16 abr 2024

1994 PROSPECCIONES ARQUEOLÓGICAS EN VILLENA: EL CABEZO REDONDO Y SU ENTORNO

Prospecciones arqueológicas en Villena: el Cabezo Redondo y su entorno.
Por F. J. JOVER MAESTRE. J. A. LOPEZ MIRA, J. A. LOPEZ PADILLA
Desde tiempos prehistóricos Villena ha constituido un núcleo de relaciones culturales y un área de tránsito entre el interior peninsular y el litoral mediterráneo a través del valle del Vinalopó, como lo demuestra el alto número de yacimientos y la gran riqueza arqueológica existentes en su término municipal. Esta riqueza y el profundo conocimiento del poblamiento prehistórico de Villena se debe, sobre todo, a la gran labor de investigación que durante décadas ha venido desarrollando D. José María Soler García, Director del Museo Arqueológico Municipal, y que ha permitido que el término municipal de Villena se convierta en uno de los mejores conocidos arqueológicamente del País Valenciano.
Cabezo Redondo. Vista de la ladera meridional
PARA los que hemos tenido la suerte de conocer y convivir con J.M. Soler resulta harto difícil —sabedores de la grandeza humana y humanística de su figura—, iniciar una serie de trabajos destinados a continuar su labor investigadora en el ámbito de la Edad del Bronce. Sus enseñanzas en los trabajos de campo, la lectura de sus publicaciones y, no en menor medida, el trato personal mantenido, le han convertido, para nosotros, en un continuo estímulo y en un ejemplo a seguir.
La labor de J.M. Soler no sólo se ha limitado al estudio e investigación del pasado, sino también a la protección, difusión y conservación del patrimonio villenense. Un ejemplo especialmente representativo es el yacimiento del Cabezo Redondo (figura 1) al que ha dedicado largos años de estudio. Se trata de un impresionante poblado de la Edad del Bronce, que fue dado a conocer cien-tíficamente por J.M. Soler a finales de la década de los 40 —dirigiendo las primeras labores de excavación sistemática en el yacimiento en los años 50—, y en el que desde 1988 vienen desarrollándose nuevamente bajo su dirección y la de Mauro S. Hernández Pérez, Catedrático de Prehistoria de la Universidad de Alicante.
La importancia del Cabezo Redondo reside no sólo en su extensión, sino también en la riqueza de información que para el conocimiento del II milenio a.C. está proporcionando a nivel del País Valenciano y, en gran medida, para toda la fachada litoral del Occidente mediterráneo. Los nuevos datos que las últimas excavaciones están aportando, obligan, según sus excavadores, a cambiar muchos de los puntos de vista que hasta ahora teníamos de este período. Sin embargo, para lograr una visión completa del mismo se hace necesario, a nuestro juicio, un análisis a nivel más extenso del entorno de este gran yacimiento y conocer en qué medida se relacionan con él el gran número de poblados del mismo período que encontramos repartidos a lo largo de todo el término municipal.
Por el momento, ni se ha establecido la secuencia evolutiva del II milenio a.C., ni se dispone de los elementos suficientes para hacerlo, ya que tan sólo se han llevado a cabo excavaciones arqueológicas en dos asentamientos —Cabezo Redondo y Terlinques—. Ello significa la inexistencia de estudios acerca del paleoambiente y de otros análisis arqueológicos complementarios. De hecho, de la inmensa mayoría de los yacimientos constatados sólo podernos conocer el registro material conservado en el Museo Arqueológico Municipal «José María Soler» de Villena.
Por ello, y corno punto de partida para un análisis del territorio, se decidió tornar el yacimiento mejor conocido de toda el área, que no es otro que el Cabezo Redondo. La actuación se ha centrado en dos radios, de 1 y 5 km. respectivamente, alrededor de éste.
El radio de 1 km. englobaría el área potencial de aprovisionamiento del Cabezo Redondo, por lo cual se ha procedido a una intensa exploración constatando todas las transformaciones que ha sufrido éste desde épocas prehistóricas hasta la actualidad, así como la existencia de otros yacimientos arqueológicos y áreas de explotación de materia prima. Del propio cerro en el que se asienta el poblado, sus habitantes aprovecharon los bloques de yeso y rocas triásicas que coronan el mismo como material de construcción de los muros de las casas; para enlucir las paredes se utilizó yeso y para preparar los suelos de las habitaciones, las cenizas procedentes de los mismos hogares y hornos de barro cocido construidos dentro de las casas.
Para elaborar el conjunto de útiles que se utilizaban en el poblado se emplearon diferentes tipos de materias primas: pedernal, hueso, esparto, limos, arcillas, etc.; casi todas ellas se encuentran en el entorno inmediato del yacimiento, aunque en algunos casos —como las herramientas de metal o algunas hachas de piedra— deben proceder de ámbitos más alejados que nos indican, probablemente, la existencia de unas relaciones comerciales que permitieran al poblado abastecerse de estas materias primas desde otros lugares.
Cabezo del Molinico. Vista de la ladera occidental
La ocupación de las tierras del entorno inmediato al Cabezo Redondo —radio de 1 km.— se realizó en momentos muy anteriores al surgimiento y desarrollo de este poblado. Las inmejorables condiciones geográficas de la zona —tierras de alta productividad agrícola, cursos de agua, aprovechamiento económico de zonas endorreicas, abundancia de materias primas- determinaron el asentamiento de comunidades humanas al menos desde el Neolítico, tal y como demuestran los hallazgos de Casa de Lara, enclave ocupado a lo largo de varios milenios —desde el Neolítico Antiguo hasta el Campaniforme—. Con estos últimos momentos de ocupación se deben relacionar varias cuevas de enterramiento documentadas en el vecino Cabezo de las Cuevas. Sin embargo, para la Edad del Bronce el único poblado que se encuentra en las proximidades del Cabezo Redondo es el Cabezo del Molinico (figura 2). Se trata de un yacimiento totalmente arrasado a consecuencia del aprovechamiento de los áridos de su cima en la pavimentación de la carretera de Villena a Caudete llevada a cabo en la década de los 60. No obstante, gracias a los trabajos de J.M. Soler y a nuestras propias observaciones, podemos decir que fue un pequeño poblado que ocupaba la cima y parte de las laderas del cabezo y que por los materiales arqueológicos documentados es probable que no fuese contemporáneo al Cabezo Redondo.
En nuestras prospecciones hemos podido comprobar el alto grado de alteración antrópica producida alrededor del Cabezo Redondo, que va desde la extracción, remoción y explanación del relieve, a la reducción de áreas endorreicas y deposición de vertidos. Todo ello ha implicado una profunda transformación del paisaje que hace difícil reconstruir el aspecto que debía ofrecer hace casi 4.000 años.
El radio de 5 km. es definido tradicionalmente como el área de captación potencial de un yacimiento. En dicho radio se encuentran 8 poblados, mientras que prácticamente en el límite o muy cerca de éste se ubican otros 10, lo que nos han inducido a ampliar la zona de estudio a los 8 km. Estos 18 yacimientos evidencian una intensa ocupación del territorio de Villena durante el II milenio a.C. Todos ellos se encuentran situados en cerros o elevaciones que dominan su entorno inmediato, y muchos de ellos, al parecer, se disponen alrededor de las antiguas zonas endorreicas de Villena —Laguna, Lagunilla, el Hondo de Carboneras y El Balsón—. Otros, en cambio, controlan ramblas o afloramientos naturales de agua.
Independientemente de donde se ubiquen los poblados existen apreciables diferencias en el tamaño, siendo el de mayor extensión el Cabezo Redondo —del que ya han sido excavados 19 departamentos—, frente a otros yacimientos que, a lo sumo, parecen estar constituidos por dos o tres viviendas. Ello nos induce a pensar que no todos los poblados de la Edad del Bronce de Villena tenían la misma importancia ni posiblemente jugaran el mismo papel sociopolítico durante el II milenio a.C.
Es posible que la densidad e importancia de la ocupación humana en el Cabezo Redondo a finales del II milenio a.C. deba relacionarse con un cambio importante en la estrategia de ocupación del territorio. Independientemente de que todavía no podamos determinar con certeza su papel, lo que es evidente es que en esa época se convirtió en el centro de esta zona desempeñando la función de «capital», manteniéndose como tal hasta los inicios de la Protohistoria.
En definitiva, creemos que la línea de investigación iniciada en los últimos años por J.M. Soler y el área de Prehistoria de la Universidad de Alicante, permitirá profundizar en el estudio de la dinámica de ocupación del territorio, elección de los emplazamientos, sistemas urbanísticos, diferenciaciones sociales, análisis del paleoambiente, etc., que nos ayudarán a comprender las formaciones sociales que habitaron estas tierras en el II milenio a.C.
Extraído de la Revista Villena de 1994 

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