11 mar 2024

LOLA VITORIA TARRUELLA. UNA COMPOSITORA DE VILLENA QUE SE IMPUSO A SU TIEMPO

LOLA VITORIA TARRUELLA. UNA COMPOSITORA DE VILLENA QUE SE IMPUSO A SU TIEMPO
Una figura se podría decir casi misteriosa, una mujer en una época en la que la figura femenina no era considerada dentro de la cultura como creatividad propia.
Era impensable que una mujer tuviera conocimientos culturales, por ello, si se daba el caso, se le consideraba algo fuera de lo común, dando lugar al rechazo. Esto es lo que ocurre con este personaje femenino del que hoy tratamos Lola Vitoria Tarruella.
Poca información real se ha podido recoger de ella, existe como cierto hermetismo… por ello hemos tenido que recurrir a la investigación de Joaquín Navarro García, actor y tenor cómico fallecido este año 2021. A través de su hija Amaya hemos tenido acceso a su trabajo. También con la colaboración de Pilar Sánchez Picó, ambas compañeras de trabajo en el Conservatorio Ruperto Chapí de Villena.

Joaquín comenzó a investigar sobre la vida de esta compositora y conforme iba profundizando el interés se hacía mucho mayor, pues se encontró con una misteriosa vida que atañe a esta mujer. Se decía de ella entonces que era bruja, que estaba loca, que tenía muchas rarezas –comentarios aislados, incoherentes– se supone que por su singular comportamiento como mujer. Joaquín iba descubriendo así una figura notable de personalidad atrayente, fuera de lo común para su tiempo. Sin contar con preparación académica, llegó a destacar en la música y la literatura. Los documentos reales eran muy escasos y Navarro García recurrió mientras pudo a la información a través de los comentarios y confidencias de sus familiares. Incluso a veces tuvo que abandonar el trabajo por la escasez de información.
Lola Vitoria fue escritora de teatro y compositora, todo un hallazgo de aquella época y todavía es más sorprendente que en la Bibliografía de la Ciudad de Villena y su partido judicial de José María Soler se vieran reflejadas algunas de sus obras, aunque incompletas. Solamente hay una obra registrada en la Sociedad General de Autores, la zarzuela María Rosa. Hay que resaltar que por deseo expreso de la compositora todas sus obras (a excepción de las desaparecidas) quedaran al cargo de Alfonso Arenas García, amigo muy apreciado de la familia, abogado y albacea de la misma.
En el año de su nacimiento, 1880, ocurrieron hechos tan significativos como el estreno de la Obertura 1812 de Tchaikovsky, Las Danzas Húngaras de Brahms, A Sevilla por Todo de Barbieri, La Canción de la Lola de Chueca y Valverde, Chapí comienza su triunfal carrera, nace Manuel Penella en Valencia… hechos muy marcados en la historia de la música; a ello se le añade la creación de la Banda de Música la Novísima de Alcoy. En este mismo año y en la misma ciudad nace Dolores Agustina Ana Vitoria Tarruella, adoptando el nombre de Lola Vitoria que así siempre se la conoció.
Nació el 28 de agosto, hermana de pequeña de tres hermanos e hija de Facundo Vitoria y Dolores Tarruella, de Cocentaina y Barcelona respectivamente. Su abuela materna era natural y residía en Villena. Por ello, al morir el padre de Lola Vitoria, como su abuela también había enviudado, su madre decide marchar a Villena para vivir con ella. La compositora tan solo tenía ocho meses; razón por la que siempre se la consideró de Villena, de lo que estaba muy orgullosa. Su familia era de posición acomodada ya que sus abuelos paternos tenían un negocio de ultramarinos.
Un percance en su vida fue la pérdida del ojo derecho debido a una infección y con tan solo siete años se le implantó una prótesis ocular. La educación le era recibida siempre por sacerdotes en forma de clases particulares, pues su madre se oponía a que estuviera con otros niños debido a que Lola –se decía– tenía fenómenos paranormales razón por la que quería ocultarla. La videncia y las imposiciones de manos le perturbaban, aunque ella se resistía a creerlo.
Marchan a Valencia cuando su hermano Arturo comienza su etapa académica, una etapa en la que a Lola se le despierta el entusiasmo por la música al asistir a recitales con su madre. Es entonces cuando muestra un carácter exigente y temperamental y su madre decide que reciba clases particulares de música de muy buenos compositores valencianos como José María Úbeda y José María Fayos Pascual, el primero un gran improvisador de órgano que influyó en la compositora en sus improvisaciones pianísticas y el segundo, alumno de Salvador Giner, uno de los grandes influyentes en el renacimiento de la música valenciana. Con estos dos grandes profesores, Lola estudia solfeo, harmonía, composición, piano y guitarra con una facilidad extraordinaria. Estas cualidades junto a su forma de ser tan independiente le hacen tomar la decisión de componer Marcha para la Coronación. Una decisión que tomó con tan solo diecisiete años y que mantuvo en secreto. Se la dedicó al rey Alfonso XIII y la mandó a Madrid al concurso que se celebraba para tal evento, resultando premiada y editada por la famosa editorial Luis Tena. Comienza así su aprendizaje de forma más independiente, más autodidacta, dejando a un lado otras materias e inclinándose hacia la música y la literatura, en esta última hacia la prosa.
Su hermano termina la carrera de Derecho, es entonces cuando Lola y su madre regresan definitivamente a Villena y es aquí, dentro de su círculo de amistades, cuando se centra en los gustos artísticos, con amigas con aptitudes hacia las Bellas Artes, teniendo la oportunidad de asistir a veladas musicales escuchando a grandes artistas como el guitarrista Francisco Tárrega que igualmente la escuchaba a ella haciéndole tocar improvisaciones y sus propias composiciones. A estas veladas también asistían otros compositores como el director de la Música Nueva de Villena Camilo Pérez Laporta. Se acercaba el final de siglo XIX y Lola ya poseía numerosas composiciones autodidactas con buen gusto musical que le hacían prever el futuro que le esperaba.
En el año 1903 contrae matrimonio con su primo y farmacéutico Tomás Giner Gálbis, trece años mayor que ella, un hecho que le provoca un parón en su carrera musical, y que mantiene cierto recelo con la iglesia por su profesión científica, y le insta a ella a no asistir a los oficios. Por contra, siempre la apoyó y valoró en sus creaciones. Tomás destacaba en la pintura, la astrología y la literatura. Estuvieron siempre muy enamorados y el amor hacia su marido le hace seguir sus deseos; sin embargo, esta situación no le impide seguir componiendo en su propio gabinete en donde realiza innumerables veladas con un público reducido, ya que su carácter intolerante a la mediocridad hacía que sus vecinos la miraran con distanciamiento. Del matrimonio nacen dos hijas: Luz y Amparo.
Los numerosos viajes fuera de la ciudad son muy frecuentes, no le agradaba el ambiente cultural de su tierra y viaja a otras ciudades para asistir a teatros y conciertos. Su buena situación económica se lo permitía; ello dio lugar a relacionarse y conocer a muchas amistades importantes. En 1909 estrena en Alicante con música y letra de su propia mano, la zarzuela María Rosa recibiendo muy buenas críticas y un notable éxito.
Un hecho que le marcará su vida de forma dramática es la muerte de su hija Amparo con tan solo seis años debido a las fiebres tifoideas y un mes después su otra hija, contagiada por su hermana, muere igualmente a la edad de once años.
Esta tragedia hace que recaiga en una profunda depresión que achacaba a un castigo divino por distanciarse de la iglesia. Su esposo teme por ella y le hace la promesa de una peregrinación a Lourdes y gracias al amor y la ilusión levanta su ánimo. En dicha peregrinación, Lola reza en la gruta de Lourdes pidiéndole a la Virgen la reconversión de su marido hacia la iglesia. Ella nunca lo había forzado, deseaba que fuera por su propia decisión y así ocurre cuando se desprenden unos pétalos de rosas que caen en el hombro de Tomás, tomándolo como un milagro, al cual él accede y se acoge en el seno de la Santa Madre Iglesia.
Ella, no obstante, sigue con sus sesiones de espiritismo, se refugia en ello, creyendo que puede comunicarse con sus hijas de esta forma. Tomás deja a un lado todas sus actividades y se dedica a la política. Es entonces cuando Lola comienza su etapa más fructífera, compone y escribe sin cesar para dejar así a un lado su dolor y vacío de madre. También le ayudan sus salidas al campo en donde cantaba con los labriegos y tocaba la mandolina.
En 1918 estrena en Madrid otro de sus notables éxitos, la zarzuela Mi Granada con unas excelentes críticas en los medios de comunicación. Es en estos años cuando comienza a sufrir un carcinoma que le produce hemorragias, pero que no le impide llevar una vida normal.
Comienza la Guerra Civil y los dos son apresados. Lola fue liberada cuatro meses después y Tomás, su marido, al finalizar la contienda. Son los años 40 y Lola empeora por su enfermedad, pero, aun así, su creatividad no decae. En esta etapa tan oscura escribe su Fantomas llora.
Sus salidas al campo son cada vez más largas y le ronda por la cabeza la idea de crear un organismo oficial que cuidara de los artistas de forma espiritual y corporal. Su deseo era proteger a este sector cultural y busca ayuda y apoyo entre sus amistades relacionadas con la música y el teatro, consiguiendo (no sin pagos) el permiso del obispo de Orihuela para reservar la Capilla del Santísimo, algo que le llenó de alegría y entusiasmo, pero su enfermedad era imparable y a finales de esta década se le declara una metástasis convirtiendo en un infierno la poca vida que le quedaba. Su cuerpo se va consumiendo, pero no la fuerza y entereza de su carácter que le hacían mantener su espíritu fuerte e indomable. Lola Vitoria muere el 10 de mayo de 1952 y es enterrada en Villena junto a sus dos hijas. Había compuesto 55 obras musicales (para gran banda, cámara, canto y piano (11), piano (32) y teatro (12).
Termina aquí la vida de una mujer que, por la época en la que le tocó vivir, se convirtió en casi una leyenda. Sus ideas, sus necesitadas ganas de aprender por sus grandes dotes, la inclinaron a enfrentarse a la sociedad, de ahí su imagen de rareza que la hacía destacar ante las mujeres coetáneas. Decía que con los hombres se aprendía muchos más… palabras que dan muestra el lugar que ocupaban las mujeres, pues nunca faltó la creación entre géneros, simplemente se clasificaba lo masculino y lo femenino. Una muestra entre tantas era que el Maestro José Serrano nunca se atrevió en las veladas a tocar después de ella, no por deferencia, sino tal vez por temor a no superarla técnicamente.
Destaquemos:
Recibió clases particulares de música de muy buenos compositores valencianos como José María Úbeda y José María Fayos Pascual, el primero un gran improvisador de órgano que influyó en la compositora en sus improvisaciones pianísticas y el segundo discípulo de Salvador Giner.
En 1909 estrena en Alicante con música y letra de su propia mano, la zarzuela María Rosa recibiendo muy buenas críticas y un notable éxito, y en 1918 otra zarzuela Mi Granada, con buenas críticas, entre otras composiciones hoy perdidas.
Sus ideas, sus necesitadas ganas de aprender por sus grandes dotes, la inclinaron a enfrentarse a la sociedad. Tras ser apresada por sus ideas durante la Guerra Civil escribió una comedia, Fantomás llora.
Fuente: https://www.lasbandasdemusica.com/
MANOLI ARACIL – 13 de julio de 2021

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