UN TELEGRAMA INESPERADO. Por...José Sánchez Ferrándiz.
Nuestro hombre se sentía eufórico. Apenas quedaban unas horas y aquel infatigable festero, amigo de sus amigos y apasionado de las fiestas de Moros y Cristianos de Villena estaba especialmente motivado para la ocasión. Componente de la más desenfadada, anacrónica y desternillante de cuantas comparsas existían en la Muy Noble, Muy Leal y Fidelísima ciudad, miraba con indisimulado regocijo las prendas armoniosamente expuestas ante sus ojos. Se imaginaba ya vestido con su flamante traje de Americano, con el que emprendería orgulloso el camino hacia la Losilla. Los augurios para aquel 5 de septiembre no podían ser mejores. El tiempo acompañaba e incluso su enérgica y corajuda mujer, a la que años atrás había conocido en Alicante, ciudad donde aquella residía con sus padres, encaraba con paciente resignación (un año más), la llegada de las Fiestas Patronales de Villena, sabedora de lo que aquello significaba para su cónyuge, dado el desaforado apego que él manifestaba hacia las tradiciones locales más arraigadas, lo que incluía la ingesta durante esos días, de generosas dosis de los más afamados licores y aguardientes producidos en la ciudad por los alambiques de la conocida destilería de Ricardo Menor.
Unos golpes contra la puerta de la calle lo distrajeron de aquellos placenteros pensamientos. — ¿Quién será ahora?, —exclamó para sí—, mientras se dirigía en busca de la respuesta a su pregunta.
Al franquear la entrada se encontró ante un circunspecto y diligente funcionario de Correos, quien tras el saludo de rigor, le extendió aquel telegrama dirigido a su mujer. Al marcharse, nuestro hombre leyó varias veces el contenido impreso, vacilando por un instante sobre los pasos a seguir ante la noticia que acababa de conocer. Sus dudas, sin embargo, pronto se disiparon y considerando que aquel asunto podía esperar, dobló con esmero el papel y lo introdujo en el interior de una de sus botas de cowboy. Luego se vistió con el uniforme de su comparsa y salió a la calle, ufano y feliz, olvidado ya el contenido del inesperado mensaje que poco antes había recibido y que permanecía oculto a buen recaudo.
Imaginamos que un tanto beodo y cansado, aunque tremendamente satisfecho, regresaría horas más tarde a su hogar y no sin dificultad y tras desvestirse, se introduciría luego en la cama en busca de un sueño reparador tras aquel magnífico e intenso día de septiembre.
Dicen las crónicas de cuantos escucharon alarmados a la mañana siguiente los gritos, exabruptos y golpes provenientes del interior de aquella respetable casa, que pocas veces habían sido testigos de algo vagamente parecido. La mujer de nuestro protagonista, al recoger su indumentaria festera dejada de forma descuidada por este la madrugada anterior, descubrió en el interior de una de las botas aquel telegrama. Al leerlo, la sorpresa, la tristeza y una profunda indignación se adueñaron de ella. El mensaje procedente de Alicante y cuyo remitente era su madre, decía más o menos así: “Ven pronto. Tu padre ha muerto. Entierro 5 septiembre 4 de la tarde”.
UN GRUPO DE COMPONENTES DE LA COMPARSA DE AMERICANOS, RECORRIENDO UN 5 DE SEPTIEMBRE LA CALLE JOAQUÍN MARÍA LÓPEZ, DURANTE EL DESFILE DE LA ENTRADA.
Nota del autor: sabemos gracias a Juan Catalán Martínez que el Americano en cuestión se llamaba Antonio, alias el patas, socio de aquella legendaria formación festera y cuya primera aparición ante el público villenense tuvo lugar durante el desfile de la Entrada de 1928. La existencia de los Americanos se extendió hasta 1960, año en que debido a las fuertes presiones recibidas desde el consistorio, dado su evidente anacronismo, sus componentes accederían finalmente a reconvertirse (ante la amenaza de su disolución si no lo hacían) en una nueva comparsa, la de Árabes, agrupación esta de escaso éxito y recorrido, que derivaría en el año 1966 en los actuales Ballesteros.
Publicado en la Revista Villena de 2024.
Fecha sin confirmar. Mediados del siglo XX.
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