1 dic 2023

1993 UN YACIMIENTO LÍTICO DE SUPERFICIE: EL PINAR DE TARRUELLA (VILLENA)

Un yacimiento lítico de superficie: el Pinar de Tarruella (Villena)
Por ELISA MARCA DOMENECH FAUS
Las peculiares características geográficas y topográficas del término de Villena han permitido el asentamiento humano tanto al aire libre como en cueva durante el Paleolítico Superior y Neolítico. Hecho que puede ser perfectamente comprobable si se observa el mapa de dispersión de yacimientos colgado en una de las paredes del Museo Arqueológico de esta ciudad, fruto de la inmensa labor de recogida y documentación realizada desde hace varias décadas por José María Soler y sus colaboradores.
A pesar de esta variedad, el estudio de los yacimientos de superficie se ha limitado a la valoración de una pequeña parte del material hallado, con la única preocupación de dotarle de una cronología basada en la comparación con otros materiales arqueológicos similares.
Sin embargo, la combinación de ambos tipos de hábitat despierta nuestra curiosidad a la hora de interpretar el poblamiento de las sociedades cazadoras-recolectoras de la Prehistoria. Actualmente se sabe que el hombre paleolítico, por su sistema de subsistencia, dependía enteramente del medio natural que le envolvía, obligándole a estar constantemente en movimiento en la búsqueda de los recursos necesarios/deseados o de refugio.
Ahora bien, el problema surge cuando hay que averiguar la funcionalidad de cada uno de ellos dentro del sistema económico de estas sociedades. Es decir, si sirvieron como lugar para pernoctar, tallar el sílex o como simple oteador de caza.
Naturalmente la tarea no es nada fácil, ya que para ello hay que analizar el mayor número posible de vestigios y situarlos en el papel que les corresponde, examinar el lugar donde fueron encontrados y las características del mismo.
En el caso del Pinar de Tarruella, sus materiales aparecían depositados sobre un fondo de arenas lacustres pertenecientes a la antigua Laguna de Villena, desecada a principios del siglo XIX. Su primera publicación corrió a cargo de José María Soler a finales de los años sesenta situándolos en el Mesolítico II de Almagro (SOLER, 1968-69). Posteriormente, Javier Fortea los relacionaba con el Epipaleolítico Microlaminar de facies St. Gregori, con una cronología cercana al X Milenio a.C.
Como se ha podido confirmar en los trabajos de los autores anteriormente citados y en los propios fondos del Museo, los restos líticos son prácticamente los únicos elementos de estudio que se conservan. Además, su análisis queda condicionado por su estado de conservación al estar el material silíceo expuesto a la acción de los diferentes agentes climáticos (desilificación, alteraciones térmicas...), así como a las remociones sufridas por las roturaciones ayudando a su fragmentación y dispersión por un área relativamente amplia.
Los objetos recogidos suponen un total de 3.345, entre los cuales se contabilizan el material tallado y el no tallado. Se reparten de la siguiente forma:
Restos de talla
Núcleos: 40
Lasca: 684
Láminas/laminitas: 64
Productos de acondicionamiento de
núcleo: 31
Piezas retocadas: 85
Denticulados: 3
Piezas con retoque mecánico: 31
Restos de talla dudosos Núcleos: 42
Lascas de cuarcita: 2 Restos indefinidos: 1.782
Materia prima no tallada
Bloques de sílex con extracciones: 50
Riñones de sílex: 3
Bloques de sílex: 158
Fragmentos de riñones de sílex: 27
Restos indefinidos: 330
Sílex lacustre: 3
Fig. 1. Núcleos.

Fig. 2 Piezas retocadas y piezas con retoque mecánico.
Dentro del grupo de los restos de talla se incluyen todos aquellos objetos donde se observa la intervención humana en su proceso de fabricación. En él se pueden conectar varios tipos de restos con una tecnología específica, representada por la mayor parte de los núcleos clasificados, lascas laminares o relacionadas con esta técnica, las laminitas, los raspadores y las hojitas de dorso.
No obstante, son los núcleos quien mejor definen el sistema de explotación al repetirse una serie de constantes tales como: una forma tendente a piramidal, un plano de percusión liso o poco preparado y la extracción laminitas por percusión en una sola cara, mientras que la otra presenta corte o está sin tallar.
Fuera de este contexto se encuentran el núcleo prismático tallado por la técnica de presión, tres láminas obtenidas por la misma técnica y un trapecio, objetos propios del neolítico cuya presencia tal vez sea debida a la vecindad del Arenal de la Virgen con nuestro yacimiento.
Los denticulados y las piezas con retoque mecánico suelen confundirse con las piezas retocadas, pero la morfología de los múltiples levantamientos de sus bordes les dotan de un aspecto muy particular. El retoque mecánico producido por la modificación involuntaria de los filos de las piezas se presenta en forma de una o varias extracciones irregulares poco netas o machacadas, dando a los bordes un aspecto amuescado o denticulado.
En el grupo de los dudosos se tienen en cuenta a aquellos restos que por su estado de fragmentación o alteración no han podido ser clasificados dentro de ninguna categoría de talla.
Finalmente, los objetos líticos no tallados por el hombre, pero que potencialmente hubieran podido ser tallados por éste, forman el último grupo denominado materia prima no tallada. Si se comparan las características externas de los bloques y riñones con las piezas talladas se puede ver que se trata del mismo tipo de material. Por tanto, su estudio permite completar la reconstrucción del proceso de fabricación de los objetos líticos, desde la selección de la materia prima en su estado natural hasta el producto final.
Toda esta lista de valoraciones extraídas del análisis del elemento lítico apunta hacia la hipótesis de que el Pinar de Tarruella sea un lugar donde se tallaba el sílex. En este sentido cabe mencionar a los núcleos de laminitas indudablemente tallados a partir de los riñones de sílex allí encontrados.
Pero otros factores como la presencia de piezas retocadas, indicadoras de otras actividades diferentes a las de la talla y la escasa presencia de algún vestigio de fauna y malacofauna muy mal conservadas por las condiciones del terreno, hablan de una función más diversificada del yacimiento.
A pesar de que ambas hipótesis fuesen válidas, no pueden ser demostrables por los conocimientos actuales que se tienen sobre la forma en que todos estos objetos fueron depositados, y en qué medida las remociones del terreno por las diversas tareas agrícolas alteraron su situación inicial y los mezclaron con materiales procedentes de otros yacimientos cercanos.
No obstante, el estudio del Pinar de Tarruella no queda zanjado con todas estas apreciaciones, su interés para el conocimiento del hombre prehistórico queda suficientemente probado con la información tecnológica que nos ofrecen sus materiales. Tan sólo quedaría ver a qué tipo de asentamiento pertenece, cuestión que podrá solucionarse en futuras investigaciones con la aplicación o ampliación de otros estudios.
BIBLIOGRAFIA
SOLER GARCIA, J. M.ª (1968-69): «La Cueva Pequeña de la Huesa Tacaña y el Mesolítico villenense». ZEPHYRUS t. 19-20, págs. 33¬37.
FORTEA PEREZ, J. (1973): Los Complejos Microlaminares y Geométricos del Epipaleolítico Mediterráneo Español. Seminario de Prehistoria y Arqueología, Memoria 4, Salamanca.
Extraído de la Revista Villena de 1993

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