7 feb 2023

1990 MANUEL CARRASCO FORMIGUERA: UN LIDER CATALANISTA ORIUNDO DE VILLENA

MANUEL CARRASCO FORMIGUERA: UN LIDER CATALANISTA ORIUNDO DE VILLENA
Una de las incógnitas, quizá la que presentaba mayores dificultades, que tuvimos que resolver en la investigación realizada sobre la vida de nuestro insigne paisano Ruperto Chapí, cuyo trabajo se publicó el año 1984, fue la de descubrir quien había escrito el libreto de la primera zarzuela que el maestro compuso, cuando contaba quince años de edad, titulada ESTRELLA DEL BOSQUE.
Por lo que refiere su biógrafo Salcedo sabíamos que el autor había sido el hijo del boticario del pueblo. Dos eran, solamente, los que por aquellos años de la década de 1860 ejercían en Villena: Norberto de Arcas, sin descendencia, y Antonio Carrasco Meseguer que tenía tres hijos varones: Antonio, Bonifacio y Rosendo. La incógnita quedó resuelta y nos atrevimos a afirmar que el colaborador de Chapí había sido Antonio.
La primera noticia que conocimos del asentamiento de los Carrasco en nuestra ciudad, se debió al memorial del que se dio cuenta a los ediles en la sesión del día 14 de agosto de 1805, por el que don Antonio Carrasco, médico, natural de la villa de Totana y residente en la ciudad de Lorca, ambas de la provincia de Murcia, solicitaba establecerse en Villena. La Corporación acordó concederle el oportuno permiso y don Antonio inició sus actividades en esta población.
No existen en el archivo municipal padrones fiables hasta el año 1843, puesto que los anteriores, o no se conservan, o están incompletos. En ese documento ya no figura el doctor, probablemente por defunción, y si se cita a su hijo Antonio Carrasco Meseguer, boticario, y a su mujer Nicolasa Ibáñez Castillo, originaria de Yecla. Fruto de once años de matrimonio fueron sus hijos Antonio, Concepción, Bonifacio, Rosendo y Virtudes Carrasco Ibáñez.
El 24 de diciembre de 1882, muere el farmacéutico, pero ya sus cinco hijos habían ido emigrando, uno tras otro, a Barcelona.
Por las informaciones recibidas de la familia y las que figuran en el libro escrito por el padre benedictino Hilari Raguer, (editado en lengua catalana en 1984 por Publicaciones de la Abadía de Montserrat, titulado «Divendres de Pasió, Vida i mort de Manuel Carrasco i Formiguera), hemos podido realizar un seguimiento de la descendencia de Rosendo.
Recomendado por su padre a su colega de Barcelona, don Gaspar Formiguera, comenzó a trabajar en su establecimiento, y poco más tarde se unía en matrimonio con su hija Carmen. Pocos años después enviudó y contrajo segundas nupcias con Magdalena, su otra hija menor. De este segundo enlace, del primero no había tenido descendencia, fueron Luis, Manuel y Rosendo Carrasco Formiguera. Por su relevante personalidad nos referiremos, aunque muy brevemente, a algunos aspectos de la vida de Manuel.
Vio la luz en 1890 en un hogar en el que se hablaba la lengua castellana, hasta que Emilio, hermano de su madre y tenaz defensor del catalanismo, se trasladó a vivir con ellos. A partir de ese momento, en aquella vivienda, sólo se utilizó el idioma vernáculo. Estudió la carrera de Derecho y, una vez concluida, se desposaba, el 12 de abril de 1915, con Pilar Azemar y Puig de la Bellacasa.
Bajo la influencia de su tío Emilio, la lectura de la revista Cu-Cut y la Voz de Cataluña, comenzó nuestro personaje su carrera política que le llevó a sentir, cada vez con más intensidad, el nacionalismo catalán del que fue destacado paladín.
Ocupó, entre otros, los siguientes cargos o empleos:
—Regidor del Ayuntamiento de Barcelona.
—Miembro fundador de Acción Catalana.
—Delegado por dicho partido en la reunión que diversas personalidades celebraron en San Sebastián el 17 de agosto de 1930, con el fin de unificar criterios para conseguir instaurar la República.
—Diputado de Unión Democrática de Cataluña en las Cortes constituyentes de 1931. —Jefe del Departamento de comunicaciones al constituirse, el 14 de abril de 1931, el Gobierno Provisional de la República catalana.
—Asesor jurídico de la Comisaría de Banca y Bolsa en el control de las cuentas corrientes de los propietarios fugitivos.
—Diputado catalán y amigo personal del Lehendakari Aguirre.
—Asesor jurídico de Tarradellas en su viaje a París, con el objeto de adquirir una fábrica de cartuchos para la industria de guerra, y
—Asesor jurídico del Departamento de Finanzas del que era conseller el Sr. Tarradellas.
Manuel era profundamente católico practicante y cuando comenzó la guerra civil, ayudó a evadirse o refugiarse en domicilios de su confianza a sacerdotes y monjas que corrían peligro de muerte.
Estas acciones fueron denunciadas el 17 de diciembre de 1936 por «Solidaridad Obrera», órgano de la C.N.T. y de la F.A.I., en un artículo que firmaba Jaime Baliús y que por su interés reproducimos a continuación:
«LA REVOLUCIÓN DE JULIO HA DE CERRAR EL PASO A LOS ARRIVISTAS.
Nos acaban de informar de un caso que, de ser exacto, no lo llegamos a comprender.
Se trata de Manuel Carrasco y Formiguera. Este político catalán se ha destacado siempre por un catolicismo exacerbado. Una prueba de la aserción que lanzamos, se halla en una de las sesiones de las Constituyentes, del movimiento de abril de 1931. Tal como apuntamos, defendió en las Cortes a los jesuitas. La opinión todavía remembrará su cálida defensa.
Además, fue uno de los militantes más destacados de la Unión Democrática de Cataluña. Su actuación ha poseído siempre un colorido derechista cien por cien. ¿Cómo se comprende que en la hora actual ocupe cargos de confianza en los departamentos ministeriales?
Sabemos que Carrasco y Formiguera desempeña el cargo de asesor jurídico del departamento de Finanzas. Y que este arrivista está trabajando un alto cargo. ¿Es posible esto, después del 19 de julio? ¿Se puede aceptar que un ex defensor de los jesuitas pueda continuar medrando en un régimen que ha roto un pasado y que se desangra para terminar con un ayer vergonzoso?
La Revolución ha de ser dura, y casi nos atreveríamos a decir brutal, con los individuos que, a pesar de su actuación netamente contraria a las esencias revolucionarias que presiden el momento actual, no se resignan a desaparecer por el foro y hacen gala de un descoco que no tiene calificativo.
Como el caso relatado hay muchísimos. Ha llegado la hora de purificar los cuadros revolucionarios. Si no lo hacemos así, nos exponemos a hacer una Revolución de léxico y fachada.
A los arrivistas hay que cerrarles el paso.»
Después de esta pública denuncia, dice su biógrafo, la vida de Carrasco Formiguera corría un gravísimo peligro y ni el Presidente de la Generalidad, Luis Companys, ni Tarradellas, podían garantizarla eficazmente. En vista de ello, embarcó en el vapor Galdames desde Bayona a Bilbao con su esposa y sus ocho hijos.
Apresado este por el crucero Canarias el día 5 de marzo de 1937 fue conducido a Pasajes desde donde se le trasladó a Burgos, mientras que su familia era canjeada, algo más tarde, por la de López Pinto, Capitán General de la mencionada capital.
El día 5 de julio de ese mismo año, según el padre Hilari Raguer, tres catedráticos de la Facultad de Medicina de Barcelona, entre los que se encontraba Rosendo Carrasco y Formiguera, hermano de Manuel, visitaron en Valencia al Presidente Manuel Azaña, con el fin de comentarle diversos asuntos y aprovecharon la oportunidad para hablarle de Carrasco. En el diario del Presidente se puede leer la siguiente anotación: «Carrasco es hermano del diputado catalanista del mismo apellido, hombre de derechas y muy exaltado catalanista, que cayó en poder de los rebeldes cuando navegaba de Bilbao a Francis. (sic). Es de creer que no lo maten, porque Carrasco tiene muy buenas aldabas en la Iglesia.»
El político catalán, oriundo de Villena, que no pretendía la independencia de Cataluña sino un estado republicano federalista, fue sometido a proceso el 27 de agosto de 1937 y condenado a muerte.
A partir de ese momento las gestiones llevadas a cabo para salvarle la vida fueron tan numerosas como inútiles. Intervinieron en el empeño amigos, políticos, los cardenales Gomá, Vidal y Berenguer, monseñor Antoniutti y hasta el secretario de Estado cardenal Pacelli en nombre de la Santa Sede.
Pero su destino debía de cumplirse, y a las 6 de la mañana del día 9 de abril de 1938, en el foso exterior del penal, Manuel Carrasco y Formiguera fue ejecutado.
En sus últimas disposiciones figura, entre otras, la de que no se tomaran represalias por su muerte, y sus postreras palabras fueron: «La que ha sido el lema de toda mi vida y que llevo en el corazón, quiero que sea mi grito en este trascendental momento: Visca Catalunya lliure. Jesús, Jesús,...»
Sea este modesto trabajo nuestro homenaje a su recuerdo.
Vicente Prats Esquembre
Extraído de la Revista Villena de 1990 

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