31 may 2024

1994 LITERATURA REVISTA VILLENA

Idilio eterno
Da pena aquél que jamás
supo lo que es el AMOR,
ni su alma latió al compás
del perfume de una flor.
Ni aprecia magnificencias
del despertar de la aurora,
cuando regalando esencias
con sus besos nos adora.
Yo siento mi sangre arder
en mis venas de cristal,
porque mi corazón ama
con deseo algo tropical,
y con el amor se inflama
este poder que me hechiza...,
manteniendo vieja llama
como fuego sin ceniza
de una esencia soberana,
que con sublima armonía
recojo cada mañana.
Bendice así al nuevo día
esta fe que a Dios invoca...,
y hasta sus alturas vuela
alabándole mi boca.
La esperanza me consuela...,
que al concederme tenerte...,
supremo don de mis cosas
es tu amor, fiel baluarte
defendido por mis musas
por el camino del arte.
¡Amada! Ramo de flores
por mí siempre apetecido;
al compás de tus amores
latente yo he mantenido
querer de puras esencias,
en mi corazón florido...,
viejo..., y joven de vivencias.
Qué más placer que vivir
junto a tu alma candorosa,
sin que se llegue a extinguir
aquella ilusión preciosa...,
de hace más de medio siglo,
cuando..., en noche estrellada,
como garza..., y con sigilo...,
tú me recibías, ¡amada!
para iniciar un idilio
ya eterno en mutua enramada. 
Francisco Azorín Valdés

Mujeres, sal de la tierra
Mi afición por la poesía
me obliga a cantar lo bello.
Son las hermosas mujeres
hermanas de lindas flores.
Dios, le concedió a su cuerpo
un colmo de bendiciones,
entre gracias especiales
que las suben por los cielos.
Con su natural dulzura
arrullan tiernos amores,
impregnados de ternura
al ser madres ejemplares.
Sin la mujer, sería el mundo
como si el sol no alumbrara;
o, como noche quejumbrosa
con sus sombras fantasmales,
entristeciendo la vida
de los seres, qué, aún mortales...
os seguirían amando,
por ser la existencia misma
vosotras, con los placeres;
aquellos, que siendo honestos
con fines primordiales,
hacen que nazcan los hijos
dándoles altar sagrado...,
siendo flores perfumadas
que embriagan los hogares
al compás de su cuidado.
¡Benditas sean las mujeres! 
Fanal de todos los tiempos. 
Criaturas tan especiales..., 
que hasta el Espíritu Santo 
le dio a la Virgen María 
privilegio no igualado: 
de Ella nació Jesucristo, 
semillero de cristianos 
en aquel mundo pagano.
Francisco Azorín Valdés

Vivir amando
Da pena aquél que jamás
supo lo que es el AMOR,
ni su alma latió al compás
del perfume de una flor.
Ni aprecia magnificencias
del despertar de la aurora,
cuando regalando esencias
con sus besos nos adora.
Yo siento mi sangre arder
en mis venas de cristal,
porque mi corazón ama
con deseo algo tropical,
y con el amor se inflama
este poder que me hechiza...,
manteniendo vieja llama
como fuego sin ceniza
de una esencia soberana,
que con sublima armonía
recojo cada mañana.
Bendice así al nuevo día
esta fe que a Dios invoca...,
y hasta sus alturas vuela
alabándole mi boca.
La esperanza me consuela...,
que al concederme tenerte...,
supremo don de mis cosas
es tu amor, fiel baluarte
defendido por mis musas
por el camino del arte.
¡Amada! Ramo de flores
por mí siempre apetecido;
al compás de tus amores
latente yo he mantenido
querer de puras esencias,
en mi corazón florido...,
viejo..., y joven de vivencias.
Qué más placer que vivir
junto a tu alma candorosa,
sin que se llegue a extinguir
aquella ilusión preciosa...,
de hace más de medio siglo,
cuando..., en noche estrellada,
como garza..., y con sigilo...,
tú me recibías, ¡amada!
para iniciar un idilio
ya eterno en mutua enramada. 
Hay que vivir para amar.
Así siempre lo acepté;
y este deseo, al conjuntar
vida y amor, comprobé
que se puede completar
en el diario quehacer,
con un corazón ferviente,
ansioso por complacer
si en el trato con la gente
se siente sumo placer;
(aunque más de un «maldiciente»
tergiverse esta bondad,
y con ello consecuente...
nos ataque, sin piedad,
con maligna lengua hiriente).
El alma que es generosa
se eleva como oraciones,
y alimenta venturosa
con su paz, dando emociones
al corazón. ¡Cosa hermosa!
Este, que sabe de amores,
jamás cortará el énfasis
que proporciona esplendores,
a quien goza con sus éxtasis...
cual del Cielo precursores.
El alma le reverdece
recordando el viejo idilio
que con los años florece,
aunque camine a un exilio
en el que el cuerpo fenece.
Pero su amor, derrochado
como una siembra fecunda,
germinará, irradiando
todo lo que hoy le circunda:
su entorno tan estimado.
Cada mañana he nacido
acortando las distancias,
con el manto que he tendido
a mi corazón con alas
para remontar galaxias.
Mi alma, queda muy dichosa
con vivencias renovadas;
con un alba luminosa
que barrió las negras sombras
de sueños que me turbaban.
Francisco Azorín Valdés
Extraído de la Revista Villena de 1994 

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