El que olvida sus raíces, pierde su identidad porque… sin saber de dónde se viene, es difícil saber a dónde se va.
Debo hacerme mayor, aún a pesar de mi apellido. Con nostalgia decliné la invitación a asistir a la Gala del 50º aniversario de Cruz Roja que gentilmente me cursó la Asamblea Local de Villena, para la celebración de tal evento. No obstante ello y dada, hasta la fecha, mi prodigiosa memoria me ofrecí a facilitarles toda la información que yo pudiera tener o recordar. “No, no hace falta, nos han desbordado” fue la respuesta. Y yo no insistí más. Pero interesado por tal efeméride he visionado el video que Intercomarcal tv (gracias siempre por el trabajo que hacéis) ha transmitido, en diferido.
La Cruz Roja me importó mucho, ya que fue donde descubrí el servicio desinteresado a los demás (y la recompensa moral que se obtiene) y también, una relación de amistad con un montón de chicas y chicos, de la que alguna aún perdura después de 50 años. Y todo ello porque cuatro valientes se embarcaron en la creación de esta O.N.G. de la que hoy presumimos todos.
A mí la Gala me ha decepcionado, aunque me parece muy bien que se reseñe la lista de presidentes y de las sedes locales; y también que unos artistas (musico y cantante) interpreten unas baladas exquisitas, y por supuesto que hablen nuestros alcaldes. Pero olvidar a los cuatro primeros voluntarios, no me ha parecido correcto, y creo que ahora debo de elevar la voz por todo lo que me ofrecieron y aportaron a mi juventud.
Ingresé en Cruz Roja el 1 de enero de 1976, siendo el carnet nº 8. Antes iban el presidente, Francisco Prats; los mandos, Brigada Jose Silva, y Sargento Carmelo Nieto; y luego los 4 valientes, los únicos cabos de todo el destacamento. Cabos, porque se lo merecían, ya que durante varios años, sin haber aún sede local, cogían la ambulancia municipal, un Simca 1200 donado por la Caja de Ahorros del Sureste de España y se iban a hacer servicios, más o menos por donde ahora está el cuartel de la Guardia Civil, porque por allí pasaba la carretera nacional que venía de Madrid; o bien se desplazaban hasta Sax, donde sí había asamblea Local, (ellos inicialmente estaban allí integrados) y en las inmediaciones del Club Oasis, también en la carretera de Madrid, donde había una rasante muy peligrosa. La Cruz Roja de Villena no hubiera existido sin la determinación de ellos, que no solo se entregaron generosamente al servicio a los demás, sino que al unísono procuraron hacerla más grande. ¡Y vaya si lo consiguieron!. En la foto de la tropa que acompaño se les puede distinguir por su galón rojo de cabo en el gorro del uniforme que vestíamos. Segunda fila, tercero por la izquierda, Pepe Francés “el cabezón” así le llamaba todo el mundo, así lo conocí yo, y a él le gustaba su apodo. Tenía un coche Mini 850 color marrón claro, con una calavera de pirata en la palanca de cambios, ya que la Comparsa de Piratas era su otra pasión. Siempre sonriendo. Desgraciadamente nos dejó hace muchos años.
Segunda fila, cuarto por la izquierda, Bartolomé Amorós, “el hijo de Jose María el Creído”. No solamente se inscribió de voluntario, sino que puso su casa (es decir la de sus padres) para cuantas reuniones o actividades hiciera falta. Así que cada vez que la necesitábamos, a las Peñicas nos dirigíamos. Guardo muy buenos recuerdos de aquel patio, porque además allí nacieron parejas que aún hoy son matrimonio.
Primera fila, agachado, segundo por la izquierda, José Antonio Domene, gran persona y mejor músico. Siempre con una opinión sosegada y racional. Cualquier planificación se la dejaban encargada a él por su mesura y acierto. He seguido manteniendo su amistad, aunque hace tiempo que no coincidimos. Tendremos que volver a vernos.
Primera fila, agachado, en el centro, Juan Milán. Policía Local de Villena, y responsable de la sección del parque infantil de tráfico. Con el que más he coincidido, el en su profesión y yo como político que fui. También en la tribuna de la peña La Golica, cada Retreta. El representaba el orden y la puntualidad.
Ellos cuatro fueron el germen de Cruz Roja Villena, y de ahí el motivo de estas líneas para que su recuerdo no se olvide. Ellos consiguieron que muchas personas muchos hermanos se integraran en la organización, Joaquín Gil y sus dos hermanas, Heriberto Hernández y su hermano, José Tomas Domene y su hermano, y hasta en mi mismo caso.
Fueron unos años muy bonitos, que guardo en mi recuerdo.
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