Canto de amor. Por VICENTE HERNÁNDEZ BELANDO
En mi pueblo están las arcas de la gran tesorería,
donde persiste el manantial de brillante pedrería.
Allí se mezclan promesas que anuncian amaneceres
con realidades palpables que asomban a forasteros.
Y al juntar tantos colores, cuadros, joyas y joyeros,
surgen galas o festejos con inmensos floreceres.
Nos vio nacer una tierra de nobleza y señorío,
que impone más solemnidad que el glorioso poderío.
Fue luz en época amarga por la guerra y el terror.
Cuando vuelvo a los lugares del recinto amurallado,
revivo con el respeto del emigrante arrullado,
escenas de aquellos tiempos que relato sin temor.
El Castillo nos deleita con su silueta y belleza,
dándonos satisfacciones que sentimos sin pereza.
Esa gran mole enriquece nuestro sendero de luces.
Entre murmullos de poemas o rodeado de romances,
preside el ambiente social dando sombra a los balances
y promociona leyenda desde el "Paseo" hasta las "Cruces".
El Infante Don Juan Manuel con ingenio y con presteza,
escribió "El Conde Lucanor" en esa alta fortaleza.
Dice erudito historiador después de investigaciones,
que están sus sillas de montar, lanzas, arneses, badanas
y embalsamadas dos jacas que eran briosas alazanas...
Porque Villena fue estancia de Reyes en vacaciones.
Cuando acuden los foráneos a esta tierra tan soñada,
terminan viviendo en ella colmando idea acariciada.
De aquí no hay ya quien los mueva: para que siempre se queden.
Porque en míticas veredas o en los campos placenteros,
predominan sentimientos que acogen a temporeros,
ayudándoles sin mirar al sitio del que proceden.
Tierra magna que infundiste mis impresiones primeras,
más castizas y entrañables que tu Paseo de Palmeras.
Eres fuente que apasiona. Tu surtidor me embelesa.
Yo te contemplo en silencio, pensativo, solitario...
Te quiero desde otros tiempos fuera ya del calendario.
Tu existencia es un encanto que dentro de mí no cesa.
Título de Ciudad Noble. Llano, montaña, vertiente.
Paraíso de mi juventud. Planeta resplandeciente.
Eres mi guía y mi meta, mi protección y mi amparo.
Entre zonas borrascosas, tu historia queda brillante.
Al fondo de las cuestiones, resultas siempre triunfante.
Mientras el mundo perdure, tu irradiación será el faro.
Yo no tengo más tesoros que ilusión y fantasía,
ni más jardines ni parques que los de la patria mía.
Porque soy soñador nato de una población galana.
Pienso en noches de verano. Leo en los salones de invierno.
Me acuerdo de mis paisanos porque tiene trato tierno.
La estampa "Torre Santiago" va siempre en mi americana.
No me preocupan ideas que invaden e intranquilizan,
ni me seducen palacios con valores que hipnotizan.
Sólo me tira mi tierra: sus frutos y plantaciones.
Venero todas sus calles, sus rincones y sus plazas.
Hablo con sus habitantes, quienes con criterio y trazas,
oyen extasiados mi voz y emiten reafirmaciones.
Extraído de la Revista Villena de 1997