1996 CARTA ABIERTA A NUESTRA GRAN AMIGA ESPAÑA

Carta abierta a nuestra gran amiga España. Por J. TERTULIA

¿Cómo quieres que te escribamos, si nos duele el corazón? Hartos estamos de contarte las penas que nos embargan, de seguir dándote sobresaltos innecesarios, si, a la postre, bien parece que tus males no tengan remedio.

Hace tiempo, en la década de los sesenta y en las animadas tertulias nocturnas, que no pocas veces terminaban de madrugada. Con bastante frecuencia se nos olvidaba mirar las manecillas del reloj. Soñábamos con una España de vanguardia, de ilusión, de trabajo y de buena voluntad. Nos creíamos un poco como los ilustres del noventa y ocho, y pensábamos en cómo curar tus heridas, en cómo europeizarte, modernizarte. Entonces, a nuestro modo, te defendíamos de los que te ultrajaban, de los que atendían a tu nombre con vivas de farsa y de bolsillo. ¡Qué ilusos!

Ahora, manque nos duela, nada ha cambiado. Te siguen robando los mismos. Perdón, más. Ahora te roban los de antes y los que, en estos momentos, dicen servirte; pero para su propio provecho.

Con colores de la rosa, dominan los azules que te cagas. Y no digamos cómo manejan lo verde y lo reservado. Las cárceles, para los pobres; para los ricos, la gloria y los honores.

Los mismos perros y casi los mismos collares. Los amores, para los que supieron crecer en dinero y amistades; el polvo y los sudores para aquellos que, como decíamos, se nos olvidaba el paso de las saetas del reloj, emulando a los del noventa y ocho, y que forjaron para ti una Edad de Plata.

Sólo nos queda tu ternura. Y cuando nos llega la tarde, la pena. Nos produce una inmensa tristeza el abandono. Todos te dejan en la soledad. No te escucha la conciencia y te aburren las nostalgias: una serie y poco más.

¿La amistad? Se pierde con el sol. La familia te reclama. La luna empieza a ejercer su influjo. Los quehaceres te desbordan. Nada es igual. Los ruidos aumentan, la noche se cierra. El amor de unos pocos es lo único que te conforta.

Otro día más. Nunca ocurre nada: el sol, el trabajo, la rutina..., casi todo se repite.

Hoy, en la tertulia, han hablado bien de ti. Se acordaron de los años juveniles, de cuando nos veíamos a escondidas, en las calles de poca luz.

Mañana volverá la monotonía, muchas cosas seguirán pero algunas, como las que recordaba el poeta, esas no volverán. Pero no llores, pues si lo haces, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas ni tampoco tu futuro.

Extraído de la Revista Villena de 1996