TESORO
Villena, en el giro de los futuros tiempos,
desde el crucial instante de la presente hora,
conocida será por su fantástico tesoro,
más que por su historia
de hijosdalgo, marqueses y señores.
El sacro nombre de la ciudad, pletórica
de lealtades al Rey, de gestas y blasones,
como un batir de olas,
como cóndor que, abierto el abanico de sus alas,
sobrevuela el lomo de las montañas todas,
se ha expandido veloz por la rosa de los vientos;
y colgado en el viento queda el almo nombre suyo
con perfume de rosa.
El milagro imprevisto
del acaso fue obra,
al hallar entre arenas movedizas
aquella pieza, en apariencia rota,
con estigmas de herrumbre,
enlodada y mohosa.
Después, llegó el aluvión:
milenario cortejo de pulseras y ajorcas,
racimos de ánforas delgadas,
áureas vajillas de una edad remota.
¡Dorados espléndores,
¡Arqueología, milenios,
Tesoro...
Joyas!
Todo ese caudal de miríficas preseas
es para Tí, Señora,
como es tuyo el corazón impuro
del corazón arrodillado que te adora
Si eres la Dama de nuestros propios sueños,
y eres color y eres rosa,
y eres zafiro y diamante,
y eres ocaso y aurora,
y eres paisaje y montaña,
y eres fuente, río y fronda,
y eres murmullo y rumor,
y pájaro y mariposa,
y viento, nube y camino,
y valle, campiña y roca,
sí eres caricia y amor,
si eres... no te digo hoy hermosa,
si eres... ¡nuestra!,
de Villena
la Morena
más graciosa...
Tesoro de muchas arqueologías,
Millonaria de eternidades: ¡Toma
esos milenios auríferos:
un montículo de joyas!
Jerónimo Hernández
Extraído de la Revista Villena de 1964
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