautelosa a la cama
y en pocas palabras reveló el secreto
diciendo muy grave con su media lengua:
«Hoy no pasa la Virgen, agüelo,
porque no hay procesión esta tarde,
la ha prohibido el Gobierno».
El tío Pepe escuchó estas palabras
y quedóse de pronto perplejo;
miró en torno suyo y nada veía,
cual si ante sus ojos se corriese un velo,
y sintió la opresión dolorosa
de ingente montaña que le aplasta el pecho.
Mas al punto logró recobrarse,
y haciendo un gigante sobrehumano esfuerzo
con voz estentórea llamó a la familia,
preguntando con aire severo:
Decídmelo todo y no me engañéis,
decidme si es cierto
lo que esta chiquilla ahora mismo
me estaba diciendo,
que la Virgen no sale esta noche
porque los que mandan así lo han dispuesto.
Es verdad- le contestan al punto-:
pero usted no se altere por eso,
no será nada más que este año; a
otro ya veremos...
-¿Con que no me altere?
¿Y queréis que yo aguante sereno
esta puñalada que el alma me parte
y que llevo clavada tan dentro?
Ahora mismo me alzo de la cama;
sacadme la ropa, venga el traje nuevo,
a ver si es que sale o no sale la Virgen,
y a ver si este viejo
todavía aprovecha de algo
aunque esté, como está tan enfermo-
Hizo lo que pudo para incorporarse
y trató de arrojarse del lecho,
y mientras llorando todos lo sujetan,
aún dijo con débil fatigoso acento:
-iVirgen santa, no quiero pensarlo,
lo que pasaría si estuviera bueno!...
Y ya no habló más:
aquella cabeza de blancos cabellos
cayó en la almohada lo mismo que el plomo,
la boca cerrada, los ojos abiertos,
destilando un rosario de lágrimas
que iban lentamente saliendo, saliendo,
lo mismo que perlas de cristal cuajado
que esmaltan su afable rostro macilento.
Al siguiente día todas las campanas
sus fúnebres sones lanzaban al viento.
¡Ya murió el tío Pepe! Y lo más penoso
fue que el pobre viejo
murió de tristeza... ¡sin pasar la Virgen!...
¡Llorando había muerto!...
RAVARE (Cristianos)
Extraído de la Revista Villena de 1982

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