1940 LA VIRGEN "NUEVA"

LA VIRGEN "NUEVA"
He aquí limpia y majestuosa a la Virgen de Villena. Llamas asesinas devoraron la rancia imagen, aquella imagen tan vieja y tan venerada que los ojos de nuestros padres y los padres de nuestros padres habían mirado con arrobo y con amor mientras sus labios musitaban plegarias y rezos. Ya no hay Virgen, han quemado a la Virgen. Sí, tenían razón al decir esto. Ya no había Virgen, porque tampoco había Villena, ya que Villena, en mano de aquellos que asolaron media España era uno de esos tantos pueblos que durante treinta y dos meses estaban sembrando la muerte y el terror por un poder sacrílego y odioso.

Pero llegó un día en que el pueblo amaneció. Otra vez volvía Villena con bríos e impulsos nuevos a resurgir en el solar de sus mayores, en la casa de su historia. Y al volver Villena volvió la Virgen, Virgen nueva que las manos de un villenero, no podían ser otras, tallaban solemnemente, religiosamente, pensando que debía de salir de su arte, de su alma, lo que tenía en su corazón, en sus ojos, en su fe, la gente y la historia de su pueblo. Trabajo sublimemente delicado que solo el amor podía realizar. En talla policromada de noventa y dos centímetros hizo Antonio Navarro Santafé, gran artista, todavía más villenero, la Virgen de su pueblo. Y llegó la Virgen, nueva, limpia, morena, bella y joven, y su pueblo la aclamó como a su Virgen, a su Morenica, su Virtudicas, y las caras tostadas de esos villeneros rudos, y las manos cayosas de esos hombres que encarnan la verdadera fe y el verdadero amor, se pegaron otra vez a sus andas y le dirigieron otra vez esos ojos de mirar indefinido en súplicas de Madre. Y la Virgen, nueva, más guapa que nunca, paseó majestuosa por su pueblo y recibió el homenaje de sus hijos que rindieron a su Virtud, más intensamente el amor, la devoción, la fe que con todo su ser le profesan.

Devoción que a través de los siglos constituye una cadena que enlaza los espíritus con los dorados eslabones de una tradición gloriosa, sentida y vivida por nuestro pueblo, como alimento del alma de sus hijos. La revolución quiso romper esa cadena, quemando la imagen primitiva, pero la Virgen nueva ha venido a ser el anillo de oro que une el pasado con el presente, camino de un futuro vigoroso, sin solución de continuidad.
Extraído de la Revista Villena Azul de 1940
Cedido por... Avelina y Natalia García.