Quebrahoces - TIPOS POPULARES
Se llamó José Ortín Lara, y tuvo un hermano, llamado Jacinto, con el que compartió bromas y travesuras que dieron a ambos cierta popularidad. Éste, como nos dice Marín, tuvo una conducta irregular, vivió a salto de mata y sólo sabemos de ella por lo que Marín, que debió conocerlo bien, nos transmite a continuación. El apodo se debe a José, que tenía justa fama como veloz y experimentado segador, y lo era, hasta tal punto, que nos aseguran rompió una hoz segando en los campos de Aragón, lugares como los de la Mancha, donde muchos villenenses emigraban temporalmente para trabajar.
Se llamó José Ortín Lara, y tuvo un hermano, llamado Jacinto, con el que compartió bromas y travesuras que dieron a ambos cierta popularidad. Éste, como nos dice Marín, tuvo una conducta irregular, vivió a salto de mata y sólo sabemos de ella por lo que Marín, que debió conocerlo bien, nos transmite a continuación. El apodo se debe a José, que tenía justa fama como veloz y experimentado segador, y lo era, hasta tal punto, que nos aseguran rompió una hoz segando en los campos de Aragón, lugares como los de la Mancha, donde muchos villenenses emigraban temporalmente para trabajar.
QUEBRAHOCES
Este Quebrahoces ni sombra es siquiera
de aquel Quebrahoces de antes.
No es ya el Quebrahoces de la jaranera
y antigua comparsa de los Estudiantes.
¡No pasan en balde los años!...
¡El tiempo a ninguno perdona ni olvida!...
¡Ni siquiera a estos seres extraños
que toman en chunga la vida!...
Este buen sujeto,
trabajó de joven la tierra bendita;
más pronto arrojó la herramienta; y, discreto,
se dijo a sí mismo: -¡que trabaje Rita!
Por huir del trabajo, ha tenido
que ejercer los oficios más bajos;
y por no trabajar, ha sufrido
no pocos trabajos.
Ha sido de todo. Camina al acaso
por ganar un puñado de cobre.
Aguza el ingenio; y va de fracaso en fracaso,
cada vez más astroso y más pobre.
Va por las plazuelas y por los mercados
vendiendo específicos, como un curandero cualquiera.
Específicos por él fabricados
con el polvo de la carretera.
Él, tocado con un gorro turco, como los faquires;
y su esposa luciendo grotescas parcelas;
van de feria en feria, vendiendo elixires,
rifando juguetes y extrayendo muelas.
Nuevo judío Errante; siempre caminando,
va de pueblo en pueblo, como liebre huida;
siempre dando tumbos y siempre arrastrando
el pesado fardo de su triste vida.
Como cada día es más pavoroso
el hondo problema de poder vivir;
su pueblo abandona; pero al poco tiempo, maltrecho, andrajoso,
de nuevo a Villena tiene que acudir.
Y hoy, por esas calles, rumiando sus cuitas,
va el triste bohemio, sufriendo y doliente;
gritando: -iAlmendritas!
con la voz velada por el aguardiente.
¡Pobre Quebrahoces, histrión errabundo
que por los caminos, resignado, arrastra su amargo vivir!...
¡Qué triste es la vida de estos pobres seres que vienen al mundo para hacer reír!
Este Quebrahoces ni sombra es siquiera
de aquel Quebrahoces de antes.
No es ya el Quebrahoces de la jaranera
y antigua comparsa de los Estudiantes.
¡No pasan en balde los años!...
¡El tiempo a ninguno perdona ni olvida!...
¡Ni siquiera a estos seres extraños
que toman en chunga la vida!...
Este buen sujeto,
trabajó de joven la tierra bendita;
más pronto arrojó la herramienta; y, discreto,
se dijo a sí mismo: -¡que trabaje Rita!
Por huir del trabajo, ha tenido
que ejercer los oficios más bajos;
y por no trabajar, ha sufrido
no pocos trabajos.
Ha sido de todo. Camina al acaso
por ganar un puñado de cobre.
Aguza el ingenio; y va de fracaso en fracaso,
cada vez más astroso y más pobre.
Va por las plazuelas y por los mercados
vendiendo específicos, como un curandero cualquiera.
Específicos por él fabricados
con el polvo de la carretera.
Él, tocado con un gorro turco, como los faquires;
y su esposa luciendo grotescas parcelas;
van de feria en feria, vendiendo elixires,
rifando juguetes y extrayendo muelas.
Nuevo judío Errante; siempre caminando,
va de pueblo en pueblo, como liebre huida;
siempre dando tumbos y siempre arrastrando
el pesado fardo de su triste vida.
Como cada día es más pavoroso
el hondo problema de poder vivir;
su pueblo abandona; pero al poco tiempo, maltrecho, andrajoso,
de nuevo a Villena tiene que acudir.
Y hoy, por esas calles, rumiando sus cuitas,
va el triste bohemio, sufriendo y doliente;
gritando: -iAlmendritas!
con la voz velada por el aguardiente.
¡Pobre Quebrahoces, histrión errabundo
que por los caminos, resignado, arrastra su amargo vivir!...
¡Qué triste es la vida de estos pobres seres que vienen al mundo para hacer reír!
Texto extraído del libro... De Villena y los villeneros. 2002
Alfredo Rojas y Vicente Prats.
Alfredo Rojas y Vicente Prats.
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