El Vem 2025 Villena es Música se supera año tras año, una actividad que deberían hacerse eco los medios nacionales, creemos que no hay en este país ninguna actividad similar que implique a toda la población de una ciudad posiblemente capital de la música.
Ana Beatriz Camús llegó al corazón de todos los asistentes con su pregón lleno de sentimientos y mirando al cielo… reproducimos íntegramente sus palabras.
Buenas tardes a todas y a todos.
El VEM es una declaración de amor a la música. Y por eso hoy voy a empezar hablando de mi particular historia, que empezó de la forma más sencilla, escuchando las canciones que mis padres ponían en casa y en los largos viajes que hacíamos en coche.
Siempre me ha fascinado la música. Recuerdo como un sentimiento claro y firme mi deseo de tocar un instrumento y de estar algún día rodeada de música y de músicos. Recuerdo pedírselo insistentemente a mis padres. Y ellos, aparadora y mecánico de profesión, realizaron un esfuerzo tan generoso como ellos mismos y lo hicieron posible.
Pero además, permitieron que ocurriera lo más importante para el desarrollo artístico de una niña: ofrecer mucha música (y buena), disfrutarla, cantarla, bailarla y facilitar un libre crecimiento del talento. En mi casa se bailaba sin medida y con la música a tope con Michael Jackson o con Concha Piquer y se cantaba a todo pulmón en el coche con Serrat, Presuntos Implicados, Deep Purple o Dire Straits. Guardo esas memorias con cariño y a veces creo que cuando dirijo sólo estoy recreando esos momentos de libertad y diversión en los que no había nada más que música.
Durante esos años tenía también una segunda casa: la Casa de la Cultura. Una buena parte de mi vida ha transcurrido allí. Calculando de forma aproximada, y sólo contando el periodo en el que estudié piano, hasta los 14 años, me pasé allí más de 6.200 horas. Sin contar los días que salía de clase y me quedaba a escuchar algún concierto que hubiera en ese momento; aquí es cuando iba a la cabina de Coro (porque, suerte la nuestra, no había móviles) y avisaba a mi madre por teléfono de que llegaría más tarde ese día porque me quedaba a escuchar un concierto.
Esto lo hice muchas veces, sola. Cualquier audición de cualquier instrumento o cualquier concierto fuera del estilo que fuera, me parecían una maravilla que no podía perderme. Y ahí estaba yo, con 10, 12 o 13 años, tan cómoda en aquel lugar en el que pasaban cosas que siempre me interesaban. Este sentimiento sigue intacto hoy.
Cuento esto porque sé que como yo, hay mucha gente que encuentra en la música, el teatro o la danza un refugio amable, estimulante y necesario. Por eso es tan importante crear espacios para que las personas de una ciudad participen de la cultura, desarrollen sus inquietudes artísticas y se sientan parte de un abrazo común al arte y la belleza.
Considero que Villena es un referente en cuanto a participación cultural, no hay más que ver este festival, y eso ocurre como resultado de un largo proceso de educación, para acercar la música a los más pequeños y dar la oportunidad de aprender y crecer, de motivación, para convencer a cada persona de que puede mostrar su talento, de que puede expresarse según sus necesidades y de que siempre va a haber alguien escuchándole; y creación de infraestructuras, para poner en pie todo ello con una base sólida y con un engranaje perfecto.
Quiero poner en valor la impecable labor de profesionales como Pepe Ayelo y Paco Flor, responsables de que el arte en Villena tenga siempre su espacio y su momento. Y también a todos los particulares y empresas que dinamizan la cultura y la música en sus pequeños espacios, en sus terrazas, con sus colectivos o con su ayuda económica. Sois todos fundamentales para que la gente de un pueblo se sienta más realizada, más visible, más escuchada y en definitiva, más feliz.
Esto va de música y va de personas. Por eso, de la misma forma que son fundamentales los espacios y las oportunidades, son esenciales las personas que se cruzan en tu camino y te ofrecen una forma nueva de mirar, una certeza que no tenías y casi siempre un empujón necesario.
Mi forma de expresarme, de cantar, de comunicarme y de caminar vienen de un lugar que estaba escondido aquí dentro, y que pude encontrar porque estas personas que voy a nombrar me lo pusieron delante. Por eso soy gracias a todas ellas:
Soy gracias a mi padre, por el equilibrio, la reflexión, la practicidad, la comprensión y el humor.
Soy gracias a mi madre, por la emoción disparada y la búsqueda del deleite constante; pocas personas disfrutan como ella de las artes y los placeres de la vida.
Soy gracias a mi hermano y su lucha honesta que me ayuda a valorar que lo simple también es bonito y que lo que no se ve también está.
Pero también soy gracias a otras muchas personas, como Lluis Ferri, paciente logopeda de la niña tartamuda que fui. De pequeña fantaseaba con algo que me parecía imposible: poder hablar delante de un grupo de personas sin atascarme y hoy me dedico a eso...maravillas de la vida.
Soy gracias a Jope, a Pepe Menor, Pepa Mira y a los actores y actrices de Villena con los que aprendí a los 16 años el arte del teatro, con seriedad y profundo respeto. Pagaría lo que fuera por volver a uno de esos ensayos.
Soy gracias a la psicóloga que me salvó de aquella crisis de ansiedad a los 18 y me enseñó a transitar con algo más de luz, consciencia, cuidado y cariño por los territorios de la mente.
Soy gracias a Carlos Pelegrín, que a mis 20, con su firmeza de gurú inapelable me dijo ¡tienes que cantar!. Y acertó.
Soy gracias a Paco Cherro, por su valiente y decidido ímpetu que me llevó a desarrollar proyectos musicales que jamás hubiera soñado y por ver antes que nadie todo lo que yo era capaz de hacer.
Soy gracias a Celia Mur, mi primera y mejor profesora de canto. El día que la vi cantar quise ser como ella. Fue generosa, profesional y un gran ejemplo para mí. Sé que muchos la echamos de menos.
Soy gracias a mi familia Gandía, a su poética y formidable manera de estar en la vida y a su intensidad desbordante y divertida. Estar en una mesa con todos ellos es una experiencia que todo el mundo debería tener.
Soy gracias a todas las personas con las que comparto mi tiempo, mis risas, mis inseguridades, mis logros y que me han enseñado a soltar, a aceptar y a querer.
Y sobre todo, soy gracias a David. Tener al lado al ser más auténtico y brillante del planeta y que te mire como me mira él es un regalo de los dioses. Hace que todo sea mejor y yo misma me quiero más porque me veo a través de sus ojos.
Así que, a los 22, consciente de la fortuna que me rodeaba, cogí todo este amor y me puse a cantar. Empecé a conocer este instrumento infinito y misterioso que es la propia voz. Descubrí otra forma de acercarme a la música que me llenaba más todavía, estudié todo lo que pude, analicé, busqué y encontré mi lugar. Y sobre todo encontré otra forma de expresarme y de conectar con otros músicos. Esto era completamente nuevo para mí, había descubierto mi pequeño paraíso, tocar en directo con otros músicos una de mis géneros favoritos: el jazz.
Quiero compartir hoy uno de los temas que interpretábamos en aquel momento, con 3 amigos a los que quiero y admiro profundamente. Con todos vosotros: Paco Cherro a la batería, Carlos Botella al bajo y el maestro Kike Pedrón al piano. (Paid So Well - ANA CAMÚS QUARTET)
Dos años más tarde empecé a dedicarme a la enseñanza. Me entusiasma la idea de poder influir en esas personitas que tenemos todos los días en las escuelas; en el más puro sentido de formar, de intentar dar forma, como si crearas una escultura, tratando con cariño, mirando con proyección, buscando lo más bonito que hay dentro de cada criatura y mostrándoselo. Como hicieron conmigo.
Desde que empecé a dar clase he tenido claro que para muchos niños y niñas, las experiencias escolares con la música serán las únicas que tendrán en toda su vida. Por eso, este primer contacto debe ser valioso, emocionante y debe dejar huella. Porque, con seguridad, la mayoría de ellos no se dedicarán a la música en el futuro, pero depende en gran parte de cómo haya sido este acercamiento, para que incluyan la música en su vida como diversión, como consuelo, como compañía o simplemente como parte de sí mismos. Y esto es algo sumamente importante en estos días de enrarecida viralidad y entretenimiento superficial, para ayudarles a conectar con la sensibilidad.
Está demostrado que la música es una de las mejores herramientas para el desarrollo integral del ser humano, que estimula áreas clave del cerebro, que mejora la capacidad de atención, la coordinación y la memoria, entre otras habilidades. Pero para mí, lo más importante de lo que ocurre con la música en la escuela es su poder de integración de las diferencias.
En la asignatura de música de un cole, todo es distinto al resto. Las diferencias desaparecen, la presión de los resultados disminuye y dejamos espacio para la emoción, la autoconfianza, la expresión de la propia identidad, la imaginación y la colaboración. En una clase de música se dan las circunstancias para que aquellas niñas y niños que tienen dificultades para destacar en otras áreas, puedan hacerlo en esta.
Yo he encontrado en el canto la posibilidad de desarrollar todas estas capacidades de una manera directa, igualitaria y respetuosa. Cantar es fácil, es reconfortante y une de una forma poderosa, pero cada vez lo hacemos menos. De hecho, en la mayoría de las casas, sólo se canta en los cumpleaños; y en algunos colegios la cosa no anda mucho mejor...
Por eso hoy, quiero aprovechar esta oportunidad para mostrar el resultado de un proceso de aprendizaje sencillo pero inspirador con mis alumnos y alumnas de 6° de primaria, con los que llevo apenas unos meses trabajando la voz.
En este tiempo hemos aprendido que el objetivo de cada uno era el objetivo de los demás, que el grupo era más importante que cada uno de nosotros de forma individual. Que si alguien no afina del todo, tendrá a su lado a compañeros que sí lo hagan para ayudarle y sostener sus notas.
Y que hoy no venimos a hacernos famosos (eso se lleva mucho ahora) sino que venimos a disfrutar de esta canción y a regalársela a toda esta gente, sin miedo al ridículo o al error y cantando con el corazón.
Pido un aplauso para los niños y niñas de 6° de primaria del colegio público El Grec. (Yellow. ANA piano+CORO NIÑOS GREC)
Gracias al impulso del que antes les hablaba, unos años más tarde, me embarqué en uno de los proyectos más emocionantes de mi vida. Atreverse fue lo más difícil, pero poco a poco nos dimos cuenta de que habíamos creado algo grande, más grande incluso que nosotras mismas: el coro CCPINK. Recuerdo un mensaje que envié a un amigo poco después del primer concierto en el que le decía que nunca me habría imaginado dirigiendo un coro y ahora sentía que había nacido para eso.
Cantar en grupo es una de las experiencias más bonitas que existen. Pero todavía lo es más tener el poder de conducir esas voces, sostenerlas en armonía con las demás, mirar fijamente a más de 30 mujeres mientras cantas, respirar a la vez, emocionarse, emocionar y llenarte de energía.
Durante este tiempo hemos aprendido que cantar en un coro significa escuchar, pero también significa ser escuchadas. Y cuando las voces son exclusivamente femeninas, ese acto se vuelve profundamente transformador. Se convierte en un ejercicio de empoderamiento: una forma de reafirmar que las mujeres tenemos algo que decir, algo que cantar y también algo que cambiar.
Porque creemos que el escenario es un terreno en el que también se derriban barreras y se construye igualdad, desafiando estereotipos, cuestionando roles y tomando un espacio que durante mucho tiempo nos fue limitado y en el que estuvimos relegadas a un segundo lugar, por falta de oportunidades, por falta de acceso a la formación y por falta de referentes; pero nunca por falta de capacidades, ilusión o talento.
A lo largo de estos 10 años hemos construido un lugar seguro, de encuentro y de comunidad, en el que nos hemos querido tal como somos y en el que nos hemos unido a pesar y gracias a nuestras diferencias. Nuestra voz ha llegado mucho más lejos de lo que hubiéramos soñado nunca. Y seguirá sonando siempre, porque cantar se ha convertido en nuestra forma particular de volar.
Pido un aplauso inmenso para las mujeres que hoy forman el CORO CCPINK.
CRYIN’, Aerosmith - TO BE WITH YOU, Mr. BIG - SO PAYASO, Extremoduro + SHOOK ME ALL NIGHT LONG, BANDA: ACDC- Piano EYE OF THE TIGER, Survivor.
Para terminar, hemos dejado lo mejor. Cuando Paco y yo ideamos el coro CCPINK soñábamos con un coro de 100 mujeres. Hoy vamos a llegar y a superar ese número, consiguiendo el que probablemente sea el coro femenino más grande y más molón de España (y quizá del mundo!)
La mayoría de ellas forman parte de la Asociación Mujeres y Salud.
El resto son nuestras madres. Hoy celebramos la vida con ellas, las homenajeamos y las subimos al escenario que se merecen desde hace tiempo.
El trabajo con ellas ha sido fácil y súper gratificante. Al conocerlas les llamé LAS MISES, por las iniciales de su asociación, pero sobre todo como apelativo rebelde de lo que tiene que ser un referente femenino. Ellas son un ejemplo a seguir por su ilusión, por las ganas de seguir haciendo cosas nuevas y por atreverse a mostrarse tal como son. Y además son preciosas.
Ahora sí, llegó el momento de recibir en el escenario a LAS MISES. Un aplauso gigante!
Por último, quiero dar las GRACIAS a:
Paco Flor, Toni Molina, Pepe Ayelo y a todo el PERSONAL DEL TEATRO Y DE LA CASA DE LA CULTURA por su generosidad siempre y por no asustarse demasiado cuando les conté todo lo que iba a pasar esta tarde.
GRACIAS al AYUNTAMIENTO DE VILLENA y a las personas que pensaron que yo podría estar hoy aquí.
Para mí ha sido un honor inmenso.
Me siento profundamente agradecida de haber podido dar comienzo a esta maravillosa locura que es el VEM, y sobre todo de haberlo hecho en este año tan especial en el que cumplimos 500 años como ciudad.
Si Carlos I levantara la cabeza creo que estaría muy orgulloso de ver la gran familia en la que se ha convertido nuestra Villena y las cosas tan increíbles que somos capaces de hacer cuando nos unimos.
GRACIAS a las todas las personas voluntarias que hacen esto posible
Y GRACIAS a vosotros por estar ahí y formar parte de esta ciudad más viva que nunca.
Para terminar, permitidme que dedique el VEM de este año a la persona que más orgullosa ha estado siempre de la cultura de Villena: Eleuterio Gandía. Poeta del pueblo y de todos nosotros, a quien seguimos leyendo y viendo en todas partes y a quien seguiremos recordando mientras tengamos memoria y queriendo mientras tengamos vida.
¡LARGA VIDA AL VEM!