1 jun 2024

1994 EMIGRANTE SOÑADOR (LITERATURA)

Emigrante soñador
Radiante punto de encuentro con fuerte atracción humana,
paraíso del caminante en donde el orbe se engalana,
amistad apasionante con entrañable armonía,
cordialidad progresiva con entrega generosa,
recordaciones intensas con impresión prodigiosa...,
y satisfacción inmensa con noble campechanía.
El ribazo del pedregal que veo a orilla del camino,
recala en mis fibras hondas a la sombra de este pino.
Hasta la higuera del corral trasplantada con mis manos,
me conduce a viejos tiempos con citas o documentos,
que junto a la conversación y al cuadro de pensamientos,
representan la agudeza de mis ilustres paisanos.
Se disfruta más la salud donde revive el pasado,
en que el paisaje da fuerza dejándote enamorado.
El mirar retrospectivo reconsidera las cosas:
corrimos de un lugar a otro sin inmutarnos de nada;
ahora abruman los recuerdos con nostalgia dominada,
en donde las fuentes de agua fueron antaño famosas.
Siempre esperanzado en volver soñando constantemente.
Nunca más pensar en partir razonando falsamente.
Mejor morir en mi pueblo que vivir como un errante.
Volver es cambiar la ficción por realidad de alegría.
El regreso recompensa de la marcha más sombría.
La vuelta es el regocijo del frustrado caminante.
He de volver a mi ciudad, a mi campo y a mi casa.
Residencia portentosa que al ensueño sobrepasa.
Ausentarse es una ilusión sostenida con engaño.
Alejarse es un empeño con mucha equivocación.
Retornar es el acierto cual fruto de inspiración.
Estas son las consecuencias lógicas del desengaño.
Quien planta árboles en tierras secas, pobres y queridas,
es un valiente que tiene facultades requeridas.
Y el que viaja sin reposo para correr poblaciones,
buscando ricos tesoros que aumenten su bienestar,
hallará melancolía soportando malestar,
si es que no muere de infarto por contraste de emociones.
Ya puedo ir yo por el mundo recorriendo territorios.
Jamás pisaré otra tierra con sititos tan meritorios.
Aunque vaya a un país del norte salvando vicisitudes,
o llegue a un lugar oriental fabuloso y sorprendente,
mi querencia va al castillo que adorna al pueblo eminente,
del que es excelsa patrona la Virgen de las Virtudes.
Ni en Madrid ni en Barcelona tienen algo parecido,
y a gozar de días felices muchos de allí se han venido.
El pasodoble «La Entrada» lleva a todos al desfile,
de comparsas en la villa de moriscos, de cristianos,
de escuelas para festeros: niños, adultos y ancianos.
No hay revista ni parada que a más ojos encandile.
Sugestivo y cautivador aquel famoso edificio,
en el que brilla la inscripción en medio del frontispicio:
«Las pequeñas cosas propias son enormes e importantes».
Estos signos memorables de verdades evidentes,
imprimen gran solemnidad a las fiestas imponentes,
del pueblo fiel a esplendores gloriosos y fascinantes.
Vicente Hernández Belando
Extraído de la Revista Villena de 1994

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