11 may 2023

1961 UN INGLÉS EN LAS FIESTAS

UN INGLÉS EN LAS FIESTAS Por Mari - Carmen Calvo Soler
3 de septiembre
Esta tarde ha llegado David a Villena. David es inglés. Estudia Filología en la Universidad de Cambridge y ha estado trabajando todo el verano en una oficina para pagarse el viaje a España. No habla español, pero puede entenderse con cualquiera en inglés, francés o alemán.
Quería conocer España, y le habíamos sugerido como mejor época la del mes de septiembre: hace menos calor; los hoteles están más baratos porque hay menos turistas, y, ya que estaba aquí, podía venir a Villena a ver las fiestas, si es que le parecía interesante. Y debió parecérselo, porque aquí está el hombre. ya dispuesto a verlo todo.
Le hemos estado esperando bastante en la estación, porque el tren llevaba retraso, claro. Pero al fin llegó, y David con él.
Al bajar del tren con su impermeable gris y su buen paraguas, cualquiera hubiese podido ver que se trataba de un extranjero. «España es el país del sol, donde no llueve jamás» dicen los folletos turísticos. Pero, en esta ocasión, el impermeable y el paraguas de David iban a servirle de mucho, porque ayer llovía, es decir, caía una especie de diluvio, como si el cielo entero se hubiese disuelto en agua. Así pues, la primera impresión que David ha tenido de Villena es la de una ciudad envuelta en agua y llena de charcos por todas partes. Es de suponer que no le haya parecido demasiado hermosa.
4 de septiembre
David no ha salido aún del hotel. Debe de estar muy cansado, después de un viaje de tres días. Además, eso de cenar a las diez y de no irse a la cama antes de las doce, le ha debido suponer un esfuerzo suplementario, acostumbrado como está a acostarse a las nueve. Le dejaremos dormir y le enseñaremos la ciudad por la tarde
Nos hemos dado un buen paseo. Hemos empezado por el centro: el Parterre, la Corredera, la calle Mayor, la calle Ancha... Todo esto no le ha causado mucha impresión; cualquier ciudad de provincia tiene un paseo, una calle Mayor, etc. etc., si no iguales, equivalentes a las de aquí y, a veces, más bonitas. Lo que le ha ido impresionando más adelante han sido las torres gemelas de las dos iglesias; el castillo encima de una colina que lo domina todo; las callecitas empinadas y casi árabes que hasta él conducen; todo el barrio de las cuevas, blancas y floridas como patios andaluces; el color del cielo; los ojos de las chicas...
Los ojos de las « villeneras » , sobre todo, los ha encontrado extraordinarios. Y no sólo los ojos, según parece. Llevábamos un rato andando de aquí para allá, cuando ha empezado a mirar a las muchachas que se cruzaban con nosotros. Las ha mirado primero sin decir nada. Pero cuando se ha dado cuenta de que la cosa no era esporádica, que una gran mayoría de las que pasaban eran guapas y que ya iba siendo mucha casualidad, el hombre ha hecho su comentario: el mito de la española guapa es algo más que un mito.
Por la noche. hemos estado recorriendo los diferentes cuarteles de las comparsas y David ha empezado a conocer gente. Es muy desagradable para él no poder decir nada por sí mismo en español y tener que servirse cada vez de un intermediario, pero ya ha aprendido tres palabras: «gracias» , «adiós» y «guapa» . Además de eso, con la costumbre tan española de enseñar «tacos» a los extranjeros, le han hecho aprender, sin que él sepa exactamente lo que significan, tres o cuatro de los más expresivos. De cuando en cuando los suelta, y resulta muy divertido oírselos aplicar a las cosas más inverosímiles.
5 de septiembre
Esta mañana, estábamos en la Puerta de Almansa y subíamos hacia la calle Ancha, cuando hemos visto a un abuelo, sentado en un portal, que pedía limosna. David se ha acercado a él y, sacándose un duro del bolsillo, se lo ha dado. Ya nos habíamos alejado unos cuantos pasos, cuando el abuelo se ha levantado, y tocándole en el bravo a David le ha dicho:
—Oiga, que usted se ha debido equivocar; que lo que usted me ha dado es un duro.
—Ya sé, ha dicho David; dile que es para él.
—Ah, no; no señor. Un duro es mucho. Yo, con una peseta tengo bastante.
David no salía de su asombro. Era la primera vez en toda su vida que una persona que pedía limosna rechazaba el dinero que le parecía excesivo. No sabía qué decirle para que se lo quedara y no se sintiese ofendido. Le ha insinuado:
—Quédeselo usted. Es para que se tome un café.
—Si es para eso, me lo quedo, dijo el abuelo. Luego iré a tomármelo. Muchas gracias.
Esta tarde se celebra el acto clave de las fiestas: la «Entrada» . Nosotros le hemos estado hablando de ella todos estos días y, a las tres, ya estamos instalados esperando que pasen las comparsas. Ante la novedad del espectáculo, está lleno de expectación. Empiezan a pasar los « moros » , con su diversidad de trajes. Suenan las músicas. Pasan las carrozas... No hay duda de que es un bonito desfile: tiene colorido, animación, derroche en todos sentidos. Es una pena que resulte un poco lento y algo largo. Habría que darle un poco más de rapidez. A David le ha gustado mucho.
Le ha parecido muy interesante el que, en una familia, todos los hombres, de padres a hijos, sean «moros» o «contrabandistas» , o «piratas» Cuando ha visto en el desfile renacuajitos de dos años que apenas saben andar, vestidos de festeros y ha preguntado el porqué, la única explicación valedera que hemos podido darle es que, en Villena, el vestirse de «festero» es una de las tradiciones más vivas que quedan aún.
6 de septiembre
David ya conoce a mucha gente. O mejor, mucha gente conoce ya a David, porque él se hace un lío con tanto nombre y tanta cara nueva y nunca sabe con quién está hablando. Pero por todas partes donde va le invitan, y no para en todo el día. Dice que la gente es muy abierta y muy cordial, y que todos le tratan muy bien. Está encantado.
Esta tarde se ha vestido de «estudiante» para hacer «la salida» . Como se marcha mañana, han comenzado a animarle, y aunque al principio no es taba muy entusiasmado, al ponerse el traje le ha debido entrar el duende, porque desfilando parecía feliz. Se ha hecho una « foto » por la calle así vestido. Un recuerdo es un recuerdo, y él no sabe si volverá.
Lo único que ha echado de menos, en unos días en que tanto dinero se derrocha y en que todos tienen para gastar, es algún espectáculo extraordinario que eleve el tono de las fiestas: un buen concierto; una compañía de teatro; un «ballet» ... Le dijimos que, quizás, si otra vez volviera...
7 de septiembre
Ya se ha marchado nuestro huésped. Tenía que continuar su viaje y, en este mundo, todo empieza y todo acaba. Eso es lo que hace a veces tan interesantes las cosas. Lo último que ha aprendido David es una frase que se oye desde el día cinco hasta el final: «¡día cuatro que fuera, y lo pasao, pasao...!»
Extraído de la Revista Villena de 1961
Cedida por... Avelina y Natalia García

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dibujos de Blas.

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