7 oct 2021

1986 EL NOMBRE DE VILLENA

EL NOMBRE DE VILLENA.  Por José Fernando Domene Verdú
La teoría más ampliamente aceptada actualmente sobre el origen del topónimo Villena se debe a Menéndez Pidal. Según él, habría evolucionado hasta su forma actual a partir del topónimo latino Belliena o Veliena, que se habría formado a partir del antropónimo Bellius (1) o Velius (2), quien sería el propietario de una de las villas romanas existentes en la zona (3). El procedimiento utilizado por Menéndez Pidal consiste en aplicar a Villena la siguiente regla general: todos los topónimos terminados en -ena son latinos. Se formarían, además, añadiéndole el sufijo -ena, muy común en latín y de posible procedencia vasco-íbera (4), a un antropónimo de origen latino. Así, por ejemplo, Lucena y Luchente se formaron a partir de Lucius, Mairena de Marius, Maracena de Marcus, etc. Pero esta regla no tiene porqué cumplirse en todos los topónimos terminados en -ena, porque puede ocurrir que esta terminación no sea un sufijo, sino que pertenezca a la misma raíz, lo que daría lugar a una segunda posibilidad. Por tanto, que un topónimo termine en -ena no implica necesariamente que sea de origen latino.

El topónimo Villena, pues, tampoco tiene porqué cumplir necesariamente esa regla general. Sobre todo, si su aplicación resulta problemática y forzada. Existen algunos argumentos en contra de esta teoría, que se pueden resumir en tres puntos:
1.°) Ni Belliena ni Bellius están documentados en época romana (5) ni constan en el Corpus Inscriptionum Laternarum, por lo que esta teoría no deja de ser una hipótesis.
2.°) En los textos medievales aparece Belyana, Belliana o Bellana lo que, junto con la forma toponímica actual Villena, presenta dos dificultades fonéticas en la evolución de la supuesta forma latina a éstas posteriores (6):
a) La «e» tónica latina nunca evoluciona a «a» ni en castellano ni en árabe, por lo que Belliena/Veliena nunca puede evolucionar a Belliana.
b) La «e» átona latina nunca evoluciona a «i» en castellano, por lo que Belliena/Veliena nunca puede evolucionar a Villena.
3.°) No sólo no está documentado Belliena sino que, además, existe otro topónimo latino para nuestra ciudad, Ad Turres, que sí que está documentado y que ha sido identificado acertadamente por María Jesús Rubiera (2) con alguna de las «villae» romanas situadas en Villena, en el itinerario de la Vía Augusta.
Existen, por tanto, dos topónimos latinos diferentes, uno hipotético (BellienaNeliena) y otro bien documentado (Ad Turres), correspondientes a un mismo lugar (Villena) y a una misma época (el Imperio Romano). A esta contradicción, María Jesús Rubiera le ha dado una solución nuevamente hipotética (2): Belliena sería un nombre tardorromano que se superpondría al antiguo nombre romano o ibérico Ad Turres. Es muy lógico, pero eso no es suficiente; las hipótesis hay que demostrarlas.
Sin embargo, existe una segunda posibilidad para el origen del topónimo Villena, que no sea latino sino árabe. Así, en vez de proceder del latín BellienaNeliena, arabizado como Bilyana o Billana, lo haría directamente del árabe Bilyanat (con el sufijo -t de femenino para que concuerde en género con madinat, ciudad) sin que ésta proceda a su vez de ninguna otra palabra latina (5). Los tres puntos que antes eran argumentos en contra, ahora confirman esta segunda hipótesis:
1.°) Bilyanat está bien documentado en los textos árabes, apareciendo por primera vez en 1172 cuando Yusuf, al frente de los almohades, acampó en el castillo de Villena.
2.°) No existen las dificultades fonéticas de la palabra latina, ya que (6):
a) La «a» tónica evoluciona normalmente a «e» en castellano, lo que explica perfectamente la evolución de Bilyanat a Belliena y Villena.
b) La «i» átona evoluciona a «e» en castellano, lo que permite explicar las formas Belliana y Belliena de la Historia Roderici de 1110 (3).
La permanencia de la «i» en la forma Villena hay que explicarla por las leyes fonéticas aragonesas (en altoaragonés la «i» átona no evoluciona a «e» como en castellano) (5), que actuaron en Villena a causa de la conquista aragonesa (7), al mando del aragonés D. Lope Marín, comendador de Alcañiz (3). Así, la misma palabra árabe Bilyanat habría tenido dos formas evolutivas diferentes (5):
— Una castellana, Belliana/Belliena, que aparece en la Historia Roderici (1110) y que se perdió tras la muerte del Cid (1099) y la pérdida del reino de Valencia por parte de Castilla, y
— Una aragonesa, Billena/Villena, debida a los conquistadores aragoneses de 1240, y que ha permanecido hasta la actualidad.
3.°) Al ser el nombre árabe Bilyanat, y no el latino Belliena el que sustituyó al topónimo romano Ad Turres después del año 711 y antes del 1172, se observa una coincidencia entre la fecha de aparición del topónimo y la de la ciudad que, al haberse formado en torno al castillo, debió de ser simultánea o posterior a la construcción del de Salvatierra en época Omeya (756-1004) o a la del de La Atalaya en época almorávide (1086-1176) (9).
Como se puede observar, todo es coherente con el origen árabe del topónimo. Pero existen, además, otros dos argumentos decisivos que confirman esta hipótesis:
4.°) La palabra Bilyanat tiene significado propio en árabe, concretamente, «la llena» (de gloria, de riquezas, de agua, etc.), coincidiendo casualmente con la palabra vasca iturri (fuente) y menos casualmente con las características botánicas e hidrológicas de Villena.
5.°) La palabra Bilyanat ha dado lugar a más topónimos, además del de Villena, como es el caso de una ciudad homónima en Argelia.
Así, pues, el nombre de Ad Turres habría desaparecido al hacerlo la villa romana y durante el califato Omeya o la invasión almorávide se habría formado una nueva ciudad a las faldas del castillo de la Atalaya que habría recibido el nombre de parte de sus fundadores árabes. Habría crecido rápidamente a partir de su núcleo original en el actual barrio de «el rabal» extendiéndose hacia el norte y rodeando al castillo, entre éste y la actual calle Mayor y, muy posiblemente, hasta la Corredera, como lo evidencia el típico urbanismo árabe de esa parte de la ciudad. Se construirían dos mezquitas principales en el lugar que hoy ocupan las iglesias de Santa María y Santiago, y otras menores en los solares de las actuales ermitas de San José y San Antón.
En el siglo XI, los conquistadores castellanos del reino de Valencia al mando del Cid, harían evolucionar el topónimo árabe Bilyanat a Belliana/Belliena siguiendo las leyes fonéticas del castellano.
Al ser conquistada Villena por las tropas aragonesas en 1240, se habría perdido ya el nombre castellano y tomaron directamente el original árabe Bilyanat, que harían evolucionar de nuevo pero, esta vez, según las leyes fonéticas de la lengua que hablaban, el aragonés.
Tenemos, pues, dos teorías distintas sobre el origen del nombre de Villena, que hay que demostrar más definitivamente, con la ayuda de otros datos, aunque aparentemente no tengan nada que ver con él. El hecho decisivo es, así, cuándo apareció la ciudad, si antes o después de la invasión árabe o, lo que es lo mismo, si existía o no en el año 711. Hay dos posibilidades:
1.a) Si no existía antes del 711, lógicamente, el topónimo es de origen árabe.
2.a) Si existía antes del 711, hay dos nuevas posibilidades:
a) Que Bilyanat hubiera sustituido a Ad Turres después del 711, en cuyo caso, el nombre de Villena sería de origen árabe.
b) Que Belliena hubiera sustituido a Ad Turres antes del 711, en cuyo caso, sería de origen latino y arabizado posteriormente como Bilyana.
Estadísticamente, la probabilidad teórica de que sea de origen árabe es 3/4 frente a 1/4 de que tenga un origen latino, aunque la improbabilidad real es mucho menor en este último caso por las circunstancias analizadas anteriormente.
La única documentación que hay para saber si Villena existía o no en el momento de la invasión árabe es el pacto de Teodomiro, efectuado entre el gobernador árabe de Al-Magrib, «Abd al-Aziz ibn Musa ibn Nusayr, y el «comes civitatis» (conde) Teodomiro en Abril del 713, por el que se convertía el «comitatus» (condado) de Teodomiro en una «kura» (provincia) o estado vasallo del Emir de Córdoba, manteniendo Teodomiro con sus 7 ciudades que entraron en el pacto, una cierta independencia a cambio de pagar una renta a aquél.
Pero el problema es que esas 7 ciudades del pacto no son las mismas en las 3 versiones que se conocen de éste, la de Al-'Udri del siglo XI, la de Ad-Dabbi del XII y la de Al-Himyari del XIV. Ordenándolas convenientemente, son las siguientes:
Al-'Udri (S. XI) - Ad-Dabbi (s. XII) - l-H imyari (s. XIV) - nombre actual
LAQANT – LAQANT – LAQANT - Alicante
LURQA - LURQA – LURQA - Lorca
BLNTLA - BLNTLA – BLNTLA - Valentula (2)
AWRIYULA - AWRIYUELA – AWRIYULA - Orihuela
IYYA – IYYA – ILLA - Elda
MWLA - MWLA - NUWILLA - La Mola(2), Novelda
ILS – BQSRA – BILLANA- Elche, Bogarra(2) y Villena
Las 4 primeras ciudades son las mismas en las 3 versiones, luego se puede prescindir de ellas para la finalidad que perseguimos. La quinta ciudad, Elda, también es la misma en las 3 versiones, pero en la de AI-Himyari, la más moderna, presenta una variante fonética, la doble «I» sin palatizar. La sexta ciudad es La Mola, cerca de Novel-da como la ha identificado acertadamente María Jesús Rubiera, en las versiones de Al-Udri y Ad-Dabbi, pero Novelda en la de Al-Himyari. Por último, la séptima ciudad es diferente en cada una de las 3 versiones. Así, en Al-Udri aparece Elche, en Ad-Dabbi la desaparecida Bogarra próxima a Caudete, identificada por María Jesús Rubiera, y por último en Al-H imyari aparece Villena.
María Jesús Rubiera parte de la hipótesis, insuficientemente demostrada como hemos visto, de que Villena existía antes de la invasión árabe y esto determina y subjetiviza su interpretación de las 3 versiones del pacto. Esta interpretación se puede resumir en los siguientes puntos (2):
1.°) En mozárabe se palataliza la doble «I» latina (II > yy), por lo que concluye que:
a) ILLA, lo mismo que BILLANA, debe ser más antiguo que IYYA, al no haberse producido aún la palatalización.
b) La versión de Al-Himyari es más antigua que las otras dos, por la misma razón, a pesar de haber sido escrita la última.
c) Para solucionar esta contradicción, supone que Al-Himyari se documentó mejor que los otros dos, al tener acceso a textos más antiguos y, por tanto, más cercanos a los hechos.
2.°) La MWLA de Al-Udri y Ad-Dabbi no corresponde a Mula (Murcia), sino a La Mola, cerca de Novelda, ya que en árabe la vocal «o», que no existe, se representa por «u» o «w».
3.°) La ciudad de Elche, que no existía en la época de Teodomiro, al ser fundada por los árabes, fue incluida en su versión del pacto por Al-Udri, al ignorar la localización de Valentula y al ser Elche importante ya en el siglo XI, sustituyendo, no a Valentula, sino a la séptima ciudad de la lista.
4.°) La ciudad de BOQSRA, identificada como la Bogarra próxima a Caudete, aparece en la versión de Ad-Dabbí y justifica su inclusión al suponer que en el siglo XI fuera «episódicamente más importante la población agrícola de Caudete» que la de Villena.
5.°) Por último, Villena sería la séptima ciudad del pacto y la que realmente pertenecería a la kura de Teodomiro en el siglo VIII. La razón es la existencia de la doble «I» y su pertenencia a la versión de Al-H imyari, considerada la más antigua en el punto 1.°. Según María Jesús Rubiera, Villena tendría un momento de crisis económica, precisamente, en la época de Ad-Dabbi ¡para permitirle a éste incluir a la vecina Bogarra, que habría pasado a ser «episódicamente más importante», en la lista de las ciudades del pacto!
Analizando esta interpretación punto por punto, se puede observar que algunos de ellos resultan problemáticos y, las conclusiones extraídas, demasiado forzadas. Por ello, no es ésta la única interpretación que se puede hacer de las 3 versiones del pacto. Repasemos cada uno de los puntos anteriores:
1.°) La doble «I» no se palatiza sólo en mozárabe, sino también en castellano y catalán. Esto permite concluir que:
a) ILLA no tiene por qué ser necesariamente más antiguo que IYYA porque, lo mismo que BILLANA, no tiene por qué ser necesariamente anterior a la palatalización mozárabe. Teniendo en cuenta que Al-Himyari vivió en el siglo XIV y, por tanto, cuando estos territorios ya no pertenecían Al-Andalus y en ellos ya no se hablaba mozárabe sino castellano o catalán, existen otras posibilidades distintas de las ya mencionadas, como, por ejemplo:
— que Al-Himyari haya tomado los nombres de estas ciudades del árabe clásico, en el que no se da la palatalización de la doble «I».
— que los haya tomado del castellano en el que, aunque sí que se produce la palatalización, se conserva la grafía «II».
Teniendo en cuenta que en estas ciudades ya no se hablaba mozárabe desde el siglo XIII, Al-Himyari no pudo escribir IYYA ni BIYYANA porque ya nadie lo pronunciaba de esta manera y tuvo que tomar estos nombres, o bien del árabe clásico, en el que no se produjo la palatalización de la doble «I», o bien del castellano en el que se utilizaba la grafía «II». Por lo tanto, el hecho de que conserven la doble «I» no implica que sean más antiguos que los que utilizan «yy».
b) Que estos dos nombres de la versión de Al-H imyari fueran más antiguos que sus equivalentes en las otras dos versiones no implicaría necesariamente que los otros 5 también lo fueran, y que uno de aquellos dos lo fuera, tampoco implicaría que también lo fuera el otro, ya que los 3 autores modificaron cada nombre de la lista por separado, con independencia de los 6 restantes. Por ello, no se pueden aplicar las circunstancias de uno o dos nombres al resto de la lista porque no se puede demostrar que Al-Himyari no modificara los propios nombres ni su ortografía, consecuentemente a lo expuesto en el apartado a).
c) Tampoco se puede demostrar que Al-Himyari tuviera acceso a documentos más antiguos, ni que éstos recogieran las 7 ciudades que realmente formaban parte del pacto de Teodomiro. Esta explicación, en realidad, no pasa de ser una hipótesis efectuada, además, por el método deductivo, o sea, intentando justificar o demostrar una hipótesis preconcebida como es la existencia de Villena en el año 713. Pero si se parte de una hipótesis falsa, sólo se puede llegar a conclusiones falsas.
2.°) La identificación de MWLA con La Mola es perfectamente lógica. De aquí se desprende, por tanto, que después del pacto de Teodomiro, y en el caso de que La Mola sea más antigua que Novelda, aquélla habría perdido importancia en favor de ésta, análogamente a Elche y Valentula. Así, Al-Himyari sustituyó La Mola por Novelda.
3.°) La inclusión de Elche por Al Udri en su versión del pacto sustituyendo a la séptima ciudad es también lógico y la realizó de forma análoga a la sustitución de La Mola por Novelda por Al-Himyari.
4.°) Bogarra, incluida en la versión de Ab-Dabbi, no sólo existía ya en el siglo XII sino que, además, era más importante que Villena. Después perdió importancia hasta llegar a desaparecer, aunque aún figura en el Tratado de Almizra (8) en el año 1244. Sin embargo, no se puede demostrar que antes del siglo XII hubiera sido Villena más importante que Bogarra, ni tampoco que ésta última no existiera en el año 713 y, por tanto, que no formara parte del pacto de Teodomiro, como la séptima ciudad.
5.°) El primer testimonio que existe de Villena data del año 1172, ya que el de Al-Himyari es del siglo XIV. No existe, por tanto, ninguna razón, aparte de la «hipótesis» de Menéndez Pidal, que permita pensar en la existencia de Villena en el momento del pacto de Teodomiro. No se puede demostrar, por ello, que Villena sea la séptima ciudad del pacto.
Existe una justificación de la presencia de Villena en la versión de AI-Himyari, aunque diferente de la que ha dado María Jesús Rubiera. Para ello, observemos antes las 3 últimas ciudades del pacto, que son las que difieren en cada una de las versiones:
Al-Uddri - Ad-Dabbi - Al-Himyari - nombre actual
IYYA – IYYA – ILLA - Elda
MWLA - MWLA - NUWILLA - La Mola y Novelda
ILS – BOSRA – BILLANA - Elche, Bogarra y Villena
La nueva interpretación de estas tres versiones se puede resumir en los siguientes puntos:
a) Los 3 nombres de la versión de Al-Himyari presentan doble «I».
b) NUWILLA, con doble «I», fue incluida en la versión de Al-Himyari porque no existía en el año 713 o porque era menos importante que La Mola. Esto suponiendo que La Mola fuera más antigua que Novelda. En los textos medievales figura Novella, con doble «1» como en la versión de Al-Himyari, lo que permite pensar que éste la tomó del árabe clásico, del castellano o del catalán, análogamente a Elda y Villena.
c) ILLS sustituyó a la séptima ciudad del pacto en la versión de Al-Udri al suponer éste que entraría en él,
a pesar de haber sido fundada por los árabes posteriormente.
d) BQSRA existía ya en el siglo XII, siendo además más importante que Villena, y no se puede demostrar que no existiera en el año 713.
e) BILLANA existía en el año 1172, habiendo construido los almorávides en ese mismo siglo el castillo de la Atalaya (2). En esas fechas era menos importante que Bogarra y no se puede demostrar que existiera antes de 1172 ni, por tanto, en el año 713.
De los apartados a) y b) se puede concluir que el hecho de llevar doble «1» no implica que una ciudad sea más antigua que otra que la haya palatalizado, porque esta regla puede que no se cumpla en el caso de Novelda. Luego, por esta razón, no se puede deducir que Villena entrara necesariamente en el pacto de Teodomiro, ni que existiera en el 713.
Los apartados b), c), d) y e) ponen de manifiesto que los 3 nombres NUWILLA, ILS y BILLANA tienen las mismas características ya que han sustituido a otros, aproximadamente, de forma análoga y en las mismas circunstancias. Se trata de 6 ciudades (La Mola, Novelda, Valentula, Elche, Bogarra y Villena) muy próximas entre ellas dos a dos (La Mola a Novelda, Valentula a Elche, y Bogarra a Villena), de las que ha desaparecido la primera de cada uno de los 3 pares (La Mola, Valentula y Bogarra) mientras que las 3 segundas ciudades de cada par (Novelda, Elche y Villena) aparecieron y se hicieron más importantes en época árabe.
Los apartados d) y e), junto con las coincidencias anteriores, hacen más probable que fuera BSQRA, y no BILLANA, la auténtica séptima ciudad del pacto de Teodomiro. En el siglo XI, ILS ya era más importante que BLNTLA, e incluso que BQSRA, lo que llevó a Al-Udri a incluirla en el pacto pero sustituyendo a BQSRA y no a BLNTLA, quizás porque sabría que esta última entró en el pacto, mientras que aquella se encontraba en los límites de la kura. NUWILLA sería más importante que MWLA en el siglo XIV, y seguramente antes ya que figuraba en el tratado de Cazola de 1179 (8), lo que haría pensar a Al-H imyari que entraría en el pacto, por lo que la incluyó en sustitución de MWLA. Y lo mismo debió ocurrir con BILLANA, que en el siglo XIV era mucho más importante que BQSRA como capital del marquesado, lo que llevaría a Al-Himyari a incluirla entre las ciudades del pacto sustituyendo a BQSRA, por idéntica razón que NUWILLA. Esquemáticamente, estas sustituciones son:
MWLA (Al-Udri y Ad-Dabbi) NUWILLA (Al-Himyari)
ILS (Al-Udri)BQSRA (Ad-Dabbi)    BILLANA (Al-Himyari)
Se puede concluir, por tanto, que Villena no formó parte del pacto de Teodomiro, por lo que no existía aún en el año 713. Esto implica que tampoco existía como «civitas» (Ad Turres era una «villa») durante la dominación romana. Y si no existía durante la dominación romana, no se podía llamar Belliena/Veliena, por lo que el topónimo Villena no puede ser de origen latino ni haberse formado a partir del imaginario antropónimo Bellius/Velius, lo que conduce forzosamente a la otra posibilidad: que sea de origen árabe, que era lo que queríamos demostrar.
BIBLIOGRAFÍA
(1) R. Menéndez Pidal: Toponimia prerrománica hispana. Madrid, 1952.
(2) María Jesús Rubiera: Villena en las calzadas romana y árabe. Alicante, 1985.
(3) J. M. Soler: La relación de Villena de 1575. Alicante. 1974.
(4) Rafael Lapesa: Historia del español.
(5) J. F. Domene Verdú: Influencia aragonesa en el habla de Villena. Revista Villena, 1983.
(6) Samuel Gili Gaya. Gramática histórica española.
(7) J. F. Domene Verdú: Ni valencianos, ni castellanos... Revista Villena. Abril, 1983.
(8) J. M. Soler: El tractar d'Almizra. Antecedentes Históricos. Alicante, 1984.
(9) J. Valdeón Baruque: Historia general de la Edad Media. Madrid, 1984.
Extraído de la Revista Villena de 1986

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