1 feb 2023

1990 NOSTALGIA

NOSTALGIA
¡Ya no hay toros en Villena,
picadores, ni toreros,
donde plantaron bandera
los más famosos maestros!
Desolada y silenciosa
está su plaza por dentro;
sus paredes ya no escuchan
el vitorear a los diestros.
El palmear de los tendidos
ni el agitar de pañuelos,
clamando a la presidencia
sus merecidos trofeos.
Ni el toro de la reyerta
sobre la arena del ruedo.
Su noble casta bravía
no ceja ante su adverso;
ni aun en la muerte se excusa
en defender su terreno...
También un lauro merece
con un toque de silencio.
De la gran fiesta española,
siempre guarda un fiel recuerdo
de chulaponas «manolas»
que mucho la embellecieron,
con mantones de Manila,
con la gracia y el salero
de su peineta y mantilla,
con aires rancios Goyescos
que don Francisco de Goya
inmortalizó en sus lienzos.
Y una tarde muy torera
cuando yo era jovenzuelo,
por la calle Ancha venían
la cuadrilla de toreros:
los más famosos espadas
que corrían por los ruedos.
Las «manolas» en berlinas;
los caballos muy troteros,
efundían risas y amores
alegres y placenteros.
A la cabeza marchaba
de aquel célebre cortejo,
la esbelta figura ecuestre
de don Antonio Cañero,
en su caballo galán,
el más noble y altanero.
¡Y espuelas tan bien calzadas
que, en el coso, hicieran juego!
¡Qué arrogancia! ¡Qué semblante!
Aquel desfile, era el regodeo
de la juventud, que al pasar,
con aplausos muy excelsos
soñaban vagos idilios
que brotaban de sus pechos.
Las puertas y las bocanas
parecían hormigueros.
La gente se alborotaba
en busca de sus asientos.
La plaza quedó ocupada.
El sol daba su ardiente beso,
y el ambiente se caldeaba
con brillantez y reflejo.
Y a los acordes marciales
de un pasodoble torero,
se iniciaba el paseíllo
con majestad y destello.
El alguacil presidía
aquel arrogante paseo
de figuras más toreras
que daban aquellos tiempos.
La portentosa maestría
de don Antonio Cañero
y su jaca jerezana
que era la gracia y portento...
El corvetear de sus manos
dando la vuelta al ruedo,
con la arrogancia suprema
siendo la admiración del pleno.
Lucían capotes de plata y oro
los muy famosos maestros
Joaquín Rodríguez «Cagancho»,
Serafín Vigriola «Torqueto 1».
Con la montera en la mano,
tras ellos los subalternos,
saludan a la presidencia
y al lleno, con mil respetos.
Anuncian claros clarines
de la fiesta sus comienzos,
y allí estaba Juan «el Pintao»
(segundo de «los Bollegos»),
en la puerta del toril
en dar paso a los cornúpetos.
Salió un toro «de bandera»
con poderes muy completos,
que arremete con bravura
al potro y al caballero
que espera con valentía
la embestida del noble fiero;
con mucha gracia lo esquiva
con sus lances y sus quiebros,
y al tercio de banderillear,
con desplante y muy apuesto,
puso un par de banderillas
que en Villena nunca vieron.
Y en la suerte de matar
no sintió el pavor del miedo
al ser toros de cinco hierbas
tan bravíos como enteros.
Nadie osó cortar sus astas...
Eran puñales de acero...
Porta en su mano derecha
la vara con su rejón.
La izquierda lleva la rienda
que domina con tesón.
El toro brama y babea;
despide ardientes resuellos;
sus manos escarban la arena;
se hace atrás por más defenso,
y se lanza con fiereza.
El jinete está muy diestro.
De nuevo le hace la rueda
y lo engaña con sus rodeos,
pasando el rejón y vara
por su frente, entre los cuernos.
Y al verse otra vez burlado,
vuelve a la lucha más fiero.
Puntea la nalga del potro
con sus afilados córneos.
Don Antonio muy de veras
sale al toro, a su encuentro.
Vé al público divertido
que guarda un mutuo silencio.
Con la gracia y su valer
le acomete, y con acierto
le asesta un tremendo golpe
que el rejón entró de lleno.
Deja al bruto mal herido,
acabado e indefenso.
Cae de bruces en la arena;
le da fin el puntillero.
Un estruendo vocerío
se esparcía por todo el cerco.
La gente conmocionada
de su arte tan perfecto,
con aplausos delirantes
y el revolotear de pañuelos,
pedían orejas y rabo
de sus bien ganados trofeos.
Y con mucha gallardía 
acoge con gran afecto,
que luce en potro galán
dándose la vuelta al ruedo.
Las manolas, al pasar,
su mirar eran destellos.
Con la sonrisa en sus labios
le arrojan flores y besos
que salen del corazón
y el viento les da revuelo;
siendo el alma bella y pura
queda en ella siempre impreso.
Yo también tiré mi gorra
con el corazón abierto,
de aquellas faenas tremendas
que lleva el arte torero.
Los seis toros se lidiaron.
La misma suerte corrieron.
El muy célebre «Cagancho»
y el gran «Torqueto primero»,
supieron alzar su nombre
con merecidos trofeos.

De aquella tarde, señores, 
siempre guardo un fiel recuerdo. 
Y lo digo muy de veras: 
¡fue tarde de mis ensueños!
Mariano Pujalte Martínez
Esta famosa corrida se celebró en Villena el día 23 de octubre de 1927, lidiándose seis toros de la ganadería de la Sra. Marquesa Viuda de Villagodio, correspondiendo dos ejemplares a cada uno de los matadores. Actuó como Sobresaliente el novillero de la cercana ciudad de Alcoy, Andrés Coloma «Clásico».
Extraído de la Revista Villena de 1990 

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