A NUESTRA PATRONA Y SEÑORA MARÍA DE LAS “VIRTUDES”
Hace poco más de un año que, como siempre y con todo solemnidad y emoción, de las más grandes ocasiones se celebró en todo el orbe católico la conmemoración de aquel gran día en que Pio XII proclamo el último Dogma mariano para gloria de Dios Omnipotente, para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte, para aumento de la gloria de esta misma Madre, para gozo y alegría de toda la Iglesia.
Nuestra madre y Patrona bajo la incomparable advocación de todas las Virtudes, a nosotros nos hace participes de eso alegría, de ese gozo, a través de la Iglesia. Esto fue la definición dogmática: lo que muchos siglos antes, allá por el V comenzó o celebrarse en oriente, en Roma, Inglaterra, Francia y España ya por el siglo VII.
En la edad media se inunda el mundo de catedrales, doscientas, en su mayoría, casi todas o la Asunción: León, Burgos, Toledo, Sevilla... que artistas famosos pintaron y esculpieron bajo la visión de lo subido a los cielos.
Pensemos en estos días en que celebramos nuestras fiestas en su honor, en aquella gloriosa asunción envuelta entre la humareda de las salvas de arcabucería con que se la despide en eso bello mañana - casi yo otoñal - del día nueve de septiembre, y el polvo que se levanta al caminar en romería, lo que se transforma al ser asunto a su camarín.
PASCUAL MUÑOZ SEVILLA
Extraído de la Revista Villena de 1989
No hay comentarios:
Publicar un comentario