CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE DON Gaspar Archent Abellán
por Vicente Valdés Archent
Con ocasión de celebrar el centenario. en octubre del año actual. del nacimiento del que fuera ilustre villenense. don Gaspar Archent Abellán, celebrado autor de obras literarias y especialmente poéticas. publicadas aisladamente en revistas y folletos de su tiempo se ha pensado que la mejor conmemoración de esta fecha centenaria es la publicación de todo su acervo poético en una edición popular, para que llegue a conocimiento de muchos villenenses que tal vez hayan olvidado la figura de uno de sus hijos que supo enaltecer a Villena, sus costumbres y tradiciones.
Damos a continuación el prólogo de la edición que va a ver la luz. en donde se recogen los datos de una breve biografía. y seguidamente reproducimos varias estrofas de su «Canto a Villena», publicado en el «Romancero Villenense», del mismo autor.
PROLOGO
Con ocasión de cumplirse el 5 de octubre del presente año el centenario del nacimiento de don Gaspar Archent Abellán, para recordar su destacada personalidad y dar a conocer su obra literaria a una mayoría de villenenses que no llegaron a convivir su época, se ha considerado
del mayor interés lanzar la presente edición de sus composiciones poéticas, que en su día fueron acogidas con suma complacencia y favorablemente comentadas por la crítica.
Nació don Gaspar Archent en Villena, de familia sencilla, con hondas raíces en la genealogía villenense, remontándose su árbol genealógico en línea recta y sin interrupción hasta el 1551, siendo descendiente de la noble señora doña Catalina Ruiz de Alarcón y Puig de Montoya, fundadora de seis beneficios eclesiásticos radicados en la parroquia de Santa María, que se mantienen en la actualidad.
Llamado al sacerdocio inició sus estudios en el seminario de Murcia, pasando pronto al Colegio Español de Roma, en donde terminó brillantemente su carrera. Es notable la circunstancia de haber celebrado su primera misa solemne en la ciudad eterna a la hora prima, cuando estrenaba la Historia el siglo XX; eran las cero horas del 1 de enero del año 1900.
Atraído por el arte lírico cultivó la poesía clásica, la que «se llevaba» en su tiempo. que tiene el encanto de la sencillez, claridad y elegancia. Su vena de inspiración le llevó a cantar en luminosos versos temas de amor y devoción religiosa. destacando sus estrofas a la Virgen: otros, de fervor patriótico, modos y costumbres de su pueblo y exaltación de las Fiestas: versos de perenne frescura, como el regato que discurre por el césped, cincelados, perfectos. de ayer y de hoy, porque lo clásico nunca pasa al olvido. Una parte notable de sus composiciones fueron publicadas en un pequeño tomo: «El Romancero Villenense», que dio a conocer su propio autor, pequeña joya de tradiciones locales, de cuya memoria quedará constancia en el futuro.
Otra faceta de su actividad literaria fue el periodismo local. En la década de los veinte, su entusiasmo sagrado por la que era Señora de sus sueños se materializó en un proyecto ya por tiempo acariciado; le cautivó una idea grandiosa para la Virgen y para Villena: la Coronación Canónica de Ntra. Sra. de las Virtudes. Desde ese momento puso todo su afán y entrega para hacer viable el intento. Conferencias, sermones, tertulias, cartas, todos los medios de comunicación fueron puestos en juego para alentarla y propagarla. Nació, fundada por él, una modesta publicación mensual: «La Corona», órgano difusor de planes, esbozos, ideas, anhelos, para preparar el gran acontecimiento. Hubo números de «La Corona» que fueron redactados en su totalidad por su pluma, y el entusiasmo creciente. que prendió en las multitudes, hizo posible la
fecha histórica del 6 de septiembre de 1923, día de una realidad gozosa, tal vez la mejor obra de sus manos, de su mente y corazón: la Coronación de la Virgen.
Ahora interesa recoger principalmente sus poesías diseminadas y a punto de perderse. Labor encomiable, porque quedarán también aseguradas y vivas para otras generaciones con la presente edición.
Villena, septiembre de 1977.
¡Salve, Villena, salve! Real matrona
de vetusto castillo al pie sentada,
que tienes la montaña por corona
y por tapiz de flores
la frondosa enramada,
esa alfombra de fúlgidos colores
que te formó la vega sonriente:
delicioso vergel que el mundo admira
y dó el sentido con fruición aspira
las más finas esencias del oriente.
Llegó a tus plantas como bardo errante
buscando una hermosura peregrina
y te he encontrado a ti; deja que cante
al son de mi encordada mandolina
la belleza sin par que se adivina
bajo el toldo azulado de tu cielo,
los destellos fulgentes de tu gloria,
la pródiga riqueza de tu suelo
y las gestas brillantes de tu historia.
Pero aún eres más grande y más gloriosa
por ser madre dichosa,
por ser madre prolífica y fecunda
de tantos hijos, ínclitos varones
que hicieron que tu fama no se hunda
del olvido fatal en el abismo,
levantando en sus nobles corazones
tronos a la virtud y al heroísmo.
Extraído de la Revista Villena de 1977
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